La puesta más universal y comprensible es la apuesta al ganador, que se puede realizar en cualquier hipódromo del mundo sin conocer si quiera el idioma, solo con levantar una mano con el número de dedos del caballo elegido y otra que muestre una moneda con la cantidad exacta que se quiere jugar. La cotización de la apuesta ganadora es fácil de prever y mostrar en los totalizadores porque funciona por masa común: todo el dinero jugado en esa apuesta, descontados los impuestos y el porcentaje para el hipódromo va para los acertantes. Este relato permite saber con bastante antelación la cifra aproximada que pagarían a nuestro caballo favorito, que a partir de unos 15 minutos previos a la salida suele oscilar solo levemente. No obstante la apuesta a ganador pertenece al género de las de “último minuto”, por lo que una parte muy importante del total del dinero apostado se juega en la cercanía de la disputa de la carrera. La primera hermana de la apuesta ganadora es la de colocado, ideal para el que empieza en esta afición.
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