Hicimos en el artículo anterior un repaso más o menos rápido, pero eso sí, nombrando los principios y los acontecimientos más significativos por los que la Doma Vaquera se fue asentando y consolidando como una disciplina seria a la que los aficionados se fueron entusiasmando. Había siempre mucha expectación en todos los concursos que se iban celebrando y ya era ilusionante para los comités organizadores conseguir que le otorgaran la responsabilidad de un Campeonato de España o Andalucía.
No obstante, los fogones de la directrices de la Doma Vaquera se ponían en entredicho por algunos aficionados, que aunque eran pocos, como siempre se colocan en puestos privilegiados desde donde podían disponer y tratar de enmendarles la plana a aquellos sabios (Álvaro Domécq, Juan Mª Maestre, Ángel Peralta, Luis Ramos, Rafael Jurado,…), que tras muchos años de experiencia y muchas reuniones crearon las bases del reglamento y sobre todo de la hoja de ejercicios. Cómo no sería este afán de imponer su criterio para bien de su propio interés, que recuerdo que en un Campeonato de Andalucía, celebrado en Córdoba, en los Reales Alcázares de los Reyes Cristianos, se nos entregó una hoja de ejercicios cuando ya estábamos montados a caballo corrigiendo la hoja de calificación que tanto trabajo costó confeccionar y que estaba ya aprobada por la RFHE. Ejercicios como trocado, cambios de pies y piruetas al paso fueron suprimidas por un señor que además de sentarse en la mayoría de los concursos importantes en la secretaría, tenía un cargo en la Federación y era propietario de un caballo que participaba en aquellos años. Eran cosas que pasaron y que deben ser contadas.
Así poco a poco la Doma Vaquera fue consolidándose con sus virtudes y defectos, con sus adeptos y contrarios, con los que tenían fe en su evolución y los que querían abandonarla sólo en su propia tradición sin tener en cuenta aquel refrán que dice: El culto a la tradición no excluye el amor al progreso.
En esta década de los 80 fue Córdoba la que de forma autoritaria, seria y segura de lo que hacía, recogió claramente el testigo de Pineda y Jerez. Organizó tres campeonatos de España en los años 84, ganado por Ignacio de la Puerta con su caballo ‘Guitarrero’; en el 85, ganado por el que os habla con ‘Mandanga’, y en el 90, por Antonio Quinta con su yegua ‘Juncia’. Todos organizados en el Club Hípico de Córdoba con magnífica competencia y formidable nivel organizativo.
Quizás el Campeonato que dio en esta década la campanada fue el de Dos Hermanas en el 86. Organizado como siempre por la Hermandad del Rocío, todo un lujo de derroche. Más de 6.000 personas se contabilizaron y cómo no, todos los aficionados de Andalucía y de otras regiones pudieron presenciarlo. Al igual que en el 78, a la par del Campeonato se impartió un curso de jueces, siendo su profesor Luís Ramos Paúl. Se respiraba un ambiente festivo amenizado en la entrega de premios por la banda de música municipal. No en vano esta localidad sevillana es la que más jinetes y adeptos tiene a la Doma Vaquera sin duda, semilla que Rafael Jurado desde su escuela de siempre en el Cortijo del Cuarto supo depositar y que en esta tierra bendita floreció con identidad propia.
Fue precisamente Rafael quien con un grupo de jóvenes paseó nuestra Doma y costumbres por toda la geografía española y europea desde los años 70 con su carrusel: Cómo bailan los caballos del Cortijo de Cuarto. Grupo éste de aficionados entre los que se encontraban Luis Ramos, Enrique Cabeza, Pepe y Rocío Jurado, El Cali, Currito, Alvarito Páez, Manolo Moreno y algunos más entre los que me encuentro y de lo que me siento muy satisfecho y orgulloso.
Pero los años 80 lamentablemente estuvieron marcados por la fatal Peste Equina. Así, en el año 87 no pudo celebrarse el Campeonato. Sí se hizo en el 88 en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, Campeonato éste que por celebrarse en una localidad sin identidad ni experiencia organizativa hasta entonces, por ser un pueblo lejano para los jinetes del bajo Guadalquivir donde nuestra doma estaba realmente bien asentada y reconocida, pasó sin brillantez por el calendario de los Campeonatos de España, ganándolo en aquella ocasión Antonio Angulo con su caballo ‘Valduque’ y marcado por la ausencia de todos los jinetes que decidieron tras algunas reuniones ponerle freno a las decisiones de la Federación. Eran otros tiempos donde al parecer aquellos jinetes se sentían dueños de lo nuestro al menos en acontcimientos importantes como el Campeonato de España.
Pero un nuevo brote de peste se llevó al traste la celebración del Campeonato en el 89.
Tengo que hacer referencia y mención a nuestra disciplina hermana: el Acoso y derribo. Naciendo al igual que la Doma en el año 70, discurrió durante muchos años en Jerez y Sevilla, en la dehesa de Coria del Rio y en el Cortijo de Vicos. Acudían colleras de todos los rincones de España donde había tradiciones ganaderas: Badajoz, Salamanca, Valladolid, Sevilla, Cádiz y Huelva. La consigna en el rodeo: “Suerte y que gane el mejor”. Esa collera ganadora tenía el privilegio de celebrarlo en su tierra al año siguiente, así era y así es todavía y es que los garrochistas quizás tienen ese sentido de las tradiciones que hacen que esta disciplina auténtica, señera y autóctona no pierda los valores de una cultura más que centenaria.