Esos frecuentes dimes y diretes en los corrillos de asociados de la ANCCE, por vez primera, toman forma escrita en este legado de nuestro buen amigo, amante del caballo PRE, excelente profesional y hombre serio que es Antonio Ruiz.
«SOBRE LA ANCCE, LA «JAIMEDEPENDENCIA» Y «LOS QUE MUEVEN LOS HILOS»
Queridos socios y amigos:
Cuando en el lejano otoño de 1993 Ignacio Candau Fernández-Mensaque me sugirió la posibilidad de entrar a formar parte del Consejo de dirección que él pensaba conformar si resultaba elegido Presidente de ANCCE, como ocurrió, Jaime Molina ya llevaba tiempo empleado en la oficina de la Asociación, presidida entonces por Carmen Martínez de Sola. Acepté el ofrecimiento, terminó su mandato Carmen, gobernó Ignacio Candau y Jaime fue creciendo en el manejo de los asuntos de la casa. Siguieron luego ocho años de presidencia de Adolfo Sánchez de Movellán y Jaime continuó su crecimiento en la capacidad de decisión de todos los ámbitos de ANCCE. A Adolfo le sucedió Pepe Palma que, por diversas circunstancias, permaneció poco tiempo y dio paso, a su vez, a Javier Conde. Y fue con este último con quien Jaime alcanzó la plenitud de su influencia, convirtiéndose en imprescindible para todo, empezando por lo básico y esencial, esto es, la elección del propio Presidente. La fórmula, muy sencilla: Yo te ayudo de manera decisiva a lograr los votos necesarios para gobernar (valiéndome de mi posición en la oficina), tú me debes el favor y en consecuencia me sitúas en una posición de privilegio, me asignas un suculento salario (cuando más arreciaba la crisis), me sitúas ya como Director General en una posición estatutaria que me legitima para ejercer el poder y te conviertes en mi rehén.
En síntesis esta era la situación cuando, con promesas de cambio en el gobierno, Juan Tirado arribó a la presidencia de ANCCE en una candidatura de consenso, compuesta en parte (la mitad) por personas (entre ellas yo mismo) que en un principio no estábamos con él, pero que propiciamos la unión para restar importancia a elementos no deseados, no deber favores y tener las manos libres para cambiar y evolucionar. Así comenzamos y, cumpliendo el programa electoral prometido, se empezaron a sentar las bases para el funcionamiento de otro estilo de ANCCE: Austeridad y control del gasto, retirada de tarjetas de crédito, auditorías para ajustar los medios humanos y materiales, revisión de la masa salarial y redistribución de la misma equilibrando las diferencias entre retribuciones, elaboración de un nuevo reglamento de régimen interno del Libro Genealógico que eliminara problemas de bicefalia ocurridos en el pasado, estudio para las modificaciones estatutarias que complementaran las reformas del Consejo General del Libro antes aludidas a la vez que propiciaran la incorporación de los principios inspiradores de la candidatura, y en fin, intento de evolución y mejora en todos los ámbitos: SICAB, concursos, deporte, jueces….
Durante este último periodo, nuestro Director General era un empleado cualificado, estaba en el lugar que le correspondía y las decisiones se tomaban por el Comité Ejecutivo, el Consejo de Gobierno y las distintas comisiones. Así hasta la primavera de 2015, entonces Jaime irrumpió de nuevo con fuerza en todos los lugares, su presencia se tornó otra vez imprescindible y su voluntad determinante: lo que no quiere no se acomete y lo que no se hace como él quiere, lo aboca al fracaso. Y desde la fecha indicada se acabó la revisión y redistribución de la masa salarial, se olvidaron las auditorías y el Reglamento del Régimen interno del Libro, y se abandonó cualquier modificación estatutaria. ¿Casualidad? No lo sé. ¿Porqué Jaime volvió a tener el control de todo? Tampoco lo sé, aunque lo sospecho: la influencia en la luz o en la sombra de los que «mueven los hilos». ¿Es responsabilidad de Jaime la situación que relato? Sí (y mucha), pero no exclusiva. ¿Es responsabilidad de Juan Tirado tal situación? Sí (y grande), pero tampoco exclusiva. Todos los Presidentes de ANCCE al principio aludidos y quienes nos hemos desenvuelto en las cercanías de su gobierno (entre los que me encuentro), eso sí en muy diferente grado (que cada uno reflexione), hemos contribuido y propiciado la creación de un sistema que, manejado por una serie de personas (pocas) ha servido para elaborar una pesadísima maquinaria de poder que ha secuestrado a la ANCCE del control del resto de los socios, a quienes poco más que nos queda pedirles que lo ejerzan con la moderación suficiente para no hacerlo todo en su exclusivo interés o beneficio.
Dos consideraciones finales quiero formular, una personal: dimito porque, después de aguantar más de un año y comprobar la imposibilidad de modificar la situación referida, quiero denunciar los hechos relatados, porque no quiero ni puedo avalar con mi presencia ni ser cómplice con mi silencio en el mantenimiento de la situación que nos ocupa.
Lo fácil, cómodo y conveniente para mi interés privado hubiera sido continuar, tragar y callar, y aún mejor, tratar de hacerse «amiguete» de Jaime. Muchos entendéis lo que digo, casi todos.
Y la última reflexión: cuando se denuncian hechos como los que escribo algunas «personas responsables» aluden a que de ello se aprovechan los oportunistas. Es cierto, pero no lo es menos que cuando se calla se colabora a que se perpetúe un situación de la que se benefician otros («los que mueven los hilos»). Y así nunca lograremos la regeneración, porque a mí me asalta una última duda que me parece esencial: ¿es realmente Jaime quien manipula la ANCCE, o más bien es un grupo de ganaderos quienes manejan y se sirven de Jaime para imponer sus intereses al resto de los socios? Si se considera esto último quizás encuentre explicación el argumento que vierten algunas de las «personas responsables» citadas antes, respecto de la ruptura de ANCCE si se «toca» a Jaime: ANCCE se podría destruir, dicen, y yo digo que sí, que podría ser cierto, más que nada porque ellos mismos lo intentarían y, con tal de conseguir sus propósitos particulares, pondrían en peligro a la institución que después de más de 40 años y gracias al esfuerzo y la trayectoria noble y digna de numerosas personas ha hecho del PRE un caballo de implantación universal, ha conseguido la gestión del Libro Genealógico como instrumento básico para el desarrollo de la Raza (gracias Arancha y Pedro, por vuestra eficacia y discreción) y en fin se ha erigido en una de las más notables asociaciones de ganaderos de todo el mundo con capacidad para la organización de eventos tan importantes como SICAB, amén de otros innumerables logros que sería prolijo enumerar. Para conservar y mejorar lo expuesto se articuló la unión de los ganaderos en una sola candidatura que evitara la llegada al gobierno de ANCCE de oportunista y/o aventureros. Pues bien, a los que «mueven los hilos» no les ha interesado y han impedido que se consolidara tal proyecto de evolución y unidad.
Salud y suerte para todos y larga vida a nuestra ASOCIACIÓN NACIONAL DE CRIADORES DE CABALLOS ESPAÑOLES (ANCCE)
Azores. Priego de Córdoba. Julio de dos mil dieciséis.
Firmando: Antonio Ruiz Fernández. Ganadero de ANCCE y Secretario de la misma hasta junio del año indicado.
P.D. Aprovecho este escrito para despedirme de los trabajadores, de la oficina de ANCCE y del Libro Genealógico, y agradecerles su paciencia y atenciones. Gracias y un abrazo para todos».