El hombre absorbe las sacudidas de la locomoción del caballo por el juego de sus articulaciones.
Para poder actuar en las mejores condiciones, para que el jinete pueda conservar el equilibrio del busto durante sus movimientos y hacerlo mediante movimientos reducidos a la mínima expresión, el dorso-riñones debe poder actuar alternativamente en flexión y en extensión; así se trabaja en condiciones naturales. No solo no es necesario, sino que además acarrea desventajas el querer hacer trabajar al dorso-riñones en condiciones diferentes, anormales. Los riñones no tienen que estar, pues, ni hundidos ni aplastados. Para que puedan actuar en los dos sentidos es importante que la situación inicial del jinete sea la conveniente, es decir, que por una parte, la pelvis esté los más adelante posible, y por otra, que los hombros estén “sobre el asiento”. Así, hombros, pelvis y talones se encuentran, con el caballo parado, en la misma vertical; en movimiento, los riñones pueden actuar igualmente en los dos sentidos a una y otra parte de la “línea de equilibrio” del jinete.
El jinete no debe, pues, estar sentado en el caballo sobre el coxis, como sobre una silla (salvo, evidentemente, cuando se deja transportar en reposo sobre su caballo), “debe estar derecho como si estuviera de pie con las piernas separadas” – JENOFONTE.
“Guardándose de encontrarse con el arzón por detrás, por miedo a sentarse pues debe estar derecho como cuando está de pie”, “los dos hombros como deben estar, el estómago adelantado y el dorso un poco hundido cerca de la cintura” – PLUVINEL.
“El jinete no debe sentarse sobre sus nalgas, aunque muchos creen que la naturaleza las ha hecho para sentarse sobre ellas, y no hay que utilizarlas cuando se monta a caballo” – NEWCASTLE.
“Estar derecho como cuando se está sobre los pies” – LA GUÉRINIÈRE.
“Que los riñones estén derechos y bien sujetos” – Ordenanza de 1766-1767.
“La cintura hacia delante” – Ordenanza de 1788.
“Los riñones deben estar todo lo rectos que se pueda”. “Es la posición menos afectada, la más apropiada para sostenerse a caballo y para trabajar” – DUPATY DE CLAM.
“Los riñones deben conservar la situación vertical como la más natural y la única por ser adecuada a la intervención de las fuerzas y la preparación para los diversos movimientos del caballo” – DUCROC DE CHABANNES.
“Los riñones sujetos sin estar rígidos a fin de facilitar los desplazamientos hacia delante y hacia atrás del cuerpo” – D’AURE.
Fig. 73.- Equilibrio del jinete
Lo mismo que los riñones, las rodillas tienen que quedar en una disposición de flexibilidad que, manteniendo en cierta medida los talones independientes de los muslos y las nalgas, permita el ajuste de los “talones”, sus acciones de abajo a arriba y dé al jinete libertad de talones y posibilidad de servirse de las piernas con tacto y precisión. Las sacudidas verticales resultan de los movimientos de elevación y descenso periódicos del caballo.
Después de elevarse, el cuerpo del caballo desciende más deprisa que el del jinete.
En el trote sentado se flexionan dorso y riñones para amortiguar los movimientos ascendentes. Para poder seguir al caballo sin retraso en el movimiento descendente que sigue el jinete debe, por una parte, agarrarse con las pantorrillas al cuerpo del caballo y por otra, efectuar al mismo tiempo una extensión de dorso-riñones; este movimiento coincide con el apoyo de las pantorrillas de delante a atrás para lanzar la pelvis y las rodillas hacia delante y hacia abajo (fuerzas de reacción), ajusta las nalgas y los muslos contra la silla y asegura la conservación de la adherencia. El jinete que no actúe así vuelve a encontrarse con la silla en el movimiento ascendente siguiente, lo que provoca una sucesión de “golpes de raqueta” que lo proyectan fuera de la silla a cada batida.
En el trote a la inglesa, para reducir al mínimo los golpes sufridos por el caballo, el jinete no debe pivotar alrededor de sus rodillas, lo que tiende a desplazar sus nalgas hacia atrás y le priva del juego de las rodillas y los tobillos, sino que debe dejarse elevar y descender en la silla resbalando de alguna manera sobre la “línea de equilibrio” y dejando actuar a las rodillas y los tobillos.
Fig. 74.- Diferentes maneras de trotar. Fig. izquierda; mínimo de culadas y de problemas que afecten al equilibrio. Fig. derecha; máximo de problemas que afecten el equilibrio. Falta de soltura y confort para caballo y jinete
El apoyo de las pantorrillas atrás, contra el abultamiento que forma el vientre del caballo, le permite al jinete mantener la pelvis cerca de la perilla, de tomar contacto de nuevo con la silla “lo más delante posible”.
Para que las rodillas y los tobillos puedan cumplir óptimamente su papel de amortiguación de las sacudidas, estas articulaciones deben estar en una disposición de elasticidad, de tensión que les permita actuar como una lámina de resorte que se dobla. El tobillo no debe, pues, quedar bloqueado en su trayecto hacia abajo. Esta observación se aplica a todas las articulaciones del jinete que deben, en todos los casos, actuar con elasticidad y no estar relajadas.
Las sacudidas horizontales que resultan de las variaciones de velocidad alternas que se producen en los aires basculantes están particularmente ralentizadas al galope.
La flexión del dorso-riñones y el bascular de la pelvis hacia atrás que preceden al empuje de los posteriores, deben ir inmediatamente seguidas de los movimientos inversos durante la elevación de la grupa (conservación de la adherencia).
Fig. 75.- Sacudidas horizontales
Así, la pelvis bascula alternativamente alrededor del punto de apoyo de los ísquiones. El coxis solo toma contacto con la silla periódicamente, durante las flexiones de riñones o cuando el jinete quiere actuar con sus riñones sobre el caballo para empujarle sobre la mano, para remeterlo hacia delante.
Este juego alterno de riñones en flexión y extensión determina un movimiento ondulante que se propaga de vértebra en vértebra a lo largo de la columna vertebral del jinete.
Cuando el jinete ha adquirido una flexibilidad suficiente, la cabeza y los hombros solo experimentan mínimos desplazamientos; en el ámbito de la cintura es donde las ondulaciones vertebrales del jinete alcanzan su máxima amplitud. Así, los hombros se quedan en todos los aires sobre el aplomo de la pelvis y el jinete obtiene el máximo de asiento. No se trata de “darle una determinada forma” al riñón a base de flexibilizaciones. Es más importante que aprenda el jinete a “moverse con su caballo” (Com. De CHAMPSAVIN), y más precisamente a mover riñones, cintura y codos.
Un buen asiento “flexible y firme” se hace, pues, con flexibilidad y adherencia.
Flexibilidad de las articulaciones (dorso, riñones, muslos, pelvis, rodillas y tobillos).
Adherencia por contracción de los músculos de las pantorrillas y presión de las superficies en contacto. “La adherencia de las pantorrillas y la flexibilidad de los riñones constituyen el asiento” – Capitán DE BRIGNAC. El esfuerzo de contracción no es permanente, sino que varía según las necesidades; es evidente que el jinete sentado en reposo sobre su caballo al paso, por ejemplo, puede dejar sus piernas “caer naturalmente” sin inconvenientes. Hay que hacer notar que en el “jinete adaptado”, cuya gimnasia particular ha modificado la tonicidad de sus músculos, esta contracción se convierte en la locomoción normal y por costumbre, en una simple tensión muscular que no necesita apenas de ningún esfuerzo por su parte.
Tal asiento permite al jinete permanecer dueño de su equilibrio en todas las circunstancias, de unirse al movimiento y procurarle la solidez y la facilidad necesarias para que pueda utilizar sus ayudas con el máximo de libertad, de independencia, de precisión, de tacto y de claridad.
Traducido y comentado por José Manuel Sales “El Cura”