Estas experiencias nos han permitido situarnos, tanto a mí como a algunos otros del sector hípico-ecuestre al que nos debemos, con una privilegiada información, suficiente de conocimientos para valorarlo y así, porque lo necesita, ayudarlo e impulsarlo. Particularmente, deseo escribir estas líneas, que espero fervientemente se entiendan como un servicio al mundo del caballo, tras haberle dedicado una parte muy importante de mi vida.
Después de comprobar, por los distintos países del mundo por los que he viajado, los diferentes enfoques en los que se sustenta el sector hípico-ecuestre, claramente me quedo con el modelo imaginario que expongo a continuación, porque este no existe.
En el mundo entero, unos con más acierto por ejemplo Alemania y otro con menos, nos sirve España, dedican su atención al caballo únicamente con un fin, la competición.
Particularizo en los podios y las medallas, los esfuerzos que se hacen y siempre bajo una Federación Nacional, que como sabemos es la gran institución encargada de regular este deporte en los distintos países.
Dichas federaciones, insisto unas mejores y otras peores, son como unos grandes almacenes a los que acuden, los ya iniciados en el caballo, se dirigen a la sección donde está su disciplina de interés, adquieren la competición en la que van a participar y vuelven a su club o picadero a prepararse, solos o con su entrenador. En los almacenes de al lado existen otras similares instituciones denominadas Asociaciones, que van de razas de caballos, que también ofrecen a los ya propietarios, servicios de competiciones, en este caso morfológicos y funcionales entre otras. En ambos casos se ocupan de sus actividades específicas y aunque podrían preocuparse por llegar más lejos, no lo hacen.
Tanto las federaciones como estas asociaciones son las encargadas por el estado español para gestionar cuanto acontezca en su parcela hípico-ecuestre, para ello facilitan aportaciones económicas y medios para la gestión de bastantes subvenciones. Situados en esta realidad me permito decir, que esto no es suficiente, que existen muchas ordenaciones y mandos para muy pocos mandados y es que es un craso error querer situar al caballo y sus actividades solo en jueces y pruebas de competición.
España es un país de caballos, no en vano se nos representa, junto a otros pocos estándares como las ferias y romerías, el flamenco, aceites o vinos, ante los ojos del mundo, como lo auténticamente español.
Pues bien, decía al principio, que yo apostaba por un modelo imaginario para dar valor a cuanto se relaciona con el caballo, y debo decir que este no existe, por la exclusión y abandono político que padece el sector. Nuestros dirigentes, sean del partido que sean, aplauden lo favorables que somos para el turismo, por las distintas expresiones que se realizan y que cautivan en el exterior, pero no quieren saber lo infame económicamente que lo pasan nuestros profesionales, desde mozos de cuadra, jinetes e instructores, herradores, hasta propietarios de picaderos, de caballos, transportistas y veterinarios, artífices todos ellos de cualquiera de dichas actividades, reconocidas mundialmente.
Por otro lado, fundamental para mí, es que hay que fomentar el interés por el caballo por otras vías y distintas maneras, pero la que lo consolidaría en la sociedad actual, sería su incorporación con todo el reconocimiento estatal y por el bien social en colegios públicos y privados y todo tipo de centros de enseñanza, incluso en la creación a tipo de las autoescuelas de lo que se podría definir, como EcuEscuelas.
Propondría, para llevar a cabo este plan, el Aula Ecuestre donde se impartirían clases teóricas utilizando un método ya concebido, con clases a distintos niveles y elementos de enseñanza, que incluirían incluso un caballo simulado. Se trataría de que los nuevos alumnos entraran en nuestro mundo con facilidad e incluso superando miedos, conociendo la historia, razas, cuidados, bases y útiles de doma así como las ayudas para el entrenamiento, todo antes de empezar las clases prácticas.
Con toda esta información por parte del alumno y habiendo superado los lógicos exámenes, se visitarían picaderos concertados de la zona, donde podrían poner en práctica progresivamente, toda la teórica aprendida y donde comprobarían lo importante y seguro que es montar a caballo, con base y fundamento, como cualquier otra actividad que se aprende desde su total desconocimiento.
Ya es de reconocida autoridad lo útil que es la equitación, potenciando la personalidad del individuo al encontrarse solo ante las decisiones a tomar cuando va montado a caballo, en la aplicación de la equinoterapia, trastornos psico-motrices, reinserción social, etc., etc.
En conjunto se crea riqueza tanto social como económicamente hablando, pero desafortunadamente esta no tiene el lógico retorno, estando incluso amenazados por gentes animalistas que tergiversan con maltrato la doma suave que se hace en la actualidad.
Mi apuesta, después de 30 años, claramente es por un mundo del caballo basado en planes culturales amplios, donde las Instituciones Públicas entren decididamente, entendiendo que este sector goza de un gran espacio de todos en el que hay que apostar y ayudar.
Texto y Fotos: Joaquín Fernández Cepedello – Presidente de Grupo Lettera, S.L