Cómo afecta la forma de montar en los pies del caballo

  • Autor de la entrada:
  • Categoría de la entrada:Caballos
  • Comentarios de la entrada:Sin comentarios
  • Tiempo de lectura:12 minutos de lectura

Para que no existan confusiones en la lectura del siguiente artículo y de una forma simple, definimos como pie del caballo al conjunto de estructuras contenidas en la caja córnea incluida esta (huesos, cartílagos, tendones, ligamentos, tejido vascular, nervios, dermis y epidermis) y casco propiamente dicho a la caja córnea (epidermis o parte externa). No confundir con la denominación coloquial de «mano» y «pie» al referirse a casco anterior y casco posterior.

En nuestra escuela enseñamos anatomía, fisiología, biomecánica, etología,… para así poder hacer nuestro trabajo de una forma holística, no focalizando nuestros ojos solo en los cascos, sino entendiendo que los pies del caballo forman parte del todo que es el caballo (cuerpo y psicología).

Evidentemente, para llegar a ese conocimiento holístico hay que partir de una verdadera pasión por este animal, siendo también importante que el buen herrador, amante de su trabajo, sea también jinete, aunque a veces solo pueda serlo de fin de semana.

Casco con un marcado desequilibrio lateromedial

La distribución de las presiones, tensiones y peso que afectan al pie del caballo, están directamente influenciadas por el trabajo que el herrador o podólogo realiza sobre el casco, cuyo objetivo es conseguir el mejor equilibrio posible para ese pie, en ese caballo y en ese momento en concreto. El tipo de recorte, la herradura utilizada, su posicionamiento en el casco y una serie de detalles técnicos harán que el caballo pueda utilizar su cuerpo y musculatura de una forma funcional. Si el herrador/podólogo no encuentra el equilibrio adecuado para los cuatro pies del caballo, el equilibrio general del cuerpo del caballo estará comprometido. Por ejemplo, si un vehículo tiene alguna/s de su/s rueda/s desequilibrada/s, vamos a tener un problema en la conducción de ese vehículo y su rendimiento no será el deseado.

Pero no es menos cierto que las fuerzas que vienen de arriba, del aparato musculo-esquelético constituido por el cuerpo del caballo más el peso del jinete, afectan a ese objetivo inicial de conseguir un buen equilibrio en el pie del caballo, es decir, la distribución errónea del peso durante la locomoción, sea esta provocada por el jinete o sea inherente al propio caballo, va a originar un desequilibrio en todo el conjunto que se manifestará en un desequilibrio en uno o varios de sus pies.

Postura acomodada y repetitiva adoptada por un potro, si no se corrige a tiempo puede causar cascos diferentes y asimetrías esqueléticas y musculares en su edad adulta

Para seguir con el símil del vehículo, imaginemos que cargamos todo el peso en un solo asiento, eso hará que la trayectoria del vehículo no sea la adecuada y el resultado final es que una o varias de las ruedas sufrirá un mayor desgaste o este será irregular.

Es importante observar si nuestro caballo adopta determinadas posturas antiálgicas o acomodadas (para aliviar el dolor o la incomodidad), que solemos interpretar como «manías», o bien si una parte de su musculatura estás más desarrollada o menos que la misma del lado opuesto. Es decir, las asimetrías esqueléticas, musculares o posturales, que el caballo desarrolla para compensar una deficiencia o dolor en alguna otra parte de su organismo son indicios claros de desequilibrio corporal, que deberá ser tratado en su causa y en sus consecuencias por el veterinario, fisioterapeuta equino u osteópata.

Está claro que estas mismas compensaciones las vamos a encontrar a nivel de sus cascos, asimetrías, hipertrofias, atrofias, acampanamientos, formas irregulares, desgastes anormales de la herradura, etc. Son indicios de que la distribución de peso y como consecuencia de las presiones no está en equilibrio en el exterior ni en el interior del pie, que deberá ser tratada por el herrador/podólogo siempre en colaboración con el resto de profesionales antes mencionados.

Evidentemente no todos estos efectos observables en el pie del caballo van a ser consecuencia de una mala equitación, pueden tener múltiples orígenes, como la conformación del propio caballo, lesiones antiguas o recientes, un mal trabajo del herrador/podólogo, falta de movimiento adecuado, dejadez en la periodicidad de los herrados/recortes y un largo etc.

No pretendo en este artículo dar una clase de equitación, pero sí me gustaría hacer pensar al lector que nuestra forma de montar puede tener consecuencias en los pies de nuestros caballos.

Cuando el caballo se deshierra sistemáticamente (o una rama de la herradura aparece siempre más desgastada) podemos caer en la tentación de sujetar la herradura con medios, a veces no demasiado recomendables (mayor número de clavos, clavos de mayor longitud y grosor, etc.). Estaremos actuando sobre los síntomas sin habernos parado a pensar dónde están la o las causas del problema.

También la monta en exterior requiere de una buena formación en equitación

Un gran número de jinetes no está en perfecto equilibrio sobre sus caballos, es decir, sentados con el mismo peso repartido de forma equilibrada, sobre sus dos isquiones, y con el centro de gravedad sobre el del caballo, un poco por detrás de la cruz a la altura de la octava costilla esternal. Además de observar esta posición bien definida debemos mantener nuestro cuerpo y miembros con una flexibilidad tal que nos permita alinear en cada momento nuestro centro de gravedad con el del caballo, con el fin de no molestar sus movimientos, permaneciendo en equilibrio con él.

Sabemos que el caballo intenta poner su centro de gravedad en concordancia con el nuestro, pero como él no puede desplazar el peso del jinete como nosotros lo haríamos cuando, por ejemplo, llevamos un saco sobre la espalda, es evidente que, si el jinete no está correctamente equilibrado, el reparto del trabajo no será igual sobre los dos bípedos laterales. En consecuencia y sabiendo que el caballo soporta más peso sobre sus anteriores que sobre sus posteriores tendremos que, en el caso descrito, nuestro caballo presentará algún tipo de problema sobre alguno de sus pies anteriores.

Puede haber personas que piensen que para montar a caballo por el campo no es necesario saber equitación, nada más lejos de la realidad como ahora vamos a explicar.

Os contaré una anécdota vivida por mi maestro CHRISTIAN THOMAS, que viene a probar lo que digo. En la época de la que hablamos Christian herraba en Francia, entre otros, unos caballos de caza. Este tipo de caballos suelen estar sometidos a unas grandes exigencias, trabajando en ocasiones los siete días de la semana, en todo tipo de terrenos, con toda climatología y durante jornadas muy prolongadas. Este caballo era montado por el guía del grupo, y desgastaba tanto un anterior que no podía hacer muchas cazas seguidas. Actuando sobre los síntomas, Christian intentó de todo para consolidar su herraje, pero evidentemente esto se convertía cada vez en algo más delicado. Un buen día, observó una herida cada vez más evidente sobre el dorso del caballo, en uno de los lados sobre los que apoyaba la montura, como salía a cazar también con este grupo, observó durante la siguiente salida, que el guía montaba totalmente inclinado echando todo su peso hacia el lado derecho, con lo que el caballo debía de compensarlo continuamente. Dedujo que esta era la causa del problema, comunicando el asunto al propietario de los caballos, quien confirmó que efectivamente el caballo del guía terminaba mal la campaña, cuando no debía ser sustituido antes. Se aconsejó al guía que tomase algunas lecciones de equitación con un monitor serio que junto con algunas recomendaciones por parte de Christian, hicieron que tanto la herida del dorso como los problemas en su herraje volviesen a la normalidad. Había encontrado la causa y actuando sobre ella había eliminado el problema.

Es importante comparar el desgaste de las herraduras o si este es irregular

Evidentemente, la forma de montar actúa sobre el equilibrio, luego también lo hará sobre el desplazamiento del caballo, con lo que en definitiva resultará afectado el herraje.

Veamos otro ejemplo. Algo tan simple como trotar a la inglesa puede tener consecuencias perjudiciales si no se realiza correctamente.

Sabemos que el trote levantado se hace siguiendo la evolución de un diagonal, preservando así el dorso del caballo. Por el juego de nuestras tres articulaciones básicas, tobillos, rodillas y caderas, amortiguamos el descenso y la subida de este diagonal. Así, cuando el caballo posa su diagonal y durante la empujada del mismo, nos encontramos más o menos sentados, como consecuencia estaremos frenando el otro diagonal que en ese preciso instante se encuentra levantado. Enseguida nuestro cuerpo se eleva más o menos, ayudando de esa forma nuestro diagonal que acaba de elevarse. El resultado final es que ayudamos al diagonal sobre el que trotamos facilitando su avance, frenando el diagonal opuesto (no olvidemos que estamos sentados cuando él avanza). El diagonal sobre el que trotamos realizará más trabajo, y consecuentemente gastará más la herradura de su anterior (soporta más cantidad de peso). Cuando pensamos que el caballo de exterior trabaja aproximadamente seis horas por día, y que el trote después del paso es el aire más utilizado, podemos imaginar los perjuicios causados en el diagonal sobre el cual el debutante o el que no ha aprendido jamás, somete constantemente a mayor trabajo.

Un desequilibrio en la postura del jinete hará que el caballo tenga que compensar para intentar recuperar el equilibrio del conjunto

La conclusión que sacamos es que debemos cambiar de diagonal cada cierto tiempo, alternando ambos por periodos de tiempo similares.La conclusión que sacamos es que debemos cambiar de diagonal cada cierto tiempo, alternando ambos por periodos de tiempo similares.

Al galope, el problema aparece de igual forma, el caballo por su naturaleza está incurvado de un lado más que del otro. Sin un trabajo adecuado permanecerá de esa forma toda su vida, sobre todo si montamos con las dos riendas en una mano, es decir, utilizando riendas de apoyo que es lo más corriente para el trabajo de campo y el exterior. En este caso, probablemente el caballo galopará constantemente sobre la misma mano, estropeando el diagonal que realiza el esfuerzo (y sobre todo el anterior del mismo), que será el opuesto sobre el cual galopa.

Así pues, debemos saber hacer galopar sobre los dos anteriores, buscando la misma frecuencia y duración sobre uno y otro. En caso contrario, no solamente nos encontraremos con problemas en los pies sino también, con problemas a nivel de los miembros, dorso y columna del caballo. Otro aspecto a tener en cuenta es la importancia de no actuar sobre los síntomas sino intentar buscar las causas de los problemas, actuando sobre ellas. De esta forma, nos ahorraríamos mucho sufrimiento por parte del caballo, mucho dinero del propietario y mucho trabajo por parte del herrador.

Por último, solo queda destacar que en muchas ocasiones buscamos las soluciones con herrajes ortopédicos muy complicados, siendo el remedio mucho más sencillo tan solo utilizando el sentido común y la observación.

Texto y Fotos: Constantino Sánchez – Podología equina. Escuela de Herradores y Podólogos Equinos Sierra Norte


Deja una respuesta