Una vez más la editorial sevillana, empresa líder en la cultura del caballo, con su fundador y presidente a la cabeza Joaquín Fernández Cepedello han llegado a este paraninfo mexicano, donde se presentan las novedades de cuanto se publica y produce culturalmente en español.
Lettera forma parte del grupo de selectos editores que componen la expedición que se ubica dentro del pabellón de la Federación del Gremio de Editores de España en esta feria. Bajo tan importante tutela y en el lugar adjudicado se han podido ver y apreciar durante los días 2, 3 y 4 del presente mes de diciembre, exclusivamente dedicados a los profesionales, el amplio catálogo que Lettera trae a esta edición de la FIL 2019. Libros, Dvds, Cursos de Formación a distancia y on line, la novedosa plataforma digital GalopeTV, donde con modestia, pero al estilo Netflix, HBO, etc., se puede, por una cuota de 4,99€ al mes, tener acceso desde el móvil, tableta o pc, a cualquiera de los más de 300 audiovisuales que componen el catálogo de Grupo Lettera.
En toda la república se pueden adquirir sus libros, ya que son distribuidos por la prestigiosa empresa mexicana Urano. La gestión y ayuda para este logro es obra del también editor andaluz, Manuel Pimentel.
Una vez más, y por el reconocido interés de los mexicanos a la afición ecuestre, Fernández Cepedello fue invitado por la presentadora Victoria Torres a participar en su programa televisivo, el de mayor audiencia del Canal 6 del mediodía de Jalisco, para que explicase, de qué se componía el fondo editorial y audiovisual de Lettera y su revista Galope Digital.
Presentación del libro América, tierra de jinetes
Otra actividad de la FIL es la presentación de libros, en este caso uno relacionado con nuestro mundo «la Cultura del Caballo».
El día tres de diciembre en la sala internacional A, los promotores invitaron a destacadas figuras ecuestres mexicanas, entre las que excepcionalmente estaba Joaquín Fernández para que conocieran la obra titulada: América, tierra de jinetes. Del Charro al Gaucho. Siglos XIX AL XXI
El magno libro presentado, coordinado y escrito por la historiadora Guadalupe Jiménez y patrocinado por La Fundación Banamex desarrolla, paso a paso, la importancia que en Hispanoamérica se le da al caballo y al jinete, hasta el punto de que un binomio ecuestre es la figura que está más presente en escudos y distintivos de los distintos países que componen este continente. Matizó Lupita que en América no había caballos, hasta la llegada de los españoles.
La escritora explicó que el libro se dividía en cuatro partes, dando gran importancia a la que se refería a las Reales Maestranzas de Caballerías de Ronda y Sevilla por su labor de estudio y de difusión del arte ecuestre. Así mismo, comentó que la única de estas instituciones regias existente fuera de España se ubicó en Cuba, aunque no por mucho tiempo.
Carlos Monroy editor de la obra explicó que se habían contratado a los mejores historiadores, seguido las sendas más ortodoxas y buscado las mejores ilustraciones, todo ello pasando con creces, tanto el tiempo previsto de edición como el presupuesto originario.
Guadalajara es una ciudad de caballos y como ejemplo, la policía municipal vigila sus calles con magníficos ejemplares cuarto de milla a los que paradójicamente no hierran, usando el sistema -defendido por muchos y rechazado por otros- denominado barefoot o pies descalzos. Otra clara presencia del caballo son sus legendarias calandrias, estas peculiares limoneras pasean a turistas por el centro histórico.
Recordamos que esta ciudad se encuentra en el estado de Jalisco y fue fundada por Cristóbal de Oñate con urbes vecinas dentro de la ciudad como Tlaquepaque y las conocidas Zapopán y Tequila donde se pueden ver extensiones agaveras a las faldas del volcán que lleva su nombre.
Para saber más sobre el Tequila, Fernández visitó la destilería Las Tres Mujeres y conoció el proceso de esta bebida tan relacionada con el charro mexicano. Desde su cultivo, horneado de las piñas del ágave azul, destilación artesanal y posterior ubicación en barricas de roble, situadas en las cavas para conseguir el sabor genuino que tienen sus variedades de reposado y añejo. Después fue agasajado con un típico almuerzo que terminó con brindis a España y México y unas rancheras tapatías cantadas por El Gallo.
Cantina La Fuente. Todo menos un pinche funeral
En la zona centro, de la jalisciense Guadalajara, y con ganas de conocer más de esta exclusiva y personal cultura, Joaquín Fernández visitó la conocida cantina La Fuente, con rancia historia desde 1921.
Cesarín, el cantinero de este sitio chingón, ofrece cerveza en botella, con servilletas para limpiar la boquilla antes de beberla y caballitos de tequila, ambos para superar el calor y el paladar, que bien simultaneados, provocan, con los acordes de boleros tapatíos, el deleite de los tertulianos.
La labor diaria de los tertulianos ya está hecha, ahora beber con alegría y con los amigos, pizcando con patatas aderezadas con lima y chile, piano y cantes, lujuria y futuro incierto, pero momentos explosivos llenos de desparpajo y gloria.
Cuentan que un borrachito no tenía para pagar y dejó su bicicleta en prenda colgada en la pared. Aún, y por el deterioro natural del tiempo, esa ya joya histórica sigue en la pared, como fiel testimonio de que en La Fuente los dineros no lo son todo.
En la antigua barra de madera se sitúan los clientes con sus bebidas, viviendo su intimidad y mirando al infinito. Se encuentran entre otros al que llaman Doc, el periodista Mario Muñoz del Informador, el gringo, porque vivió en Los Ángeles, Enrique y Gio como habituales y otros esnobs, que viven el lugar como si pertenecieran a él. Para repetir la bebida existe en la barra una carrillera, que es donde poniendo el casco, si no es tumbado, el cantinero sabe que tiene que rellenar.
Entre el revuelo del lugar, César, el jefe, impone el mandil bordado de La Fuente, algo que Fernández guardará como uno de sus mejores trofeos.
Después de recoger el premio, cuenta Manuel un clásico del lugar, que antes solo entraban hombres e incluso que desaguaban sin moverse de la barra ¡Qué barbaridad!
El piano de Ricardo insiste en el ambiente, su abuelo era de Valencia, España, pero esta vez sigue tocando algo más pausado y todos esperan, con mesura, hasta los próximos boleros.
La vida es dura para los clientes de La Fuente, algunos de ellos superviven con unos pocos pesos diarios, al cambio de 10/15€, pero todos esperan ese halo de esperanza que las gentes de toda condición desean encontrar, mientras lo encuentran, cerveza va y tequila viene, al final de la noche volverán a la cruda realidad. Al día siguiente volver a empezar.
En el próximo Galope Digital terminaremos la aventura mejicana con la visita al club la Hípica GDL. ¡No te lo pierdas!
Texto y Fotos: Redacción