Las directrices del ejercicio: entrada a galope a mano derecha, rectitud, reparto del peso sobre los cuatro miembros (aplomados), cargar peso en la parada, inmovilidad y saludo.
Si bien en otras disciplinas la aparición del conjunto jinete-caballo en la pista se puede tener el beneplácito de ejecutarlo a voluntad del jinete (a una u otra mano indistintamente) en Doma Vaquera es rigurosamente obligatorio hacerlo a mano derecha.
Todo el que monta a caballo en nivel medio o alto sabe la gran dificultad de una correcta salida al galope desde la parada o desde el paso. Esto exige un grado de doma importante, y así debe considerarlo un juez capacitado.
Es la primera impresión del espectador que sabe lo que ve y del juez que tiene la oportunidad de valorar el ejercicio con distinta puntuación de un participante a otro. El caballo estará quieto en la entrada, tranquilamente concentrado y atento, esperando las órdenes de su jinete, este esperará el permiso del presidente del jurado y, a su vez, estará en sintonía con el micrófono y el toque de campana, “el jinete puede entrar en la pista”, y si se retrasa el toque de campana puede hacer que el jinete se precipite debido a su estado de nerviosismo e inquietud, haciendo que el jurado lo elimine, como he visto en algunas ocasiones y esto no es justo. Apunto estos detalles para crear un espíritu de reflexión-opinión intentando que entre todos mejoremos en lo posible todos los detalles que, por pequeños que parezcan, tienen gran incidencia en la competición real.
Si el jinete coloca su caballo en la entrada de pista, ya denota gran confianza en él, en su grado de atención, en su impulso y reunión. Su primer tranco será a galope, su partida será derecha, su mirada tranquila, sus orejas, su franqueza, su colocación, etc.
No debe tener la misma valoración que quien sale varios metros atrás, mete la grupa, da trancos de paso o trote intermedios o sale a la mano izquierda. Los jueces responsables deben diferenciarlos y sobre todo los jinetes que se precien deben preocuparse por este ejercicio, que aunque aparentemente simple, como ya se ha dicho, entraña gran dificultad y demuestra el nivel alcanzado en la doma.
La hoja de ejercicios
Tuve la oportunidad de asistir a todas las reuniones que se celebraron para la confección de la hoja de ejercicios. Invitado por el ya fallecido D. Juan Guardiola Soto como presidente de la Federación Andaluza, y acompañando a D. Álvaro Domecq y Díez, D. Juan María Maestre, D. Ángel Peralta, D. Benito Íñiguez como secretario de la Federación, y D. Sebastián Recassen como vocal de la misma. Allí se debatieron punto por punto todos los ejercicios y sus directrices, que en su generalidad son de las que nos servimos en la actualidad. No se escatimó esfuerzo en conseguirlo y gracias a sus conocimientos e interés, la hoja de ejercicios número dos después de 30 años ha sufrido pocas variaciones.
Realmente está bien hecha. Pocas alteraciones podrán hacerse en lo esencial, y habiendo permitido gracias a su solidez el progreso que nuestra Doma ha tenido. Mantuvieron y exigieron que el galope fuera a la derecha porque tradicionalmente así era como galopaban los caballos en el campo. Esta exigencia permitía al garrochista encontrarse cómodo al “soltar”. El caballo no intentaba salirse de la suerte y favorecía al galope siguiendo el recorrido de la res, tal era la obsesión por esto, que he visto verdaderas batallas con caballos que se cambiaban a la izquierda. Esto era el fin que se pretendía, el Acoso y Derribo. Así se respetó este galope a mano derecha como símbolo de nuestras tradiciones.
He montado caballos domados de forma tradicional en el campo y os aseguro que he pasado un verdadero calvario para sacarlos a la izquierda, sin conseguirlo, lo que demuestra que los hábitos adquiridos en equitación son difíciles de erradicar… Pero volviendo a la línea central, el caballo galopará franco, largo, en arreón o en corto, así debe ser y así nos diferencia de otras disciplinas.
También se hizo mucho hincapié en que los ejercicios deberían ser libres en su ejecución, es decir, a voluntad del jinete. Así siempre se vio quienes entraron en arreón, en galope corto e incluso en un adorno de una vuelta sobre las piernas (siempre a mano derecha). Es la verdadera creatividad del jinete que se encuentra seguro de su caballo, que quiere demostrar un punto más que los demás, un agradar y animar a un público que espera caballo tras caballo, concurso tras concurso, algo que sea distinto, algo que le haga incorporarse de su asiento, algo que anime al jinete cuando sienta su aliento… algo, en definitiva, que sirva para enriquecer nuestra competición y a esos los reglamentos no deberían cortar las alas.
La rectitud en el galope
Si era importante la rectitud en la partida al galope, igualmente lo es en el galope por la línea central. Partir al galope desde la parada requiere una concentración por parte de ambos, una puesta a punto de las ayudas correctas. No se debe salir a la ligera. Cuando esto sucede, por lo general el jinete adelanta su cuerpo haciendo que el caballo pierda su equilibrio, cargando peso en los delanteros y por consiguiente dando unos trancos de paso o trote. En esta posición, la pierna exterior retrocede demasiado y la interior no está en la cincha, activando el pie derecho del caballo. Si además la colocación de la cabeza no está ligeramente a la derecha se dan todas las circunstancias favorables para que el caballo parta atravesado. Esto es de tener muy en cuenta por los jueces y por los jinetes, no olvidando que las partidas correctas a galope desde el paso y desde la parada a una y a otra mano, son los mejores principios para la enseñanza de los cambios de pie. Si el caballo toma el hábito, por falta de atención del jinete en estas salidas, el caballo seguramente tomará esta posición de atravesado en los cambios de pie, perdiendo así todo su valor. La parada delante del jurado pienso que debiera ser suave, bajando la grupa y mostrando una flexibilidad en todas sus articulaciones. Este remetimiento de posteriores como exigen las directrices, hacen que el caballo aligere el peso de los anteriores y por lo tanto estando en la mano suave y ligero, sin picotazos, sin resistencia, su nuca en el punto más alto, el perfil de la cabeza en la vertical. Es también un ejercicio que muestra al juez la puesta en mano desde el comienzo. Detalles como la resistencia, la expresión de la mirada, las orejas del caballo, el juego de sus maxilares, la descontración, “el merengue” como símbolo de una boca ágil y no seca como prueba inequívoca de una boca muerta que no tiene conversación alguna con la mano de su jinete. Todos estos detalles deberíamos tenerlos en cuenta, porque todo esto no es una cosa nueva, está escrito en los libros desde mucho antes de que el caballo se dedicara a la competición deportiva. Se utilizaban para la guerra, para el servicio de la ganadería, para la caza, el transporte y otros menesteres. Pero allí donde había un “jinete fino”, con delicadeza, buscaba estas sensaciones de las que hoy no deberíamos olvidarnos si queremos que nuestra Doma sea considerada artística, así lo definía D. Álvaro Domecq y Díez para nuestra jaca: “un parar sin estridencias”.
Siempre se lee en los libros serios de equitación, que el caballo debe domarse de atrás hacia adelante. Así las ayudas del jinete deben de permanecer durante toda la doma y hasta el final de la vida útil del caballo. Las ayudas serán siempre las mismas y en el mismo orden. En las medias paradas y más aún en las paradas, se deberán anticipar las ayudas de piernas y asiento a las de retención de la mano. Por contradictorio que pueda parecer así es como únicamente puede el caballo pararse reunido y mantenerse de la misma forma en la parada. Las piernas que lo impulsan y el acompañamiento del riñón del jinete, hacen que el caballo se despierte para aproximar sus posteriores debajo de la masa, siendo la mano quien definitivamente lo detiene. Una mano que actúa individualmente, es decir, que no espera que las piernas y el asiento del jinete llamen al impulso, aniquila la posibilidad de que el caballo meta los pies, bajando la grupa y finalmente quedando quieto en la reunión. Por lo tanto, es así como debe hacerse, pierna, asiento y mano. No sé qué diferencia de tiempo hay entre la pierna y la mano, pero por este orden. Esto deberíamos tenerlo siempre claro.
Usar las manos
En la mayoría de los casos, cuando predomina la mano utilizándola anticipadamente, el caballo bajará el cuello abocinándose, o bajará el cuello resistiéndose. En los dos casos el caballo parará echándose sobre sus espaldas y frenando sobre los delanteros. Ya esto dice muy poco de un caballo de doma, esto es casi normal en un caballo de servicio, que su punto de equilibrio no es como el de doma, pero de estos no estamos hablando.
Otros levantarán el cuello oponiéndose a la flexión de la nuca, a la cesión de la mandíbula y por lo tanto hundiendo el dorso detrás de la columna, justo donde el peso del jinete. Así es imposible que cargue peso sobre los posteriores, por mucho que estos se adentren hacia delante, engañando al espectador inexperto. Cargar sobre los posteriores es otra cosa, es hacer que el caballo meta los pies armónicamente, flexible todas las articulaciones que comprometen al cuarto trasero, cuartilla, corvejón y babilla y esto hace que baje la grupa. Además, esto necesita de la tensión del dorso que soporta el peso del jinete, el cuello alto y la nuca arriba con el perfil y la vertical. La mandíbula descontraída. Se aligera el tercio delantero… y todo queda como una estatua, cuadrado y tranquilo. Y en esta actitud de confianza y tranquilidad en la parada ¿qué impide que el jinete coloque las riendas alrededor de la perilla para acomodarse el sombrero?
Cierto es que el reglamento prohíbe soltar las riendas, pero esto no se refiere exactamente al saludo. Al principio de los concursos, salieron jinetes haciendo florituras circenses, llevando al caballo a hacer figuras y ejercicios con las riendas sueltas. Empleaban el peso y las piernas y por supuesto haciendo caricaturas de los ejercicios bien realizados. Hubo que salir al paso, y cuando se confeccionó la hoja reglamentaria, se hizo esta puntualización para que no se produjeran semejantes improperios, solo para eso.
Después se ha hecho mal uso de esa norma, especialmente por jueces que realmente no saben el comportamiento del caballo en el campo. Y ese es nuestro origen y así me gustaría que se recordara para que estos detalles nos distingan de otras disciplinas. Yo diría más, primaría al jinete que con su caballo aplomado y tranquilo, saca el barbuquejo y se coloca el sombrero con la comodidad que dan las dos manos y su caballo ni pestañea esperando las órdenes de su jinete.
En el campo, hay multitud de ocasiones en las que el vaquero necesita las dos manos: para abrir un cancelín, para apuntar en la libreta el becerro nacido, la vaca que malpare, la que sale a celo, echar tabaco, etc., el caballo permanece quieto y tranquilo. Esta es nuestra doma y así deberíamos mantener estos detalles que le dan categoría y distinción.
El saludo también parece una tontería. Se ve de todo, quien se quita el sombrero cogiéndolo de un puñado de atrás para delante, el que lo coge por la copa como si de una mascota se tratase, y el que se lo quiere quitar antes de quitarse el barbuquejo. Pienso que la forma correcta es cogiéndolo con la mano derecha, por la parte delantera derecha del ala, con el pulgar hacia arriba y el índice atravesado hacia abajo. El pulgar que lo despega hacia arriba y hacia atrás de forma que el jinete no se despeine, el brazo queda relajado estando el sombrero detrás de la pierna con el interior cerca de las costillas del caballo.
Así hemos terminado con este capítulo, entrada al galope, parada, inmovilidad y saludo… aparentemente sencillo. Pequeños detalles que distinguen lo bueno de lo corriente. Elijan ustedes.
Texto y Fotos: Joaquín Olivera Peña In Memoriam