En los días de El Rocío de 2017 ha hecho mucho calor. Eso no es ninguna novedad, sobre todo cuando la romería cae en junio. Tristemente tampoco es novedad que se cuenten, en una decena, los animales que han muerto en el transcurso de la peregrinación, evento que todavía no ha concluido, pues a diversas Hermandades aún les quedan horas y días para regresar a sus respectivos municipios.
El calor ha sido, desde luego, uno de los factores que más ha influido en el estado de salud de los equinos, en su desgaste físico, aunque fuentes de los Servicios Veterinarios de la Junta de Andalucía sitúan en el cólico la auténtica causa de la muerte de, al menos, dos de los 10 caballos que han muerto (como señala www.eldiario.es). Del resto de autopsias aún se desconocen los resultados, y si de hecho han tenido o no lugar.
Más llamativo es, en cambio, la muerte de un buey de la Hermandad de Triana. No ocurría tal cosa desde 1996, aunque en este caso no hay causa aparente. El animal se desplomó al llegar a la Aldea de El Rocío.
La orografía del territorio tampoco ha ayudado, con zonas de los caminos en las que se ha amontonado demasiada arena, con el consiguiente sobreesfuerzo por parte de los animales.
En cualquier caso, los propietarios de caballos y los caballistas deberían extremar los cuidados a favor del bienestar del équido, pues la imagen del sector que estas cifras ofrecen, año tras año, hace flaco favor a la afición. De hecho, “está pendiente de cierre una queja abierta de oficio en junio de 2016 por el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, dirigida a la Consejería de Justicia e Interior en relación con estos casos”, según el citado portal digital.
Es más, el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) ha imputado a un total de ocho personas por maltrato animal en El Rocío de 2017, por tener a los animales desnutridos o heridos (y con gente montada), o por contar para las labores de tiro con animales de más de 25 años.
Texto: Redacción. Foto