Nuestra doma, aunque basada en la funcionalidad, debe permitir a nuestros caballos mostrarse con altanería y orgullo a la vez que con suma obediencia. Obediencia esta, necesaria para el manejo del toro bravo y que hace de este ejercicio representante máximo.
Pero no es difícil definir cómo es el paso atrás que marcan las directrices de la equitación académica. Sin embargo, la definición del paso atrás y salida en arremetida está llena de connotaciones que, sin perder la calidad del mecanismo que definan los clásicos, hacen que nuestros caballos adopten una actitud distinta, necesaria para la misión que se les encomienda.
Los académicos definen el paso atrás como un movimiento en sentido contrario de la marcha, marcando su mecanismo por bípedos diagonales con regularidad y absoluta rectitud. Aseguran los antiguos maestros que es un ejercicio extraordinario para la movilidad y fortaleza de las caderas y articulaciones del tren posterior. También hacen hincapié que no debe pedirse de cualquier forma ni con demasiada frecuencia, esto acarrearía más problemas que beneficios y sin duda que no debe ser en ningún caso el primer ejercicio que deberíamos enseñar a nuestro caballo. Yo estoy de acuerdo con todo esto, y hasta aquí debiéramos tomar conciencia los aficionados a la Doma Vaquera, respetando estas pautas a seguir en beneficio de nuestro “paso atrás y salida en arremetida”.
Juan Carlos Delgado Zamanillo con Beato. Campeonato de España 2002
Pero ¿cómo es nuestro paso atrás?
Muchos podrían creer que después de lo dicho: bípedos diagonales, regularidad y rectitud, poco nos diferencia del paso atrás académico. Esas connotaciones de las que hablaba, lo hacen distinto. Es un caballo con una actitud diferente, seguro en la mano de su jinete, con un ritmo superior y con un deseo contenido de partir hacia delante, pisadas más cortas, la elevación de los posteriores tan penalizada en la Doma, es para nuestra forma de interpretar este movimiento, diría yo, más o menos que perjudicial. Sabemos que para que el caballo esté pronto en la salida necesita de sus patas debajo de la masa y esto no se consigue con unos posteriores elevados. El ritmo tiene que ser “tenso”, esto no quiere decir que la actitud del caballo sea ni de aculamiento ni de desconcierto con repetidas interrupciones.
Con esta actitud que trato de transmitir al aficionado, es fácil caer en el atropello. Cierto es, si no se compenetran las ayudas, cosa fundamental para la ejecución de este ejercicio.
Es necesario decir, que el caballo con su jinete encima se desplazará con mayor soltura si está en equilibrio. Precisamente, la interrupción de los bípedos diagonales son la muestra de esta pérdida haciendo que la doma carezca del valor que se le encomienda. El equilibrio, el fin de toda doma de calidad. Es verdad que este equilibrio es el que diferencia la equitación clásica de las de servicio, esto dice mi admirado Podhajsky, pero se refería a otras, nunca vio nuestra Doma Vaquera. Estoy seguro de que la hubiera admirado como admiraba las enseñanzas de La Guérinière, con las que tanto nos identificamos.
Sin prisas
Para la enseñanza del paso atrás no debemos tener prisa. Habiendo superado el caballo el dominio del peso del jinete y teniendo ya una colocación aceptable, hacia la edad de cinco años, sería la edad adecuada para su enseñanza. Esto no es una doctrina exacta, pero nos dará unas garantías de que el alumno joven ofrezca las menores resistencias. Para esta edad aproximada, el caballo joven que ha sido bien conducido, estará suficientemente flexionado en su nuca, obediente a la mano de su jinete y fortalecido en sus posteriores, premisas indispensables para la ejecución del paso atrás.
Siempre intento que el caballo comprenda lo que se le pide y no lo impongo con dureza. Me da la sensación de que pie a tierra y con la cincha floja, pensando como un caballo todo sería más fácil. Esto sería un buen comienzo ayudado de la voz que será utilizada en el futuro y ya encima de él. Es normal que el caballo se resista cuando se le solicita el primer paso atrás: se atranca, se hace un taco que a veces no se sabe cómo va a terminar aquello, no sabemos cómo reaccionará en ese primer intento. Esto debemos evitarlo, de estas primeras lecciones saldrá las buenas sensaciones o los resabios más groseros de los que nos arrepentiremos para siempre. En cualquier caso, casi todos hemos caído en estos errores con más o menos frecuencia ahora con el tiempo, la experiencia me ha demostrado que es contraproducente afrontar ejercicios para los que el caballo joven no está preparado. Otra cosa es aprovechar actitudes puntuales en momentos determinados, pero cuidado, hay que saber diferenciar estas virtudes de las intenciones de defensa que los caballos inteligentes utilizan.
Joaquín Olivera con Mississipi, año 1996. Obsérvese el pie izquierdo atrasado
La flexibilidad de la mandíbula hace más ágil la flexión de la nuca y ambas son necesarias para la posición de recoger el cuello, cosa importante para que se produzca un correcto paso atrás. Buscando en la parada una ligera movilidad y suavemente oponiéndose con la mano hacia delante el paso atrás está próximo a producirse. Como es obligado, en el momento que este mínimamente se realiza en uno o dos pasos, la petición debe dejar sitio a la caricia. Poco a poco el jinete irá administrando el ejercicio sin prolongarlo hasta que el caballo adquiera destreza dentro de la confianza.
En mi juventud tuve la oportunidad de ver los disparates más terribles. Desde el serretón que pie a tierra hostigaba en la nariz hasta la vara que golpeaba en las rodillas y pecho del caballo, pasando, claro está, por la tracción de la falsa rienda antes de que el caballo estuviera en la posición de recoger. Métodos todos ello desechables en la actualidad por no tener cabida en la equitación ambiciosa que nos preocupa.
Solucionando problemas
Lógicamente, la mayoría de los caballos, por no decir todos, tienen tendencia a librarse del esfuerzo y nos encontramos con diversidades de problemas a los que tendremos que poner soluciones, soluciones estas que debemos resolver con racionalidad y desde los recursos que la teoría nos brinda, recursos que la experiencia de jinetes reflexivos han llevado a la práctica y que han quedado asentados en las más puras leyes de la equitación verdadera.
La falta de rectitud, al igual que en la marcha adelante, es uno de los problemas habituales. El caballo quiere librarse del esfuerzo de uno u otro pie. Normalmente el caballo que se encuentra falso de uno u otro lado en el contacto se encontrará cóncavo de ese lado, y tendrá tendencia a desviar la grupa al mismo lado. La pared situada en el mismo lado nos servirá de una ayuda estimable. Hay también quien adquiere el hábito de desviar las espaldas aun manteniendo derechas las caderas en el movimiento atrás. Es decir, retroceden desviando las espaldas a la derecha, por ejemplo. Para esto, la solución está en la flexión de la cabeza a la derecha y acción de la rienda derecha sobre la base del cuello. Esto le pondrá las espaldas alineadas con la grupa siempre que el caballo esté flexible en sus mandíbulas y no sea mediante una tracción de la rienda con una boca rígida. Para los caballos que tienen tendencia a precipitar sus posteriores con trancos excesivamente cortos, será bueno ejercitarles el paso atrás en una ligera pendiente abajo. Por el contrario, el que tiende a dar pasos largos, perdiendo la reunión, la cuesta arriba será de gran ayuda.
De cualquier forma, las piernas del jinete ejercen un papel fundamental en este ejercicio, máxime cuando la terminación del paso será en arremetida.
La posición del jinete será igualmente importante. El peso de este adelantado cargará las espaldas, librará peso de los posteriores, pero corriendo el riesgo de la falta de reunión. El peso del jinete debe estar al igual que la mano como ayuda indicadora, una vez el movimiento atrás se produce, el jinete debe de guardar su posición adecuada para no sumar exceso de peso y no interferir ni en las espaldas ni en los posteriores, manteniendo el centro de gravedad ideal para un perfecto desplazamiento en equilibrio por bípedos diagonales. Solo en la arremetida, el jinete adelantará su tronco librando peso de los posteriores y permitiendo al caballo el libre empuje de estos. La mano que cede ligeramente sin perder el contacto permitirá al caballo una salida contenida, armónica y controlada, ofreciendo al espectador una imagen durante décimas de segundo inigualable, característica de nuestra interpretación de una doma exclusiva aunque basada en los conceptos de la buena equitación.
Joaquín Olivera con Mandanga. Real Club Pineda de Sevilla, año 1983
En el campo y en la pista
En el campo es un ejercicio fundamental para el manejo de la ganadería brava. Útil para la vaca que embrocada no está por dejar su querencia y sobre todo para poner al eral en suerte, cuando el celo con el caballo de picar lo envalentona.
El jinete de campo sabe que en estas situaciones debe tener confianza en un caballo bien puesto. Y este ejercicio de tanta dificultad no es posible para caballos jóvenes. Se necesita un caballo muy obediente a la mano del jinete y con mucha seguridad en medir la pronta embestida. Este no saca los pies hacia atrás, ni mucho menos los levanta del suelo. Sus trancos cortos y rítmicos transmiten ese temblor de tensión a su cola.
En la pista, las directrices del ejercicio hablan de regularidad, rectitud… y salida a ambas manos en arremetida. Tengo que decir que la palabra arremetida fue aconsejada por D. Ángel Peralta. Cuando se confeccionó la primera hoja de ejercicio número dos. Él fue quien la propuso no sin muchos inconvenientes. Otros como D. Juan María Maestre decía que no era una palabra de equitación y que salida con impulsión sería más apropiada. Al final quedó el vocablo de D. Ángel y yo estoy totalmente de acuerdo con él. Es una expresión singular de nuestra monta y así queda bien identificado. También, para rizar el rizo, para dar un grado de dificultad al ejercicio, se propuso resaltar en sus directrices que se hiciera el paso atrás en círculo, cosa que se descartó. Pero sí prosperó la salida a ambas manos.
Con el paso del tiempo, se observa en los concursos que muchos jueces dan mucha importancia a esto y no al conjunto del ejercicio en sí. Los jinetes sabedores de esto se interesan más por estas circunstancias haciendo de este ejercicio un cúmulo de despropósito. Los caballos adoptan posiciones atravesadas, pérdidas de impulsión en las arremetidas y jinetes desplazando su cuerpo lateralmente para conseguirlo. La Comisión de Doma Vaquera ha propuesto quitarle la importancia a la salida a ambas manos en beneficio de recuperar la autenticidad del ejercicio.
Y después de este amasijo de obediencia y de salidas repentinas, un último paso atrás con salida al paso… vuelve la calma que nunca se perdió, el sosiego, la moral intacta, la frescura más pura… el dominio del jinete sobre su caballo.
Foto de portada: Joaquín Olivera con la yegua Golondrina en una soberbia arremetida. Los Palacios, año 1978.
Texto y Fotos: Joaquín Olivera Peña In Memoriam