Con la marcha de Javier García Romero, la institución dice adiós al primer grupo de jinetes que llegó al Recreo de las Cadenas hace más de treinta años con Álvaro Domecq Romero
La Real Escuela del Arte Ecuestre rindió el pasado mes de octubre un homenaje a Javier García Romero con motivo de su jubilación. El Recreo de las Cadenas despidió a esta ‘institución ecuestre’ entre la “tristeza y la satisfacción”, según palabras del propio director Francisco Reina. Tristeza porque con Javier García Romero desaparece la esencia de aquel alocado proyecto que nació hace ya más de treinta años en el parque González Hontoria, un sueño encabezado por Álvaro Domecq Romero, Alvarito, y que tres décadas después es la referencia del turismo andaluz en el mundo entero. Y satisfacción porque para la familia que integra la Escuela se va “una gran persona y un gran profesional del mundo del caballo que hemos tenido la suerte de conocer”.
Javier García Romero integró hace treinta años el grupo de jinetes que dio vida a una primitiva escuela de equitación en Jerez, una equitación distinta que estaba llamada a dejar boquiabierto a medio mundo con el paso del tiempo. Como así ha sido. Álvaro Domecq Romero eligió para este proyecto a Javier García Romero, a Antonio Moreno ‘El Pelao’, a Antonio Diosdado, a Luis Ramos Paúl y a Cañero, y ha sido Javier García Romero el que más años ha permanecido en la institución, hasta el punto que ha sido el único de aquel grupo que se ha jubilado dentro de estas fabulosas paredes.
Por esto, el 11 de octubre fue un día especial para Javier García Romero y para la Escuela en general. Además de jinete fundador de la Escuela de Arte Ecuestre, García Romero ha sido el profesor encargado de enseñar a generaciones de alumnos. Algunos se han ido incorporando a la plantilla de jinetes fijos de la Escuela y otros han emprendido su camino en solitario, pero todos ayer quisieron destacar el importante papel docente del veterano jinete. El portavoz de todos ellos fue Manuel Ruiz, que pertenece a la generación de Ignacio Rambla o Rafael Soto, que reparó en la calidad de los conocimientos ecuestres del jinete y en la herencia que deja en el Recreo de las Cadenas.
La última clase de equitación la impartió el día de su jubilación en el salón del Museo de Carruajes del recinto de la Real Escuela. Ante el grupo de jinetes, mozos, autoridades e incluso del propio Alvarito, que quiso estar con Javier García Romero en tan señalado día, el jinete reconoció que abandona la institución “contento” porque se ha sentido “muy bien tratado por compañeros y directores durante todos estos años”. Resaltó que su maestro ha sido Álvaro Domecq Romero, una persona a la que “siempre he visto como un triunfador a caballo y como un infatigable trabajador y mejor compañero cuando desmontaba”. En la década de los sesenta, cuando la Escuela aún no existía, García Romero se empapaba de conocimientos recurriendo a otros centros ecuestres de Jerez y de Andalucía. En todos ellos escuchaba una expresión que se le quedó grabada con el paso de los años. “Al caballo hay que pedirle”. El jinete ironizó ayer señalando que los caballos no son “directores generales de ninguna empresa ni de ningún banco. Al caballo no hay que pedirle. Sólo hay que llegar al equilibrio”. Esta anécdota la rescató de la memoria para reconocer la labor de toda la plantilla de la Real Escuela, que “en equilibrio” hace que todo funcione. “Mozos, jinetes, secretarias, azafatas… Todos son igual de importantes en esta casa, aunque unos se lleven los aplausos y otros no, todos son básicos para el equilibrio”.
Previamente a las palabras del jinete, la Escuela celebró su habitual espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces, que contó con un número especial para despedir a Javier García Romero en el que los tres jinetes más significativos de la Escuela, Rafael Soto, Ignacio Rambla y Manuel Ruiz interpretaron un paso de tres relativamente espontáneo ante la emocionada mirada del veterano profesor, del último jinete.