Nada más lejos de la realidad, lo que hoy vemos hacer a nuestros jinetes, bien sea dentro del cuadrilongo de doma o simplemente en el Acoso y Derribo o en una plaza de toros, es Doma Vaquera, más corregida, evolucionada y por tanto superando en corrección y belleza a la que hacían nuestros antepasados.
Si hoy se hacen cambios de pie por derecho en una pista de doma, sobre una silla vaquera y mando de oposición, es señal de que se evolucionó y por tanto se mejoraron muchas facetas de la antigua Doma Vaquera, que no solo por ser antigua tenía necesariamente que ser buena. Si en el Acoso y Derribo se llega a soltar a una velocidad que nuestros antepasados ni llegaron a soñar, es también señal de que se avanzó sobre el tema en cuestión. Si ante un toro bravo, en una plaza de toros y también a campo abierto se hacen quiebros tan perfectos como los pueda hacer un torero de a pie, es también señal de que se ha llegado a una precisión ecuestre muy cercana a la perfección.
A título de información os puedo decir que en la equitación clásica antigua no se hablaba para nada de trote en extensión ni de cambios de pie al tranco. Sin embargo, en la Doma Clásica moderna se hacen porque se incorporaron a los aires tradicionales antiguos mejorándolos y superándolos.
La estampa de un caballo domado
Si la doma en general ha evolucionado, ¿por qué no la nuestra? Mucho más si se siguen haciendo los trabajos que la caracterizan por su espontaneidad, airosidad y belleza. Por todo esto y dentro de los capítulos referentes al caballo domado, yo me voy a referir a ciertos movimientos y trabajos que en la doma antigua no se tenían en cuenta. Mas, como voy a tratar de explicar, se hacían, pero de una manera inconsciente.
Movimientos antiguos
En primer lugar, si antiguamente, como dicen los clásicos, no se hacían cambios de pie al aire, necesariamente tenía que existir el galope en trocado, al variar la dirección del caballo. Haciendo un poco de historia, podemos observar por fotos antiguas que los caballos usados por los garrochistas de antaño eran españoles marismeños, y sabido es por cualquier jinete la dificultad de esta raza para los cambios de pie. Mas de pronto aparece el Pura Sangre Inglés en las faenas de acoso. Antonio Miura y Ramón Ramos son los primeros en usarlos, y qué duda cabe que dos grandes jinetes ante caballos con facilidad para el cambio no dudan en hacerlo.
En cuanto a los trabajos de costado, siempre se hicieron al paso, y necesariamente el caballo de garrocha tenía que saber apoyar a la derecha, pues si no le era completamente imposible efectuar la suerte.
Decidme si cualquier caballo campero que está abriendo un cancelín no está realizando la pirueta inversa.
1. Boca-sapo con limoncillos 2. Boca-sapo 3. Cuello pichón partido
Tenemos que comprender que estos aires de doma no son por capricho, que todos tienen un fin primordial: poner al caballo en disposición y flexibilidad para que pueda ejecutar cualquier clase de trabajo. En mis primeros pasos como garrochista, recuerdo perfectamente montar un caballo de Antonio Miura llamado Clavellino que cambia de pie por derecho a la perfección. Tuve la suerte de ver a un Marqués de Villabrágima, a un Eugenio de Luque, a un Álvaro Domecq y Díez, jinetes finos que sabían presentar muy bien un caballo a la vaquera. Me podréis argumentar que eran los menos, y aquí os doy toda la razón, porque lo bueno ni ahora ni nunca abundó.
De todas formas, me creo en la obligación desde estas sencillas líneas de homenajear a todos los jinetes que en la actualidad están haciendo una buena Doma Vaquera, y que le están dando categoría no solo ante nosotros mismos, sino que al mostrarla más allá de nuestras fronteras, le están confiriendo un carácter internacional.
Dos modelos de asa caldera
El caballo domado
Una vez pasado el periodo de desbrave, el caballo vaquero se nos muestra de una manera totalmente diferente. Se le corta la cola, se entresaca la crin y se le rapa el mirlo o tupé. También se le pelan las cuartillas y los bigotillos de su hocico.
La montura vaquera sustituirá a la española. Se le quitan las falsas riendas, dejándole definitivamente el mando de oposición. Por supuesto, si se desbrava con filete o bocado leve, ahora ya se emboca con el tradicional vaquero, dentro de sus múltiples modelos y tamaños, y su clásica cabezada de mosquero. El caballo abandona ahora ya los límites del picadero donde dio sus primeros pasos de adiestramiento, y empieza su trabajo en el campo. Si en el periodo anterior alternó los días de picadero con algún que otro campo, ahora nada mejor que alternar el campo con algún que otro picadero. El adiestramiento o doma en el caballo nunca termina.
El caballo empezará a frecuentar el ámbito ganadero para el que ha sido destinado. Mas hay que amoldarlo poco a poco, con faenas sencillas y que a la vez son de una utilidad grande para su definitivo adiestramiento.
Para un caballo joven es de gran valor empezar a ejecutar faenas tales como conducir ganado, encerrar y, la mejor de todas, desahijar. Aquí es donde se transformará definitivamente en un caballo vaquero: arreando, parando, dando vueltas y medias vueltas sobre las piernas, una y otra vez. Esta es la verdadera doma, donde pone de manifiesto toda la base aprendida en el picadero.
Barra fija hacia arriba y hacia abajo
Muy bueno también empezar a amparar. Primero ganado manso, luego el bravo de mayor velocidad y con todas las complicaciones que compiten en el toro bravo.
Estupendo correr liebres junto con otros caballos. Y, sobre todo, andar y andar interminables horas por el ancho marco campero. Largas horas de caminar al paso por terrenos variables: desde el duro erial hasta el blando barbecho, por la plana llanura y las suaves colinas. Todo este tiempo de andadura, aparte de calmarle de las duras faenas ganaderas, la ejercita y muscula al mismo tiempo.
Texto y Fotos: Luis Ramos Paúl in memoriam