Vivimos tiempos de grandes cambios. El futuro se aventura en cuanto hablamos con amigos y conocidos. Hay incertidumbre, y cada día más. Los años en los que podíamos atrincherarnos en una posición, mantenerla y tener éxito han desaparecido. Los mayores gurús del mundo así lo han reconocido estos días, hasta el punto de que no saben qué hacer y tampoco qué va a ocurrir. La única seguridad es que va a haber transformaciones, y más en nuestra forma de concebir una economía basada en el margen que puede traer el intercambio de mercancías o servicios. Los modelos tradicionales de negocio están en el ojo del huracán. Cada día más, la vida se traslada a la red, al mundo virtual en el que, curiosamente, las relaciones comerciales, basadas en la confianza y en el prestigio de cumplir con lo que se anuncia, son necesarias.
La clave en este auténtico nuevo orden social va a estar en la mayor o menor facilidad para acceder a la financiación a largo plazo. Esta se va a encarecer y reducir bastante, con todo lo que ello implica para las pequeñas y medianas empresas, que necesitan cada día más de créditos para poder emprender. Y en este contexto, la información será el núcleo del nuevo orden. Pero ¿cómo se traduce en la práctica y en lo concreto todo esto? ¿Qué podemos hacer los ganaderos de caballos ibéricos y qué medidas hemos de tomar?
El individualismo está llamado a perecer en un mundo de vendedores en el que todo es complejo, demasiado grande y, en definitiva, inabarcable. El individualismo se hará comprador. Hace falta por tanto repartir tareas y concentrar energías. Y hacerlo en todos los ámbitos: en la empresa, en la familia, en la ganadería, en nuestros caballos. Y así poder, quizá, tan solo quizá, conservar cierta calidad de vida.
Hoy, a pesar de la crisis, existen clientes de caballos ibéricos dispuestos a comprar. Viajan y visitan ganaderías, contactan con profesionales e intermediarios, buscan en internet. Pero muchos vuelven con las manos vacías. No encuentran lo que buscan y, cuando lo hacen, es aún a cambio de precios muy elevados. El hecho es que el comprador ya no está dispuesto a pagar sobreprecios. Y el ganadero sigue sin estar dispuesto a bajar sus tarifas. Cada vez más, ese mismo animal que no se ha vendido con tal de mantener los precios termina por ser enviado a los cebaderos de carne. El resultado es que el mercado no se mueve. Y, ante ello, todos estamos de acuerdo en que la actitud en general es poco fructífera.
El ganadero de hoy debería aprovechar la coyuntura actual para hacer una auténtica y drástica limpieza de animales en su ganadería, basarse en la máxima calidad, quedarse con un máximo de doce yeguas, usar las biotecnologías reproductivas de forma profusa y el resto, simplemente, liquidarlo. Esto suena esperanzador, pero lo cierto es que dentro de un año a ese ganadero le van a dar aún menos dinero por esos animales que no ha querido vender y/o terminarán rotos en manos del jinete de turno que obligatoriamente tiene que ofrecer resultados más o menos inmediatos. La propia idiosincrasia del ganadero español, que no vive exclusivamente de la ganadería, ha permitido este tipo de actuaciones; pero, a partir de ahora, ni siquiera esto va a ser posible.
El mercado
Encontrar hoy día un comprador es un lujo por la sencilla razón de que no hay liquidez. El mercado lo que está anunciando es que va a comprar o lo muy barato o lo muy bueno, los niveles intermedios son los que más van a sufrir, y es aquí donde está precisamente el mayor volumen de animales en nuestro país. El resumen es claro: hay que intentar criar lo mejor, y aquellos animales que no consigan el nivel de calidad óptima habrá que venderlos a precio bajo. Los otros, los top, sí se podrán vender a precios elevados. Es el sistema europeo. Pero, además, con los ejemplares más prometedores, con los elegidos, hay que concebir un plan de venta o uno de entrenamiento que los lleve a una carrera deportiva sin paliativos, lo que implica enormes, sí, enormes, gastos. La otra posibilidad es trasladar esta tarea a un tercero que lo haga por nosotros, bien a través de un comprador y/o profesional que se comprometa. Por ello, seleccionar muy bien el destinatario de nuestros mejores animales es algo crucial en la labor de promoción de nuestra propia ganadería, porque un animal bueno que se queda en el camino es una pérdida irreparable, mucho mayor que la de conseguir un mayor o menor margen en la venta.
Por otro lado, las asociaciones de ganaderos se tendrán que hacer fuertes, muy fuertes, tendrán que dictar normas prácticas y de riguroso cumplimiento para todos y profesionalizarse en la gestión. El ganadero individual va a necesitar de los demás ganaderos como nunca lo ha hecho, no solo para abrir líneas, para buscar sementales, sino para optar a un mayor abanico de ejemplares óptimos. El primero que ha de cuidar que el otro respete los estándares de hipercalidad es el propio ganadero. A través del asociacionismo, y de la idea de comunidad que Internet ya recoge perfectamente, se podrá reconducir también la venta, el entrenamiento, la salud y la gestión. Esto reducirá costes y aumentará el nivel de especialización. El resultado de todo esto es que el ganadero tendrá que aportar a la asociación mucho más de lo que lo hace hoy día y, en consecuencia, exigir también mucho más.
La subasta
La subasta es hoy quizá el más importante vehículo internacional de comercialización de animales de una raza. Sin embargo, sin calidad en los animales cualquier subasta se vuelve un fracaso. Si estudiamos las últimas de los Oldenburgo, por ejemplo, vemos que un animal fue vendido por 500 mil euros, pero que muchos otros rondaron los 15 mil. El nivel de seriedad es alto en estos vendedores que rebuscan caballos top para el deporte y para la cría. El semental vendido no es cualquiera, sino uno que ha pasado una serie de rigurosos controles de la propia asociación que se juega su propio estándar de calidad. Hoy día, otra raza, el Trakehner sabe muy bien lo que significa hacer limpieza entre sus animales y empezar desde cero. Justo lo que se necesita con nuestras razas ibéricas. El resultado es que muchos de los actuales sementales centroeuropeos son de raza Trakehner y han sustituido enormemente al Pura Sangre Inglés como raza mejoradora al haberse centrado el mundo de las carreras en las distancias cortas.
La asociación es por tanto el único “taxi libre” para hacer posibles mejoras significativas en una ganadería a corto plazo. Sin embargo, la realidad es que una mayoría de miembros no quiere colaborar, aportar y vivir el día a día de estos organismos. A menudo ni siquiera hacen uso de las posibilidades de la comunicación y del marketing. Muchos medios están ahí, al servicio de todos; pero, como decíamos al inicio de este artículo, a menudo falta la “información” que haga ver y lleve hasta ellos. Se basan las decisiones en las buenas intenciones y a menudo se olvida que necesitamos de la información del “otro” para que la decisión sea más global y por tanto más correcta.