Pedro Conesa nos lo cuenta 30 años después: 1991-2021
Corría el año 1991 cuando Carmen Martínez de Sola nos encandiló con su fantasía; Antonio Sánchez Bedoya, que en paz descanse, no veía nada imposible; Miguel Rojas, el más atrevido; Saskia Mesdag, que a todo decía que sí; y cómo no mencionar la inestimable ayuda de Rocío de la Cámara. En definitiva, un grupo de personas que no deberíamos olvidar, puso en marcha el SICAB. Por otro lado, estaba la importancia del público, atraído por la jet set que movía Tomás Terry. Y José Sureda, que organizaba a los equipos de voluntarios. Allí nadie cobraba un duro, por lo que fueron fundamentales, como muchos otros, en los inicios.
SICAB 30 años después, por Pedro Conesa
Cuando se habla del Salón Internacional del Caballo no puedo por menos que emocionarme, naturalmente de alegría, ya que, aunque no lo parezca, soy uno de aquellos cinco chalaos que no solo animaron la puesta en marcha del proyecto, sino que dedicaron muchas horas de su escaso tiempo a poner en marcha aquella idea hasta conseguir que funcionara. Como consecuencia, aportamos lo que el tiempo lleva consigo cuando se lo quitas a tus negocios.
No solo colaboré en su puesta en marcha, sino que repetí durante varios años en lo que hoy es el evento más importante del mundo dedicado a una sola raza. Sirva de orgullo para tantos ganaderos del PRE, a los que vieron y creyeron, y a otros que criticaron la idea y al final terminaron apuntándose al carro de los ganadores.
El nacimiento de SICAB no solo supuso un cambio revolucionario en los concursos, sino que también fue un mundo nuevo para todos los oficios que viven de este sector. Basta con echar la vista atrás para observar el desarrollo experimentado por la industria auxiliar a raíz del salón. Quién nos iba a decir que las negras perspectivas que nos pintaba la peste equina se iban a superar de forma meteórica porque una periodista recién llegada al mundo del caballo, en los años noventa, con un equipo reducido (no porque lo eligiera ella sino porque los demás no estaban tan locos), en un tiempo difícil y sin medios económicos, fuera a revolucionar y a poner en valor el mudo del PRE.
La empresa no era fácil porque había que convencer primero a los ganaderos, que solo tenían el referente de Pineda y Jerez, donde se celebraba un concurso con pocos ejemplares y como público los únicos interesados. Nuestra idea era otra cosa; teníamos que romper moldes, había que llenar el salón de caballos y se consiguió gracias a la generosidad de bastantes ganaderos que confiaron en nosotros. Nos propusimos tener siempre las pistas con caballos y lo hicimos, con el gran apoyo de los propios participantes con sus caballos y con la ayuda de presentadores y jinetes.
Una vez demostrado que el morfológico era posible, había que dar el segundo paso. SICAB tenía que ser algo más que un concurso, teníamos que mostrar las cualidades de nuestro caballo y, al mismo tiempo, atraer a los aficionados a comprobarlo. Para ello nada mejor que un espectáculo exclusivo con caballos de Pura Raza Española. Como no podía ser de otra manera, todos los componentes trabajaban gratis, allí no había ni un duro para nadie y muchos querían participar. El alma mater, que en paz descanse, José Sureda, se encargó de preparar los equipos durante varios años y siempre le sobraban voluntarios.
Nos faltaba el tercer pilar, al que siempre hago alusión cuando me preguntan por el éxito del SICAB, y este no es otro que el público. Carmen, con la excelente ayuda de Tomás Terry, movilizó a la jet set. La prensa nos invadió y nos hizo la publicidad. El público que nunca había asistido a un evento ecuestre descubrió la belleza del caballo y se demostró que sí era posible enseñar los caballos en un salón, porque además se engrandecían.
No deberíamos olvidar a las personas que ayudaron a conseguir aquella realidad: Carmen Martínez de Sola, que nos encandiló con su fantasía; Antonio Sánchez Bedoya, que en paz descanse, y que no veía nada imposible; Miguel Rojas, el más atrevido; Saskia Mesdag, que no entendía muy bien el castellano y siempre decía que sí. Otra gran colaboradora fue Rocío de la Cámara, que nos ayudó muchísimo. A nuestros compañeros del Consejo Director que, aunque uno de sus miembros dimitió porque decía que íbamos arruinar a la asociación, el resto nos autorizó y firmamos todos a título personal la póliza que nos permitió disponer del dinero necesario para hacer frente a los primeros gastos. No me puedo olvidar de nuestro primer sponsor, la Caja Rural, y de Jaime Parias, la persona que nos inyectara el primer oxígeno para mantenernos con vida. Zotal fue el primer stand, fiel compañero que nunca nos falló y sigue estando con nosotros. El personal de la oficina, que era bastante reducido, pero todos arrimaban el hombro con mucha ilusión; Ignacio Molina, Macarena Ochoa y Jaime Molina, que sería muy joven pero también ayudaba. Pido perdón porque seguro que me olvidaré de alguien. A todos ellos gracias, por vuestro apoyo, porque todos somos parte de este SICAB que hoy disfrutamos.
Aquella iniciativa fue el germen de la cosecha que hoy, 30 años después, es conocida y valorada en el mundo entero. También hay que felicitar a todos los equipos directivos que nos sucedieron. Todos fueron innovando y mejorando cuanto fueron capaces. Seguramente no todo les habrá salido bien pero, lo que no me cabe duda, es que todos lo han hecho con la buena intención de superar los años anteriores.
Tuve el honor de colaborar con Ignacio Candau y con Adolfo Sánchez de Movellán. Con ambos viví los buenos ratos y los sinsabores, porque no todo era la parte lúdica y bonita que se veía. También había que lidiar muchos toros. Ignacio, con las complicadas relaciones con la dirección de FIBES, y Adolfo con las difíciles negociaciones con los gestores del Libro Genealógico para actualizar los reglamentos de los morfológicos y poner en marcha la copa ANCCE de Doma. De todas estas anécdotas se podría escribir un libro.
Celebrar el XXX Aniversario de SICAB es un acontecimiento importante que la directiva de ANCCE hace bien en promocionar a bombo y platillo, procurando no tirar cohetes con la pólvora mojada, no olvidando que se trata del cumpleaños de su buque insignia. Ojalá el maldito COVID nos dé un respiro y podamos recibir a cuantos visitantes de todo el mundo vengan y puedan celebrarlo con nosotros.
Por nuestra parte, los que vamos quedando de aquellos locos atrevidos, ya no lo somos tanto, pero sí lo suficiente como para disfrutar con orgullo y con la cabeza muy alta el resultado de nuestras locuras, aunque cada año se nos ponga la “carne de gallina” cuando nos paran a la entrada y nos hacen pasar por la taquilla para acceder al recinto. Claro que más arriesgamos y más dinero nos costaba cuando firmábamos las pólizas y dejábamos nuestras empresas para dedicar ocho días para organizarlo. Aunque mirando los resultados no creo que fuera una mala inversión.
Esperemos que SICAB siga cumpliendo años y nuestros descendientes sigan conmemorando una obra donde nosotros pusimos la primera piedra.
FELICIDADES, SICAB
Texto y fotografías: Pedro Conesa, exdirectivo de ANCCE
pedro@yeguada-maipe.com