El principal problema de un contrato verbal es la prueba; mientras que en un contrato escrito, podemos leer, negro sobre blanco, los pactos alcanzados. El documento deberá recoger claramente la fecha, las partes intervinientes, la descripción del caballo, el documento de identificación equina (DIE y pasaporte), el precio, la forma de pago, el destino que se le pretende dar, el lugar de entrega del animal, y en su caso, las revisiones veterinarias efectuadas y el plazo de garantía para unos posibles vicios ocultos.
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