Hay una variedad amplia de buggys, familiares, de verano, de invierno…
La comunidad Amish está asentada en todo el mundo, puesto que sus orígenes son europeos, pero la mayor concentración de personas que comparten ideales distintos a la mayoría de los ciudadanos de cualquier población, se encuentra en Lancaster (Pennsylvania), a 100 kilómetros al oeste de la ciudad estadounidense de Filadelfia
El caballo y los Amish
Haciendo gala de la sencilla forma de vida anclada en el pasado y muy alejada a lo que hoy en día estamos acostumbrados. Los Amish reúnen sus esfuerzos en los trabajos propios de la labor de la tierra. La base alimenticia se centra en los frutos que siembran en sus propias granjas como maíz, trigo, soja, cebada o patatas, entre otros. Desde muy pequeños están acostumbrados a irse con sus padres para ayudar y aprender el oficio que les mantendrá durante toda la vida, a ellos y a su familia.
Los “zulquis” son pequeños habitáculos en los que puede viajar toda una familia. Éstos son guiados por sus propietarios
Como no hacen uso de maquinaria moderna como tractores, máquinas de arar, etc., utilizan el sistema más tradicional: arado tirado por caballos. Los caballos son muy importantes para la vida cotidiana de esta comunidad, porque además son utilizados para el desplazamiento diario que estos ciudadanos realizan a distintos lugares, bien al mercado, a casa de algún familiar o incluso para salir a pasear.
Estos ejemplares equinos son caballos de tiro, no les importa ni la capa ni el hierro, ya que los tienen como fuerza de trabajo en el campo. Para esta labor, las características principales de estos caballos son la robustez, la resistencia y la fuerza, ya que los Amish son trabajadores incansables y desempeñan sus labores desde que sale el sol hasta que se pone.
Una de las maneras más curiosas de saber que vamos a entrar en una comunidad Amish o que ya estamos en ella es simplemente observando las señales de tráfico que nos alertan de que por allí circulan los tradicionales vehículos tirados por caballos típicos de esta comunidad. Hay una variedad amplia de buggys, familiares, de verano, de invierno, etc. Son los llamados “zulquis”, éstos suelen ser de color negro, que son los más utilizados por la comunidad de Lancaster, haciendo gala de su sobriedad, pero también los hay de color gris, que son más usados por los Mennonitas para sus desplazamientos. Por norma general, son pequeños habitáculos guiados por un solo caballo y dirigidos por los mismos propietarios.
Sin maquinaria agrícola, sin tecnología y de la forma más tradicional, se trabajan grandes extensiones de terreno para el cultivo de productos como la patata, el maíz o la soja
Su origen
Los Amish tienen sus orígenes en la comunidad Mennonita, en el movimiento Anabaptista, que defendía la creencia de que sólo los adultos están en posesión de la razón suficiente para poder confesar su fe y , como consecuencia de ello, ser bautizados. Este movimiento comienza en Europa en 1536 de manos de un joven sacerdote holandés católico llamado Menno Simons. Pero es en 1693 cuando un obispo mennonita suizo llamado Jacob Amman se separa de esta iglesia para formar su propia congregación; es a partir de entonces cuando se forma la comunidad Amish.
El primer grupo importante de esta comunidad Amish llegó al condado de Lancaster, Pennsylvania, en el primer tercio del siglo XVIII como parte de un experimento de tolerancia religiosa, donde se concentraron la minoría religiosa que estaban perseguidas en Europa. La mayoría de ellos eran suizos, suecos y alemanes, pero también había galeses, ingleses, escoceses e incluso franceses.
Una forma de vida
Se hace paradójico pensar que a menos de dos horas de la “Gran Manzana”, centro neurálgico de la modernidad y de los avances tecnológicos, se encuentre una población cuya base de vida no esté supeditada a la electricidad, la televisión, el ordenador, el móvil, el coche, entre otros utensilios que los seres humanos de hoy necesitamos para vivir el día a día.
Tanto las mujeres como los hombres de esta comunidad usan en sus vestimentas colores oscuros. Las mujeres solteras se distinguen de las casadas porque las primeras llevan un gorrito negro, mientras que las segundas lo llevan de color blanco
Sus creencias tienen su interpretación literal de la Biblia y de un conjunto de normas no escritas llamadas “Ordnung”, las cuales especifican la forma de vida que cualquier Amish debe llevar dentro de la sencillez y sobriedad que les caracteriza.
Para relacionarse con el resto del mundo lo menos posible, los Amish han creado sus propias escuelas, cuya filosofía se centra en que los pequeños Amish estudien hasta que tengan la edad suficiente para trabajar en las granjas con sus padres o en las labores propias que le mar can sus costumbres.
Hablan un dialecto holandés entre ellos, inglés para comunicarse con otras personas que no pertenezcan a la comunidad y alemán para asistir a los ritos eclesiásticos. Además, tienen conocimientos de Aritmética, estudian la Biblia, Ciencias Sociales, Geografía, Historia, etc.
El arduo trabajo en el campo es llevado a cabo por caballos robustos y de gran resistencia
Tanto las mujeres como los hombres de esta comunidad utilizan ropas sobrias en las que priman los colores oscuros como los negros, grises, azules, burdeos. La diferencia patente entre los Amish es la forma de cubrirse la cabeza: la mujer casada lleva un gorrito blanco y las solteras se caracterizan por llevar uno de color negro. Por otro lado, los hombres utilizan, el típico sombrero de paja o un sombrero negro. Otra curiosidad se basa en la barba que llevan los hombres, que refleja el tiempo que llevan casados, puesto que antes de tomar sus votos nupciales se afeitan para distinguirse de los Amish casados. Además, evitan todo tipo de joyas y adornos personales y ostentosos.
Texto y Fotos: Redacción