A veces, en las faenas en una ganadería brava, se producen accidentes
En esta ocasión abordamos la importancia de que el jinete trate con su caballo frecuentemente, y que se cuide mucho de solo aparecer calzado de espuelas y fusta en ristre para hacerlo trabajar. El caballo tiene poca inteligencia, pero la suficiente como para poder apreciar la actitud del hombre que se le acerca.
Hombre y caballo
En esta ocasión abordamos la importancia de que el jinete trate con su caballo frecuentemente, y que se cuide mucho de solo aparecer calzado de espuelas y fusta en ristre para hacerlo trabajar. El caballo tiene poca inteligencia, pero la suficiente como para poder apreciar la actitud del hombre que se le acerca.
El hombre tiene necesariamente que vivir las costumbres de su caballo para luego poder llegar a un perfecto entendimiento. Conocer su carácter. Observarlo muchas veces suelto en su box, constatando sus posturas y actitudes preferidas, la posición natural de su cuello, la caída de sus posteriores y si es cariñoso o por el contrario arisco y poco sociable. No es lo mismo que cuando abres la puerta del box, se te venga a que le acaricies, tengas tú que ir a él o bien te huya amedrentado. Luego, a la hora de cabalgar sobre él, podremos comprender muchas de sus reacciones y comportamiento durante el trabajo.
Comprendo la imposibilidad del jinete para poder permanecer el tiempo que todo esto obliga junto a su caballo, pero sí puede hacer algunas cosas complementarias antes y después del trabajo, como embridarlo con el suficiente tacto, aflojar la cincha al desmontar, regarle y lavarle la cara para pasearle y darle el agua, por último. Y sobre todo, a la hora de escoger un mozo, procurar que sea un buen tratador de caballos, ya que están sumamente relacionados el trato y cuidado con el aprendizaje del caballo. Son dos disciplinas que no pueden marchar separadas sino compenetradas y al unísono porque un caballo maltratado nunca podrá trabajar relajado y con gusto.
Me consta que hay jinetes que quieren a sus caballos, pero más seguro estoy de que hay caballos que quieren a su jinete. Esta es la grandeza del caballo.
El Puntazo
A veces, en las faenas en una ganadería brava, se producen accidentes. Este es el caso que nos ocupa.
En ciertas ocasiones, el jinete se confía mucho con su trajín y puede que el toro alcance nuestro caballo. No importa mientras que el puntazo esté en buen sitio, encarnado y sin mayor peligro. Es una herida limpia, pero sin mayores consecuencias. Aún se adivina la sangre que fue limpiada con una suave esponjita. La cola, perfectamente anudada por los dedos del jinete. ¡Quizá, si hubiera estado suelta, no hubiera llegado la asta a la nalga! El caballo valiente no debe amedrentarse con este tropiezo. Y las tradiciones en vaquera hay que respetarlas.
Imagen de inicio: El jinete debe cuidar a su caballo también fuera de la competición
Texto y Fotos: Luís Ramos-Paúl in memoriam