Solo algunos raros especialistas que han adquirido con gran experiencia el sentido del obstáculo pueden permitirse esos procedimientos de empleo delicado. Hay que notar que, contrariamente a los que quieren imitarlos sin tener su ciencia actúan con medias-paradas o ceden de manos, según la manera en que el caballo aborde el obstáculo, en lugar de hacer medias-paradas sistemáticamente en cada obstáculo que saltan.
Como el caballo percibe mejor que el jinete la oportunidad de tal o cual gesto, este debe dejarle saltar al caballo en lugar de intentar “hacerle saltar”. Si la regulación de la impulsión corresponde al jinete, la iniciativa de la batida debe quedar para el caballo. Para saltar bien, el caballo debe estar en equilibrio y remetido de pies en el momento de la batida.
Un jinete de obstáculos debe tener la impresión de que tiene a su caballo permanentemente delante de él. Solamente entonces dominará el equilibrio de su caballo y podrá modificarlo a su voluntad según la naturaleza del obstáculo que va a saltar, y que solo él conoce y puede apreciar racionalmente.
Muchos jinetes empiezan a darse cuenta de que la falta de doma es un serio hándicap en las competiciones de concurso hípico. Las dificultades y la dureza cada vez mayor de las pruebas de concurso actuales ponen cada vez más de manifiesto la necesidad de una buena doma.
Solo el caballo domado (nuevo equilibrio necesario para el caballo montado, capacidad de remetimiento acrecentada, tensión bajo el jinete, mínimo “recoger” necesario para la puesta en mano) y que sea un poco habilidoso, puede utilizar todas sus fuerzas en provecho del salto en lugar de desperdiciarlas defendiéndose y luchando contra el jinete. Todo es cuestión de aprendizaje, de instrucción.
Los topes que se colocan detrás de la bota en las monturas de concurso actuales, procedimiento que se está extendiendo cada vez más, constituyen una cuña de seguridad muy eficaz en los recorridos, pero durante la instrucción es más dañino que útil; el jinete se siente suficientemente agarrado por esta cuña y no hace ningún esfuerzo para agarrarse por debajo del diámetro del cuerpo del caballo. Por el contrario, ejercitarse sin estas almohadillas fuerza al jinete a buscar el vientre con los talones (máxima adherencia), a unirse al caballo y a fijar la parte baja de las piernas. El empleo de superficies de caucho en el emplazamiento de los “talones” parece preferible y no presenta los mismos inconvenientes.
1. – Aproximación del obstáculo: suspensión suave – peso sobre los talones – mirada lejos – sin apretar las rodillas – sin bloquear los codos.
2. – Batida (el jinete queda plegado por el caballo al subir): inclinarse hacia adelante – sujetarse al caballo – bajar las manos – el mentón hacia adelante – poner el busto en la trayectoria del salto.
3. – Vuelo: permanecer en equilibrio sobre la perilla de la montura – rodillas flexibles – “talones” en contacto – mentón hacia adelante.
4. – Movimiento de báscula (el caballo, al bajar despliega al jinete): echar los talones hacia atrás – no apretar las rodillas – volver a la montura con la pelvis (empujar con el vientre hacia adelante) – evitar echar las espaldas hacia atrás.
5. – Recepción: mirar lejos – talones hacia atrás – rodillas y codos flexibles – dejarse plegar.
En razón de las dificultades que experimenta la mayoría de los jinetes que han aprendido a saltar de forma diferente y que quieren adoptar el salto racional, es importante descomponer las dificultades e ir esforzándose en actuar de la forma más conveniente, y de manera sucesiva en cada una de las fases del salto.
Texto y Fotos: Jean Licart – Traducido y comentado por José Manuel Sales “El Cura”