Medias vueltas al paso y paso atrás con Joaquín Olivera

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Recuerdo a los aficionados de mi pueblo, casi todos picadores, de familias dedicadas durante generaciones al toro, y que finalizada la temporada taurina el que no iba a las Américas, tenía esos meses de descanso que ocupaba en sus menesteres, y casi todos al potreo y doma de caballos de aficionados y de ganaderías que se les confiaban para ello.

La antigua fábrica de harina de José Santa Cruz servía de picadero. Tenía tantas dependencias que se habilitaban para cuadras y allí vi a los Salas, los Corcheros, Piqueras, Mariano Mejías, Manolito Porrón… En la Puebla, Antonio Díaz y el Bichero. En los corralones de las casas agrícolas y ganaderas, el corral de los Peña, la casa vieja de los Campos… Recuerdo que los primeros pasos, muchos los hacían con riendas largas, que paseaban al potro por las calles y más tarde no era raro ver a estos mismos con una “madrina”. Parece que estoy viendo a los jinetes con su vara de membrillo terciada sobre el cuello “echando los potros sobre las piernas”, el cimbreo de la vara a uno y otro lado del cuello los reunía, los ponía en aviso, las paredes de las casas en las calles estrechas servían para recogerlos y remeterlos.

Me decía D. Ángel Peralta cuando me hablaba de vaquera de la jaca torda de Pepe Peña, una jaca que echada en las piernas esperaba que su jinete la mandara, su cola temblaba y no había becerro que se le fuera a la hora de enlazarlo, siempre me hablaba de ella: “la jaca torda de Pepe Peña…” Eran otros tiempos, otras formas, otros métodos, que con nostalgia recuerdo.

Medias vueltas al paso

Echar un caballo sobre las piernas no es tarea fácil. Al igual que dijimos para otros ejercicios de doma, sin la ayuda de la reunión es casi imposible hacer medias vueltas de forma ordenada. La reunión es difícil conseguirla sin la ayuda de la colocación, la puesta en mano y el impulso. Por lo tanto, ¿por qué pedirla a potros que carecen de este nivel de doma? La capacidad que tiene un caballo para volverse sobre las piernas siempre va unida al equilibrio. El equilibrio no es otra cosa que aligerar peso de los delanteros para echarlos en los traseros, y esto es difícil sin la reunión. La reunión que es la compresión del caballo que compromete a todo su cuerpo. Los posteriores que se preparan debajo de la masa y cabeza y cuello que en posición de recoger hacen que se aligere el peso de las espaldas para echarlo hacia los posteriores, hacia el pie interno que será el eje del giro, soportando todo el peso. Yo creo que esto aclara muchas cosas.

Las directrices del ejercicio decían: giro de 180º grados y en tres tiempos recoger, girar y caer a la mano del giro. Lo de 180º grados fue una propuesta que se hizo para mejorar aquello del “tornillazo” o giro de 90º grados que hacían muchos caballos para no echarse en las piernas y salirse de la reunión. También por nerviosismo y poca tolerancia a las piernas del jinete y hacían estos “cuartitos” que era producto más del desorden que de la petición de su jinete.

Joaquín Olivera Peña con su yegua Turronera. Obsérvese la flexión del posterior interno

Por tanto, esto hay que tenerlo claro: 180º grados no debe ser la única referencia para jueces y jinetes. Cierto es que hay que acercarse a la directriz, pero la búsqueda de muchos jinetes de esto no ha hecho más que desvirtuar el ejercicio.

En el campo, los caballos que tiene la lección aprendida, que saben su oficio, se echan en las piernas de forma natural. Tienen una ayuda importante, yo diría más que la de su jinete y es “saber de ganado”. Entre corrales, esa atención y tensión que le da la prontitud para cortar la cara al becerro que testarudo no quiere dejar a la madre o compañeros de camada. A campo abierto para castigar una res cuando no quiere obedecer y se embroca. Unas veces echándolo de cara a la res y se volverá en las piernas con agilidad a la pronta embestida y así sacarla de su querencia. Otras, echando al caballo en las piernas y con pasos cortos atrás encelamos para llevarnos el animal.

En cualquier caso, la media vuelta en el campo no es un adorno, es el ejercicio más funcional que demuestra el grado de obediencia junto con el paso atrás. El caballo, diligente en la mano de su jinete, recoge su cabeza y cuello contra el tronco y a la vez que bajando la grupa, remete sus patas para volverse sobre ellas. El ganado ayuda a que esto se realice con agilidad, sencillez, prontitud y naturalidad.

Las manos que acarician el suelo, será la prueba de que el caballo flexiona las piernas y en consecuencia baja la grupa. Esto es lo realmente importante y exclusivo de nuestra doma. Como decía D. Álvaro, que entusiasmado explicando las faenas de campo, con sus manos quería simular las medias vueltas y decía: “ese caballo que echado en las patas se vuelve… ¿Cómo se vuelve que?” En la pista, desgraciadamente, se ha aplaudido demasiado a las medias vueltas de adorno. Espectadores que no saben de las características de nuestra doma y jueces que se han dejado llevar por el entusiasmo, puntuado demasiado estas medias tan elevadas como inútiles, tan lejos del suelo como de la funcionalidad que exigen nuestras raíces. Sin duda, poco y malo lo que han aportado.

El Impulso

Para la enseñanza de este ejercicio siempre aconsejo el impulso. Con el impulso hacia adelante, si el caballo está en la mano y obediente para recoger, será fácil que se arremeta de posteriores en la retención o semiparada que debe haber antes de la media vuelta. Y este será sin duda el primer tiempo para volverse. El caballo que se retiene sin remeterse se volverá sobre unos pies rígidos que harán que la media vuelta sea elevada. El que camina sin impulso y sin reunión necesitará para volverse rectificar el pie interior detrás de su esqueleto evitando cargar peso sobre él y por lo tanto carece de todo valor.

Colocando al caballo ligeramente flexionado al interior, se garantiza la penetración del pie interno. Para esto, el caballo estará en la mano ágil, contacto ligero en las dos riendas y como decíamos en capítulos anteriores que con la sola indicación del dedo meñique el caballo obedezca a la flexión del lado de la vuelta. El peso del jinete que ligeramente hacia atrás ayuda al caballo a cambiar su equilibrio, la pierna exterior detrás y la rienda exterior ordenan la media vuelta. En ningún caso, el caballo debe volverse con la ayuda del cuerpo del jinete exclusivamente.

El jinete debe permanecer derecho, natural, como exigen las reglas de la buena equitación. Acompañar al caballo en el giro sin contorsionar el cuerpo. Sin salirse de la montura al interior antes de la media vuelta. Sin que el caballo gire antes que el cuerpo del jinete. Sin que el jinete se recueste sobre el cuello en el giro. Yo siempre digo que el jinete debe ser la prolongación del cuerpo del caballo y este (el caballo) la prolongación de la mente del jinete; esto es lo que distingue lo bueno de lo corriente, lo exquisito de lo vulgar.

En el campo, ante situaciones desesperadas, es normal que se pierda la compostura en muchas ocasiones. Lo importante es resolver la faena con soltura y prontitud, aún así los “jinetes finos” no pierden fácilmente su posición correcta, va innata en ellos. Tienen ese privilegio que transmite naturalidad, temple, sencillez, y hace que todo parezca fácil. Esa difícil naturalidad que no es otra cosa que la seguridad, el dominio sin estridencias. La compenetración entre ambos basada en la confianza. El saber hacer sin titubeos es algo que está al alcance de pocos.

José María García Jarana con su caballo Emiratos Árabes

Hay jinetes que obsesionados por controlar la grupa de su caballo lo llevan atravesado antes de volverlo y esto ya lo pone sobre aviso, haciendo el caballo continuas intenciones para volverse, perdiendo el impulso y no echarse en las piernas. El jinete tiene que estar seguro de su caballo, de su puesta en mano y de su reunión. El impulso es la mejor garantía para la media vuelta y el jinete debe afrontarla con seguridad y no querer estar seguro a base de repetición. Ningún ejercicio genuino de vaquera debe conseguirse por repetición en los entrenamientos y mucho menos la media vuelta al paso, que es el que menos podemos tapar ante los espectadores y jueces si el caballo se nos anticipa. El caballo de vaquera debe de estar dispuesto para volverse y revolverse. Esto lo da la obediencia y la destreza que brinda la reunión, equilibrio y ligereza a las ayudas. No en vano siempre he escuchado decir a los antiguos aficionados que su caballo se volvía “en la pisá una vaca” otros decían que “en un palmo de terreno”.

Se observa en ocasiones que el caballo al recogerlo para volverlo protesta, picotea o pone la cara al lado contrario del giro, es el anticipo de una mala vuelta, que en ningún caso, se debe proseguir su enseñanza hasta no tener asegurada la puesta en mano.

Enseñanza al trote

Si decimos que el impulso es la mejor garantía para afrontar este ejercicio, recomiendo que sea el trote el aire en el que se afronten las primeras enseñanzas. Este (el trote) nos asegurará el remetimiento de los posteriores en la retención y desde esta posición podrá volverse con garantía. Una vez el caballo joven se da cuenta de lo que se le exige y domina el ejercicio, el jinete deberá abandonar el trote y pedirlo desde un paso rítmico y decidido para asegurar el remetimiento antes del giro. Llegará el momento en que el caballo por agradar a su jinete unas veces, y por librarse de la incomodidad que le produce la reunión en la parada la mayoría de las veces, querrá anticiparse. Será el momento de inventar todas las fórmulas disponibles para que no nos adivine el pensamiento y espere nuestra orden. Unas veces paradas y hacia delante, otrasparadas y riendas largas. Cambiar el sitio de ejecución siempre será provechoso.

Recuerda que la repetición en este ejercicio le quitará frescura en la pista. Es bonito ver a los caballos que en la reunión antes del giro meten el pie interior con entrega y cargan sobre él, seguramente menos espectaculares en el giro, pero con toda seguridad con más eficacia y honradez, como marcan las directrices y las leyes de nuestra doma.

Joaquín Olivera Peña con su caballo Mississipi, obsérvese la colocación del caballo y la altura de los anteriores

Poner al caballo en una ligera posición de espalda adentro, en el momento de recoger en la reunión será muy rentable en el giro para marcar una media vuelta correcta.

El paso atrás

Este movimiento tan medido en Doma Clásica es para la vaquera prueba inequívoca de sumisión, manejabilidad y necesario para hacer de un caballo de doma hábil y seguro para que su jinete sienta que tiene el total dominio sobre su montura. No estoy de acuerdo que sea un ejercicio que quita la impulsión al caballo. Sí entiendo que haya que practicarlo con prudencia, que no sea desde luego el primer ejercicio que se enseñe al caballo. Pero no cabe duda que cualquier caballo que esté reunido entre la mano y la pierna no ofrecerá demasiada resistencia a su jinete.

Este ejercicio se utilizará en el campo y no solo en la ganadería, cuando me refiero al campo quiero decir fuera del picadero, para la manejabilidad. Otras veces para las correcciones al caballo que se empecinan en tirar y correr más de la cuenta. Sin duda el paso atrás bien utilizado tiene más ventajas que inconvenientes. Otra cosa es el caballo que “recula” sin control del jinete. El paso atrás entre la mano que se lo indica y las piernas que lo controlan, lo interrumpe o lo convierten en una transición al paso hacia delante, es toda una prueba de obediencia, concordancia entre las ayudas, agilidad, disposición y entrega a su jinete. A la vez que un extraordinario ejercicio para los músculos y articulaciones del tren posterior del caballo.

Suelo enseñarlo tarde, hacia los cinco años, cuando el caballo está obediente y diligente en la mano, solo uno o dos pasos al principio serán suficientes. La caricia e incluso poner pie a tierra serán milagrosos para su entendimiento. No aconsejo enseñarlo de la media caña. La nariz nos debe servir en el potro para guiarlo en exteriores, para dominarlo cuando no sabe de boca. La flexión de la nuca indispensable para el paso atrás se consigue con eficacia de la boca y no de la nariz.

La nuca flexible en el recoger y la mandíbula descontraída transmite flexibilidad al resto del cuerpo y esto favorecerá al paso atrás. La ayuda discreta de la voz con un tímido siseo, nos favorecerá. Y no olvidemos que la voz es la ayuda que primero percibe el caballo.

Las extremidades del caballo se mueven por bípedos diagonales, rítmicos, armónicos. Siempre los pies debajo y el tercio delantero arriba. Pero todo esto tiene su justa medida. El caballo tiene que moverse con soltura, en equilibrio. Si carga más peso de lo aconsejable, los pies se moverán con pereza y es normal que los anteriores los pisen. Esto también sucede por la brusca mano del jinete que aprieta cabeza y cuello demasiado contra el tronco, quitándole movilidad a los posteriores.

Si el caballo baja la cruz y en consecuencia se libra de la reunión sacando los pies, difícilmente podrá realizar limpiamente y sin interrupción, la transición al paso hacia delante y esto sí que tiene valor en este ejercicio, pues pondrá de manifiesto el control del jinete y la correlación entre ayudas de manos y piernas, todo un reto para la equitación correcta.

Texto y Fotos: Joaquín Olivera Peña In Memoriam

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