¿Cómo empezó su afición a los caballos?
Mi afición es más bien una pasión que empezó con mi padrino de bautismo, que estaba en contacto con picaderos y con una vida de caballo intensa, que desde los tres años me ha acompañado. Después, la evolución ha venido con el tiempo, y desde los 15 o 16 años que tuve contacto con el último gran maestro de la Escuela Real Portuguesa de Equitación, pasando por François Baucher, de donde he conseguido toda la teoría, hasta Nuno Oliveira que me ha enseñado no solamente la técnica de la equitación y su filosofía ecuestre, que es fantástica, sino a saber estar en la vida, que es lo más importante.
Su método de aprendizaje es muy disciplinado, ¿no es así?
No es tan disciplinado. La primera cosa que tiene que tener un jinete es amor al caballo. Siempre que tienes amor y pasión por algo se hace con mucha disciplina y con mucho respeto y esas son las bases principales para ser un buen jinete. Nosotros buscamos la belleza, que está siempre conectada con el amor. Amor y belleza tienen que dar siempre disciplina y un gran placer.
¿Qué es lo primero que hace un alumno-jinete en su aprendizaje?
La gente cuando viene a montar no viene para limpiar cuadras, son cosas distintas. Viene para trabajar con los caballos, para dar cuerda, debe tener un feeling con el caballo, sentir al caballo que es más o menos artista. Esa es la primera fase, saber cuál es la intensidad del jinete a nivel artístico, para después irse integrando poco a poco en el sistema. Cuando está un poco más puesto es cuando empieza la parte disciplinaria, la corrección de sus posiciones, porque si empezamos con las posiciones antes de abrir su alma ecuestre, se pierde un poco la esencia. Primero tenemos que saber lo que hay dentro, y después transformarlo y aprovecharlo. Cada uno tiene su ego de aplicación distinto, hay que aprovecharlo y nunca deformarlo diciendo: “tú tienes que seguir esta línea”, tienes que dar tu psicología ecuestre, tus normas, y después cada uno las tiene que desarrollar con su sentimiento. Así se hacen los verdaderos profesores de equitación, que después, más tarde, podrán multiplicar en otros alumnos suyos.
La posición de los jinetes portugueses sobre el caballo es envidiable. ¿Cómo se consigue?
Estar “súper descontraído”, porque nosotros montamos unos caballos que son muy finos. Hay que ver siempre qué tipo de caballo montamos. Nuestros caballos trabajan, no por la fuerza, porque no tienen una consistencia muscular como tienen los caballos alemanes, sino por su flexibilidad y por su configuración articular que es superior a la de otros caballos. Entonces, un jinete para estar bien dentro del caballo debe estar súper relajado con él.
Háblenos del contacto. Siempre que trabajamos un caballo tenemos que ponernos en su lugar, ¿verdad?
Pues como nuestros caballos trabajan con gran ligereza, según la evolución del caballo, cada vez deben actuar menos las manos y más el asiento y las piernas. La mano va a servir solamente para dar un poco de posición y siempre descontraída, después, el resto se hará por las piernas y por el asiento, y más tarde, como decía mi amigo Michel Enriqué, con el cerebro. Eso es lo que muestra la diferencia de nuestros caballos con otros, su finura y atención a las ayudas del jinete sobre ellos.
¿La cuerda o la doble cuerda?
Reglas hay una, y es dar cuerda, como dice el nombre, con una, unida al cabezón para que no le haga daño al caballo. La cuerda en la mano es como si fuera el cordón umbilical, el primer contacto que hay. La doble cuerda es un poco para posicionar a un caballo y tiene varias acciones porque la puedes poner de varias formas en el caballo. Pueden servir para corregir los defectos que pueda tener el caballo a nivel físico, y se pueden utilizar cuando un caballo anda bien. Cuando digo andar bien a la cuerda es cuando un caballo respeta su círculo, respeta la voz del jinete, que haya un código entre jinete y caballo y después de lo cual se pueden aplicar otras cosas, pero el caballo ya tiene un código de comienzo, ya lo puedes contactar con ella. La doble cuerda sirve, por tanto, para corregir problemas y trabaja casi como si fueran dos riendas, tiene una función correctiva.
¿Nos puede decir en síntesis el proceso que debe llevar un potro desde que empieza a tomar cuerda hasta que llega a los trabajos reunidos?
Por facilidad o no, nosotros tenemos un caballo muy desarrollado. Así se decía ya en tiempos del Duque de Newcastle, que el caballo nacía sabiendo piafar porque su configuración física está hecha para los movimientos cerrados y para trabajar en espacios pequeños. De cualquier forma, la madurez del cerebro es muy importante. Un potro nunca debe empezar antes de los 4 años de edad, no está maduro, es cuando su configuración articular está un poco más completa y tiene un año de trabajo de comprender al hombre. Y ese es el caballo que se adelanta al jinete, por eso aparecen caballos con cinco años que hacen passage y piaffe. Hay caballos que ya nacen con la configuración física para hacer todo eso.
Háblenos de la reunión.
Tengo un gran amigo y jinete portugués, un gran maestro de la equitación que un día me decía: “Luis, tú sabes que la equitación viene todo de una cosa: de la reunión”. De la reunión parte todo, es un momento en el que el caballo concentra mentalmente todas sus fuerzas para después partir de ahí al ejercicio que tú quieres, es muy natural. Si en la reunión el caballo concentra todas sus fuerzas y su cerebro está listo, tiene su cuerpo en posición para darte aquello más difícil. Por eso, se dice incluso que el caballo nuestro ha nacido ya reunido. La reunión es el punto de partida para que después, desde ahí, el cuerpo del caballo pueda explotar en un passage, en una levada, en una cabriola. El cerebro del caballo tiene que estar en la reunión tan calmado como anda al paso.
Usted conoce la equitación que se realiza en España, ¿qué podríamos hacer para mejorarla?
Ha habido una época en los años 70, que han introducido la técnica del Arte Ecuestre, dándole a la gente momentos de verdadero sentimiento. Ha habido una nueva generación de jóvenes jinetes que han dejado la equitación más grosera para empezar a hacer una equitación más fina. En este momento, hay un peligro muy fuerte que es la competición. En la competición la gente tiene la idea de ganar y el que lo paga es el pobre caballo. Yo creo que la competición es muy saludable pero con el mismo pensamiento que tienes en el Arte Ecuestre. Hay que respetar al caballo porque la competición puede ser peligrosa para las dos cosas. Primero, para la cría caballar, porque los ganaderos van a empezar poco a poco a buscar caballos que anden más, que alarguen más, y cuando se den cuenta, se han salido de las características de la raza. Y después, a nivel de equitación la han forzado un poco para que alargue más, pero al no tener una preparación física y mental para poder hacerlo, han estropeado al caballo. La competición, el dinero y querer ser el mejor, es muy malo para el caballo y para la equitación.
Fuente: Galope-Trofeo Caballo