Siendo este un ejercicio de difícil ejecución, aun cuando se realizan con corrección absoluta, obediencia y ligereza máxima ha sido siempre objeto de polémica.
Quizás por el abuso con que hoy se realizan en las pistas ha surgido el dilema si habría que valorarlos hasta el punto que se merecen. Cierto es que llegaron a nuestra doma y la enriquecieron. También es cierto que todo jinete que goza de nivel tiene las ansias de enseñarlo a su caballo y mostrarlo al público como señal de una doma superior. Y no es menos cierto que considerado en Doma Clásica como ejercicio de Alta Escuela (cambios al tranco) en la doma que nos ocupa, en sus raíces de la escuela de campo, lejos está de la necesidad imperiosa que necesitan nuestros caballos para resolver las faenas ganaderas.
Llegaron a nuestra doma de pista, a la par que la competición. Jinetes capaces se adornaban con este ejercicio haciendo las delicias del público, implantándose en la hoja de clasificación desde el principio. Era, sin duda, un ejercicio atractivo para jinetes y público pasando por jueces que, sabedores de su dificultad, lo valoraban como se merecen, quizás con más benevolencia de lo debido y ahí creo que es donde está el error. Yo creo que es un ejercicio vistoso que demuestra un alto nivel de doma. Así pues, no veo las críticas por parte de muchos, eso sí, el abuso de repetidas series durante la competición hace parecer a nuestro caballo más lejos de sus capacidades en el campo.
En las puntuaciones, realmente no se les da más valor que una puntuación simple, al igual que a otros ejercicios de mucha más fácil ejecución, como galope trocado, piruetas directas o galope en círculo.
Así pues, nunca será decisivo para la clasificación como lo son el paso, las medias o arremetidas y parones, etc. (ejercicios de coeficiente 2 y 3). Yo creo que la polémica debía quedar zanjada pues enriquecen nuestra doma como se ha dicho y abren puertas a la inspiración y fantasía de jinetes con ilusiones sensibles y creativos que hacen disfrutar al público a la vez que aumentan el nivel de enseñanza de su caballo.
Su enseñanza
Como en casi todos los ejercicios de dificultad, la enseñanza prematura no acarrea más que graves problemas en el futuro, problemas que en la mayoría de los casos no superamos jamás, llevando para siempre la pesada losa de lo incorrecto. Es el tributo que pagaremos día a día haciendo buena aquella maravillosa frase que decía “el fracaso está en el tiempo que se le roba al éxito”. Como se dijo anteriormente, los cambios de pie necesitan de una preparación laboriosa. El jinete debe tener en su mente, como es obvio, la imagen de su caballo cambiando a trancos contados, al igual que sucede con otros ejercicios de máximo nivel, pero no por esto debe saltarse escalones y querer superar las adversidades cuando el problema aparece “la teoría está expuesta para que el error no pueda suceder” (Podhajsky). Y esa teoría que está basada en la experiencia aconseja que la enseñanza de este ejercicio no será favorable mientras el caballo joven no adquiera diligencia, soltura, sensibilidad a las ayudas, etc. Para cuando el caballo supere estas premisas estará capacitado para mejorar su galope, hacerlo más suspendido. El jinete también será capaz de administrarlo y hacerlo más ágil y poderoso. Esto es sin duda, la primera condición para la enseñanza del cambio de pie, un galope armónico, regular y suspendido.
Del consejo de algunos maestros del galope medio, plano, es decir con cabeza y cuello sin recoger y caído en las espaldas, tengo mis reservas. En cambio, he comprobado que cuando se pasa de este galope a uno más reunido, en la transición el caballo gana en suspensión, aprovechando ese aumento de impulso que traía y esto favorece al caballo para un cambio correcto. Para mí, la enseñanza de los cambios de pie no puede prescindir de las partidas correctas al galope desde el paso y viceversa, estas salidas afianzan al caballo en la comprensión de las ayudas de su jinete, cosa imprescindible a la vez que lo fortifica en sus posteriores y poco a poco lo afirma en la reunión.
Joaquín Olivera con Golondrina en Jerez de la Frontera 1978. Claramente en el primer tiempo del cambio de izquierda a derecha
El jinete debe tener paciencia. Habrá caballos sensibles, con tendencia a la precipitación, con los que debemos tener mucha, mucha cabeza, con estos, la secuencia de peticiones de salidas al galope debe ser mucho más distanciada que con los que son lentos de reflejo, a los que peticiones repetidas en tramos cortos los activarán y los pondrán en una actitud más favorable para el primer cambio de pie.
El caballo estará seguro en las salidas al galope a una y otra mano, de trocado a firme y al revés, en el círculo, en el rincón, al atravesar la pista, en la línea central, en la segunda pista, etc. Tranquilo y paciente esperará la orden de su jinete. Es, sin duda, un trabajo laborioso que llevará algún tiempo. Las ayudas serán siempre las mismas.
La cara ligeramente en el interior mantendrá al caballo recto, cosa primordial. La pierna interna en la cincha llamará al pie interno, y la pierna externa ligeramente detrás dará definitiva la orden de salida. La voz de “galope” ayudará mucho al jinete si como dijimos en artículos anteriores se ha utilizado desde el principio con el potro y en la cuerda. No olvidemos que dotado el caballo de un oído finísimo es la ayuda que primero llega. Llegará el día del primer cambio y este debe ser pensado con tranquilidad.
Lo primero, el jinete debe estar seguro de la capacidad de reflejo a las ayudas, reflejos que deben estar asentados en la confianza y no en el temor y desconcierto y mucho menos en el desequilibrio del caballo. Habrá que escoger el sitio idóneo dentro de la pista. Seguramente el rincón nos servirá de ayuda para esta primera petición. Llegando el caballo a este sobre galope trocado, antes del rincón se probará el cambio. La rienda interior, es decir, la interior del picadero, actuará no solo para poner la cara a la nueva mano sino que ligeramente arriba aliviará la espalda y le favorecerá al cambio. La rienda exterior actuará a modo de media parada que acortará el tranco del pie externo, pie sobre el que el caballo tendrá que saltar convirtiéndolo en el primer tiempo del tranco siguiente, al igual que de las correctas salidas al galope desde el paso. Es por esto por lo que las transiciones paso-galope-paso tienen tanta importancia. El caballo partirá siempre sobre buen pie y el cambio lo realizará correctamente desde el principio, asegurándose así la corrección para toda su vida. Otra posición favorable es la de cesión a la pierna y cambio de pie. Parece como si el pie exterior que se separa está más dispuesto a saltar sobre sí en el momento de la petición.
Pero todavía estamos en los principios, lejos aún de los cambios en series a trancos contados y mucho más de los cambios al tranco. La enseñanza debe proseguir haciendo recordatorios de los principios paso-galope-paso. Caballos listos se apresuran al cambio sabedores del descanso y la caricia. Un jinete sensible debe aprovechar esta circunstancia, pero sin dejar que el caballo tome la iniciativa en lo sucesivo.
No olvidemos que las perfectas salidas al galope desde el paso serán la mejor garantía para unos cambios correctos.
Joaquín Olivera con Turronera en Carmona 2003. Cambio en el aire de izquierda a derecha
Salidas con la grupa al interior, trancos de trote intermedios, cabeza contraria a la mano que se sale, grupa arriba o precipitación y nerviosismo, serán malos compañeros de viaje en el futuro. Por supuesto, las salidas al galope desde el trote serán totalmente suprimidas, esto es una condición que nunca debemos olvidar. Cuando el caballo está seguro en el cambio simple, la operación se vuelve a repetir. Cambio simple de firme a trocado y al revés, cruzando el picadero, en el lado corto, en la línea central, en la segunda pista en el ángulo, etc.
Siempre, un momento de pausa con riendas largas al paso, será gratificante para ambos, sin duda la mejor medicina para el aprendizaje, aun teniendo los cambios siempre dominados por el caballo, un recordatorio de paso-galope-paso no vendrá mal.
El caballo y jinete estarán preparados para afrontar los cambios a trancos contados. Se comenzarán al menos cada seis o cinco trancos. El jinete deberá utilizar cualquier sitio de la pista, lado largo, diagonal, segunda pista, círculo grande e incluso en el campo. Esta será la garantía de la obediencia en el futuro. Practicar los cambios en la diagonal exclusivamente, como seguramente se practicarán en el concurso, es condenarnos a la siempre angustiosa mediocridad, circunstancias en las que no debe caer un jinete con pretensiones.
Posición del jinete, ayudas y momento de petición
En los cambios en serie, el jinete tiene tendencia a adelantar su tronco cada tranco, y frecuentemente asomarse a una y otra mano a cada cambio, sin duda, en las salidas al galope se cometía el mismo error, es una falta común y generalizada a la que el jinete debe prestar interés en corregir.
El movimiento del caballo salto a salto, ayuda a que el asiento del jinete se levante y que al volver a caer en la silla incomode al caballo, el caballo endurece su dorso poniéndolo rígido, y esto hace que el movimiento pierda amplitud en cada tranco, llegando al final de la serie con dificultad. El jinete quiere empujar hacia delante con su cuerpo y esto empeora la situación al cargar más peso sobre las espaldas. Cuando esto sucede, dará muy buenos resultados interrumpir los cambios y aumentar el galope para que el caballo recupere el impulso y la amplitud. Hay que inculcarle al caballo el avance hasta el final de la serie, pero no al modo de escopetazo, sino de amplitud con cadencia.
El jinete debe tener en su mente ordenar el cambio como si las patas del caballo fuesen una prolongación de su propia pierna que comienza en la cadera, y esto solo se conseguirá con un asiento seguro. Pero las piernas en este caso no deberán adelantarse, solo actuarán detrás de la cincha ligeramente, con la pantorrilla pegada a los costados, al igual que en la salida al galope. La pierna que no solicita el cambio, es decir la nueva pierna interior, permanecerá en la cincha, si esta se adelanta le costará mucho volver a la posición detrás de la cincha para la nueva petición en caso del cambio a cada tranco. Esto desconcierta mucho a los caballos arruinando su estado mental, cosa muy frecuente en este ejercicio.
El caballo, para cambiar correctamente, debe comenzar a la nueva mano cumpliendo con los tres tiempos del galope. Si el cambio se realiza de derecha a izquierda por ejemplo, el pie derecho del caballo será el primer tiempo de galope siguiente, que se alineará con la mano del mismo lado dando un tranco corto a modo de batida que le permitirá cambiar a la otra mano, pero esta batida de pie y mano será más favorable cuanto más cercana está en conseguir la vertical, lo que a mi entender quiere decir que el tercer tiempo de galope tiene que haber cumplido pero no haber llegado a producirse el momento de suspensión.
El caballo que se lanza hacia delante en el cambio es porque empuja sobre el pie al que va galopando, pero no salta sobre sí mismo a modo de batida. Seguramente, en las salidas al galope desde el paso hacía lo mismo y no le dimos la importancia que se merece.
Habiendo conseguido los cambios en series con corrección en todos los lugares del picadero, no estará demás volver a los cambios a cada tranco. Es un ejercicio que el caballo debe dominar física y psíquicamente y no debemos ponerle el máximo de dificultad continuamente.
La enseñanza de los cambios al tranco comenzará igualmente en cualquier sitio del picadero y en exteriores, con dos cambios seguidos. Cuando esto lo domine caballo y jinete de una mano a otra y viceversa en cualquier posición, lo probaremos con tres y cuatro igualmente, comenzando de derecha a izquierda y viceversa.
Un recordatorio cada cuatro, tres y dos no vendrá mal. Siempre debemos tener asegurado los escalones anteriores por si tenemos que volver atrás. La lección en esta etapa debe terminar con un par de cambios para que el caballo finalice el trabajo con un ejercicio que domina sin dificultad: riendas largas, pie a tierra y caballo a la cuadra reforzará la enseñanza.
No debemos olvidar que en doma el impulso será la solución a la mayoría de los problemas.
Foto de portada: Joaquín Olivera con Mandanga en el Real Club de Pineda 1982. Galope a la derecha a punto de entrar el segundo tiempo de galope.
Texto y Fotos: Joaquín Olivera Peña In Memoriam