Ser Alumno

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Ser alumno es entregarse con fe ciega a su maestro, porque si no crees en él, no se consigue nada, y tener la seguridad de que tu maestro no te va a empujar hacia un precipicio, sino que te va a ayudar a corregir errores.

Ser alumno es ejercitarse a grandes dosis en la Paciencia y en la Humildad. Dos virtudes tanto de jinetes, como de frailes. Paciencia, porque a veces no se ven los resultados apetecidos de momento. Humildad, para que durante las clases no quieras demostrar que tú sabes más que tu maestro. ¡Porque si sabes más! ¿Para qué vienes a dar clases?

Ser alumno es guardar un respeto a tu maestro, ¡pero no miedo! que es otra cosa distinta y distante. Guardar silencio durante la clase, porque en clase solo habla el maestro, aunque el alumno no entienda de qué va la cosa. De lo contrario, la clase se convierte en una discusión. Luego, pie a tierra, el alumno y el maestro, pueden dialogar sobre lo que salió mal o salió bien. Porque las clases no tienen por qué salir siempre bien. Las hay que salen regular y que en otras ocasiones salen mal. La clase no es un concurso, en donde por obligación tiene que salir bien. La clase es un periodo de tiempo para corregir incorrecciones.



Ser alumno es pasar una noche en blanco, sin comprender lo que tu maestro te dijo en la clase. Levantarte por la mañana y pedirle al maestro el mismo caballo, y volver a la misma clase del día anterior.

Ser alumno es comprender que las pequeñas cosas que te indica tu maestro no van a tener un efecto brillante e inmediato, pero que a lo largo de tu vida ecuestre van a ser más efectivas.

Ser alumno es querer a tu maestro, y creer en él, con una fe ciega, con la misma fe que él cree en ti, aunque de momento no lo entiendas.

Ser alumno es comprender que tu maestro no quiere prepararte para que hagas una exhibición brillante y efímera, sino para que en un futuro sepas arreglar muchos caballos.



Ser alumno es que cuando ya seas jinete y caballero, y con el paso de los años, estés trabajando un caballo, y ante cualquier acontecer, de momento, tu memoria resucite, y exclames: ¡Esto es lo que me dijo mi maestro!

No ser alumno es: acabar la clase, poner pie a tierra, y decirle a tu maestro: ¿Cuánto le debo?

Texto y Fotos: Luis Ramos Paúl in memoriam


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