El jinete no puede adherirse perfectamente al caballo más que agarrándose con sus pantorrillas por debajo del diámetro del cilindro formado por el cuerpo del animal (fig. 71). Apretar las rodillas por encima de ese diámetro tiende a despedir al jinete de su silla, impide la flexibilidad del pliegue de las rodillas y disminuye la adherencia de las nalgas. El diámetro del cuerpo del caballo es cada vez mayor y más alto a medida que nos aproximamos al vientre; es por detrás de la cincha, donde se aploma el busto, donde se encuentra el mejor punto para poner las pantorrillas.
Fig. 71.- Adherencia máxima
El máximo de adherencia no solo se obtiene por aumento de las superficies de contacto (muslos en su sitio, rodillas en contacto con la silla, pantorrillas en contacto con los flancos del caballo), sino también por la presión ejercida sobre esas superficies (“los muslos y las piernas deben encontrar por su fuerza interna tantos puntos de contado como sean posibles con la silla y los flancos del caballo” – BAUCHER).
El apoyo de las pantorrillas de abajo a arriba bajo el diámetro del caballo y de delante a atrás aumenta con la presión de las pantorrillas, la de los muslos y la de las nalgas. El peso del busto puede acentuar la presión de las nalgas a condición de que los hombros abiertos reposen de alguna manera sobre la pelvis y que el jinete no tome ningún apoyo sobre las rodillas ni sobre los estribos (“los hombros un poco echados hacia atrás” – LA GUÉRINIÈRE. “Que lo alto del cuerpo esté sobre las caderas y que soporte el asiento por su propio peso y su equilibrio”, “que los hombros estén abiertos por delante y planos por detrás” – Ordenanza del 1 de junio 1766. “Lo alto del cuerpo suelto, libre y recto, de manera que el hombre se mantenga en su asiento por su propio peso y por su equilibrio” – Ordenanza del 20 de mayo 1788. “El jinete dará toda la extensión posible al busto, de manera que cada parte repose sobre la adherente inmediatamente inferior” – BAUCHER. “El peso del busto contribuye a mantenerse sobre el dorso del caballo, con tal de que su dirección se confunda con la vertical” – CAPITÁN DE BRIGNAC).
El apoyo de las pantorrillas de delante a atrás fija y mantiene las rodillas y la pelvis hacia delante (fig. 72 a).
Fig. 72 a.- Efecto del apoyo de las pantorrillas de delante a atrás
Cuanto más pronunciado es el esfuerzo de bajar el talón con apoyo sobre la parte ancha del pie, más aferrada se encuentra la base de la pierna entre la suela del estribo y la parte ancha del vientre (fig. 72 b). El apoyo sobre la parte ancha del pie debe hacerse como si el jinete quisiera dejar ver la suela de su bota hacia un lado. El esfuerzo de bajar el talón no puede hacer perder el estribo más que cuando el jinete pone la pierna hacia delante en lugar de dejar los talones en el aplomo de los hombros y de la pelvis. Este proceder interviene considerablemente en bien de la solidez del jinete; realiza “la adherencia” al cuerpo del caballo.
Fig. 72 b.- Esfuerzo de bajar el talón y de apoyo sobre la parte ancha del pie
El esfuerzo de bajar el talón conlleva un endurecimiento de los músculos de la pantorrilla que, no solo aumenta la adherencia, sino que permite hacer sentir al caballo las acciones de las piernas limpias, netas y enérgicas.
Calzar el estribo hasta el fondo no da más solidez, como podría creerse, sino que ocurre al contrario. Si se apoya más el pie sobre el estribo que sobre el talón, la bajada de este último disminuye y el importante juego del tobillo se aminora (e incluso se suprime si el jinete apoya sobre la punta del pie), por lo que esta manera de actuar no puede más que disminuir el asiento y aumentar las dificultades de unión y de “adherencia” al caballo (disminución de las superficies adherentes y de su presión, relajando los músculos de las pantorrillas). El jinete está entonces “posado” sobre el caballo y no puede hacer cuerpo con él.
Traducido y comentado por José Manuel Sales “El Cura”