Todo caballo domado, mientras más reunido y cadenciado sea su galope, nos viene a demostrar su obediencia y sumisión a su jinete. Mas el galope reunido debe emplearse muy pocas veces, sobre todo en el periodo de doma, ya que es muy propicio para que el caballo pierda la impulsión. Existe un galope medio o de trabajo que, como su propio nombre indica, es el más apropiado para trabajar a un caballo. Aparte de ello, vuelvo a insistir, y ahora más que nunca, en que debemos someter a nuestro caballo al trabajo de un fuelle de acordeón, alargar y acortar, parar y vuelta a salir al galope, cambiarle mucho los aires al caballo. Esto le da impulsión al mismo tiempo que flexibilidad.
En el galope corto, el caballo nos demuestra un gran equilibrio. El peso de toda su acción se centra en el tercio posterior, que se remete continuamente bajo la masa del caballo, las espaldas quedan completamente libres, sueltas, proyectadas siempre hacia delante, empujadas por la impulsión que emana de los posteriores. El caballo redondea todo el cuello, quedando la cara en vertical. Ante tanto equilibrio, el tercio delantero podríamos decir que queda en el aire. Por tanto, el apoyo que debe sentir el jinete en la mano es mínimo, el de riendas semi-tensas, porque el caballo necesita estar muy en las piernas del jinete, y levemente en la mano, casi solo con el peso de las riendas.
Siempre y cuando entre muy bien en la masa el tercio posterior, el caballo nos ofrecerá un galope de extrema belleza, ya que nos estará galopando en cuatro tiempos. A partir de este momento se encontrará en disposición para ejecutar una vuelta sobre las piernas e incluso para galopar sobre el mismo terreno, la máxima expresión de reunión y equilibrio en el galope.
¡Qué bonita la estampa de un caballo galopando en el sitio y citando a un toro bravo en medio de la plaza! ¡O la del garrochista ejecutando este mismo aire ante el caballo de tienta para quitar el becerro!
Trabajos de costado
Los trabajos de costado o también llamados apoyos, deben empezar a enseñarse a un caballo cuando este ya sea capaz de tomar correctamente un círculo y no nos ofrezca resistencia alguna en mantener una buena incurvación. Debido a lo complicado del mando de oposición, creo que es más fácil, tanto para el caballo como para el jinete, empezarlos cuando aún se lleven las cuatro riendas. Luego, cuando el caballo esté suelto en los pasos del costado, bastará la simple ayuda de las piernas y una ligera indicación en las riendas con los dedos para que los ejecute correctamente.
El caballo no solo marcha hacia adelante en el paso, trote y galope, sino que puede hacerlo a través de los pasos de costado; o sea, cruzando sus miembros al mismo tiempo que la andadura.
Para que el apoyo sea correcto, tenemos que tener en cuenta dos cosas básicas: la incurvación de todo el caballo y el sostenimiento de la grupa.
La cabeza debe estar siempre incurvada, no mucho, hacia el sentido en que se marcha; bastará simplemente con que el jinete vea el ojo del caballo. Al mismo tiempo, no debemos consentir que saque el pico hacia un lado, o que doble la cabeza; las orejas tienen que ir a la misma altura, signo de que su cara va recta. El doblar de la cabeza obedece casi siempre a que se agarra en un asiento más que en otro, por lo que, antes de nada, debemos procurar descontraer esta rigidez, y luego, cuando pidamos el apoyo, compensar la cabeza torcida subiendo la rienda contraria.
Trabajos de costado en pista
De aquí lo necesario de comenzar este trabajo con las cuatro riendas. Las espaldas deben ir siempre por delante de la grupa. Para ello, el jinete ha de tener en todo momento un gran dominio a fin de sostenerla a su antojo, y para ello nada mejor que mantener una buena incurvación. Es importante, para hacer un apoyo correcto, que la oblicuidad a que sometemos a nuestro caballo sea constante a lo largo de todo el apoyo.
En el paso y trote, el caballo tiene que cruzar sus miembros, los delanteros un poco más que los traseros, ya que siempre son aquellos los que guiarán el sentido de la marcha. La pierna interior del jinete permanecerá ligeramente presionada al nivel de la cincha, y actuará como el acelerador del apoyo. La exterior todo lo trasera que exija el apoyo, mas con cuidado de no empujar la grupa por delante de las espaldas. El peso del jinete se echará sobre el estribo interior, dejándose para ello caer sobre la cadera en cuestión. Una vez que hayamos incurvado la cabeza del caballo con la rienda interior, se ha de mantener firmemente la incurvación con la rienda exterior. La pierna interior y la rienda exterior, junto con el peso del cuerpo del jinete, son los motores que darán la impulsión en los apoyos.
Los apoyos no se ejecutan solo hacia delante, sino que pueden hacerse también en vueltas, siempre con la grupa adentro, precediéndolas las espaldas. Entonces, los cuatro miembros del caballo describen dos círculos concéntricos, el más pequeño con los pies y el más grande con las manos.
Este ejercicio es indispensable para empezar a enseñar las vueltas sobre las piernas.
Los apoyos tienen un fin primordial: flexibilizar al máximo al caballo, tanto su columna vertebral como los músculos del cuello y espaldas. Ayudan a descontraer las rigideces y, como es natural, a que sus movimientos sean más sueltos y naturales. Son un trabajo básico para la doma del caballo e imprescindible para algunas de nuestras faenas camperas tales como el Acoso y Derribo.
Texto y Fotos: Luis Ramos Paúl in memoriam