Como ya ocurriera en el mismo corredero hace pocas semanas atrás, Manuel Cañaveral del Cid se llevó la preciada medalla y se proclamó Campeón de España de Acoso y Derribo en esta edición. El concurso se tenía que haber celebrado en el corredero del Palmar, en Los Palacios (Sevilla) pero debido a la lluvia caída días atrás quedó en malas condiciones y por tanto nulo para la práctica de este deporte-espectáculo que es la garrocha. No obstante, el segundo día se corrió en este corredero de La Zapatera con algo de agua y el suelo un poco mojado, pero allí la tierra es distinta y no afectó tanto como el otro. De hecho se permitió correr el domingo con gorra y no con sombrero, como es preceptivo y reglamentario.
Buen ganado el que se eligió para este evento viniendo de tierras jienense y de un ganadero poco habitual en estos menesteres, Joaquín Morales, que presentó a las reses de una manera bastante interesante. La impresión que dio cuando aparecieron en el cuadrilátero fue bastante buena y los muchos aficionados que se dieron cita en las gradas instaladas para la ocasión se alegraron porque pensaron que iban a ver un gran espectáculo.
No defraudaron y en las bravas, primeras en el orden que le corresponden, no se embrocaron casi ninguna teniéndose que correr sólo una pero no por embroque.
Las mansas dieron casi el mismo juego, siendo bastante grandes y con un peso importante, consiguiéndose echadas muy espectaculares. Si todos los aficionados que tengan la posibilidad de leer la crónica pudiesen ver en directo algunas de las echadas que se vieron en los dos días de concurso hubieran disfrutado de lo lindo.
Cuarenta colleras se dieron cita en la mañana del día 22 que hacía un sol espléndido y una temperatura bastante agradable, bien presentadas y con ánimo en muchas de ellas. No así otros garrochistas que se quedaron fuera y que desde la grada estaban mordiéndose las uñas, quedándose fuera garrochistas como José Peña Ortega (que fuera Campeón de España en 1991), Federico Molina, que también lo fuera en Badajoz, y algunos otros.
Un garrochista que en pleno concurso con 30 puntos conseguidos el primer día tuvo que abandonar por sentirse molesto debido a una caída fue Luis Erquicia Domecq, resintiéndose de una costilla y no pudiendo ni coger la garrocha, como el mismo explicaba. No hubo que lamentar caídas de importancia ni accidentes de ningún tipo a excepción de la reseñada sin más.
Cinco colleras pasaron al segundo día con 30 puntos, de las cuales las formadas por Javier Terrón y José Álvarez y Teodomiro Daza y su hermano, Antonio, se metieron en los cinco que tuvieron que desempatar por así decirlo, para dilucidar cuál iba a ser el campeón. A estos, les acompañaron Manuel Cañaveral y Juan Orozco, Huberto Domecq y Lorenzo Caro y Rafael Molina y José María García Campillo.
Se esperaba que la collera Rafael Molina y José María García Campillo diera más de sí pero, lo que son las cosas, cuando una vaca se agarra no hay quien la tumbe, ya venga quien venga o esté quien esté.
Fue una lástima que este garrochista no estuviera entre los tres primeros, de verdad se lo merecía por que había hecho un campeonato extraordinario.
El eterno segundo-tercero en estos menesteres de Campeonatos de España era Huberto Domecq, que en esta ocasión no pasó de un tercer puesto por detrás de Javier Terrón, que se está consolidando como uno de los mejores garrochistas que ha dado la Comunidad Extremeña (Manuel Moreno Cuellar, Miguel Moreno Zapata, su propio hermano Julio…). Enhorabuena porque ha hecho un Campeonato de lujo pero topó con el que hoy por hoy ha sido y es el mejor garrochista y en mejor forma que hay, Manuel Cañaveral del Cid, que sin despeinarse y con esa tranquilidad que le caracteriza se ha colgado con todo merecimiento esa medalla que le otorga el segundo Campeonato de España de su historia.
Ha sabido estar a la altura, ha manejado la garrocha como hacía años no se veía en estos menesteres (y uno se arrima a voces de antaño y escucha comentarios dignos de elogios). Ha resucitado ese entusiasmo que había hace muchos años, cuando aquellos garrochistas, palo en mano, montaban el mismo y ojo avizor (donde pongo el ojo pongo la bala) cogía a la res por la penca y voltereta que te crió. Esto diría Fernando Villalón en las tertulias después de los tentaderos de machos que se celebraban en los que se comentaba las distintas faenas.
Buenas y perfectas las distintas echadas en las que intervino con ese amparador, no menos excepcional como es Juan Orozco (tantos años juntos), formando una collera como pocas se han visto en los últimos años.
Teo Daza va escalando posiciones y en este concurso obtuvo un meritorio cuarto puesto con 69 puntos, que no está nada mal, dada la calidad de garrochistas que han participado en esta edición. La mención menos destacada la obtuvo Rafael Molina, que a pesar de colarse entre los cinco primeros y en su vaca de desempate, con esos marronazos que suelen salir de vez en cuando y en las ocasiones menos propicias, se colocó en la última posición de los privilegiados con 49 puntos.