La opinión del ganadero
Como bien argumenta Manuel Pimentel en su libro “La Venganza del Campo”, este se pregunta ¿por qué el sector primario es pisoteado y perseguido por la misma sociedad a la que da de comer? Los agricultores y ganaderos no podemos aguantar ni un día más las presiones a las que estamos sometidos por las normativas superiores que cada año se inventan unos señores que viven, cómodamente, en la ciudad y que, la mayoría, no han pisado jamás fuera del asfalto
Si Bruselas no rectifica las normativas impuestas por una ecología mal entendida y nuestros gobiernos siguen empeñados en ser los pioneros en su aplicación, sin medir los perjuicios que las mimas conllevan, estamos en la antesala del abandono total del campo y de la falta de alimentos para una población que sigue creciendo en todo el mundo.
De poco servirán las estrictas normativas comunitarias si tanto la alimentación humana como la propia del ganado queda en manos de países terceros; estos, sin ningún compromiso con la sociedad, sin control sanitario, sin responsabilidad de suministro, sin preocupación frente a la calidad. Algo que ya está ocurriendo con los cítricos, el aceite de oliva, la carne y otros muchos productos de los que España somos productores de alta calidad.
La mal entendida Ley de Bienestar Animal acabará con las pequeñas explotaciones ganaderas y se extinguirán las distintas especies porque encarecerá de tal forma los sistemas de producción que será imposible adquirir sus productos por la mayoría de los consumidores. Se dispararán los precios y permitirán la entrada a otros similares, de la misma procedencia citada anteriormente, sin ningún control sanitario.
Mientras tanto, en Bruselas estarán nuestros representantes acomodados y con buenos sueldos, entre el resto de los sabios; eso sí, mudos como puertas por si se les acaba el chollo. Por cierto, todos estarán felices porque las pocas gallinas que nos queden estarán en libertad y pondrán un huevo a la semana, o ninguno. Las vacas no contaminarán con sus heces y los purines de los cerdos dejarán de ser un problema. Como ventaja nadie tendrá que untarse los pies de caca “radioactiva” procedente del mundo animal porque podrás llegar al supermercado de la esquina por la acera, por el carril bici o por el de patinetes y allí te venderán todo tipo de alimentos fabricados con una impresora tridimensional. Si ya los prefieres más parecidos a los que se producen en España los podrás encontrar sin claridad en su etiquetado (solo los diferenciará el código de barras que nadie mira).
Productos importados de países donde los pesticidas se pueden aplicar con total libertad sin ningún control no tienen problemas con el maravilloso invento de la agenda «20-30». Cuando sopla el viento ponen una cortina para que no nos llegue el CO2 a los exquisitos y sufridos europeos mientras nosotros en España eliminamos los pocos árboles que quedan y plantamos placas solares.
Los costes
Al PRE como a tantas otras especies le afecta la Ley de Bienestar Animal, el encarecimiento de los cereales, los altos costes de los fletes para su importación, las continuas exigencias del Ministerio de Agricultura para los controles de movimientos, y las tantas y tantas chorradas que cada día se inventan para subsistir y mantener el privilegio de sus cómodos puestos. Para colmo, la sequía sigue azotando parte de nuestra península. Es hora de investigar si detrás está la mano del hombre en la desaparición de las nubes, especialmente en el Sureste, como hace años se viene denunciando sin que nadie investigue sobre el asunto.
Qué podemos esperar en España de una clase política que, mientras uno de nuestros ríos más importantes revienta por exceso de caudales y amenaza con llevarse por delante puentes y ciudades rivereñas, se cierran los grifos en más de medio país por la noche porque falta agua para el pueblo. Más grave todavía, mientras toda esta agua se pierde en el Mediterráneo a menos de 200km. de la desembocadura del Ebro, piden con angustia que les lleven agua, aunque sea con barcos cubas.
Qué podemos esperar de una clase política que, desde que se instauró la democracia no han sido capaces de realizar ni una charca para que beban las aves salvajes.
Desde aquí todo mi apoyo a las manifestaciones emprendidas, único lenguaje que entiende el mundo moderno para enterarse de que el campo existe, también cuando no hay pandemia. Que sepan tanto en España como en Bruselas que, sin campo y sin ganado, no habrá comida. Sin agua en todo el país, el desierto seguirá creciendo y sin equilibrio de la fauna y la flora, acabaremos con la naturaleza. Y como consecuencia no harán falta sus salvadores. Como diría Romanones “Joder, que tropa”.
Texto y fotos: Pedro Conesa