Cada uno de nosotros tiene un pasado, unos padres, hermanos, unas vivencias, unas herencias culturales y unas experiencias vitales que conforman nuestro mapa mental personal.
Me refiero a la educación, la cultura, las creencias, en fin, todas las experiencias y maneras de observar el mundo que hace que una persona se desarrolle como tal, así como de las percepciones y sentimientos de sus propias vivencias a través de sus propios filtros de la realidad. El mapa mental está determinado por la estructura genética y la historia personal. De ahí que es imposible que dos personas tengamos exactamente la misma percepción ante un mismo hecho, por tanto, casi seguro que vamos a tener distintas reacciones ante un mismo estímulo.
Si hemos tenido una buena experiencia desde pequeños con los ponis y caballos, hemos aprendido con ponis y caballos dóciles, educados y sobre todo adecuados a nuestras características y necesidades físico-deportivas en cada momento tanto a nivel técnico como de estatura, tipo de caballo, etc., esta vivencia formará parte de nuestro mapa mental para toda nuestra vida como algo agradable, constructivo, placentero y motivador. Si por el contrario, hemos tenido malas experiencias con caballos con energía difícil, caídas complicadas y sustos en las pistas de competición porque hemos montado caballos que no eran adecuados a nuestro nivel, en esos casos, nuestro mapa mental va a ser muy distinto. La huella de cada experiencia vivida deja un surco en nuestra memoria. Si la experiencia ha sido muy traumática, la huella será mucho más profunda. De hecho, estoy segura de que, en estos momentos, al leer este texto algunos de vosotros os estáis acordando de alguna mala caída, una mala experiencia, o de un caballo al galope sin poderlo controlar. Todas estas experiencias dejan en nuestro subconsciente una herida, en ocasiones, muy, muy difícil de sanar y casi imposible de olvidar.
Cada uno tiene su mapa mental que ha ido construyendo día a día. Todos tenemos vivencias distintas, por eso nadie puede tener un mapa mental igual ya que cada uno es totalmente individual. La combinación de las vivencias y del perfil personal de cada individuo hace que los mapas mentales se vayan configurando en nuestro día a día.
Para poder mejorar en nuestro deporte debemos ser conscientes de nuestro mapa mental. Algunas huellas nos van a llenar de orgullo y motivación. Si nos han seleccionado para participar en un Campeonato de Europa de cualquier disciplina, esa emoción que va a generar esta nueva situación va a formar parte de nuestro nuevo mapa mental. Todas las vivencias estarán en nuestro mapa mental para toda la vida. Aquellas que más nos ha costado conseguir van a dejar una huella muy profunda que la memoria será incapaz de borrar. Aquellas experiencias mediocres pueden incluso no llegar a dejar ninguna huella en nuestros mapas internos.
Las vivencias positivas como deportistas nos aportan autoestima, más valoración personal, reconocimiento de nuestro entorno, motivación, energía positiva, fuerza interior y alegría personal.
Profundización en la propia mejora deportiva
Pero… ¿qué pasa con las experiencias negativas? Las experiencias negativas son aquellas que ineluctablemente nos las encontramos en el camino de la búsqueda de la excelencia, la búsqueda del éxito. Siempre les digo a mis alumnos que los errores forman parte del éxito. El error sirve para el aprendizaje y la evolución de la persona si se analiza y se hace un plan de mejora.
Desde la escuela y desde casa es importante educar a los niños para que sean tolerantes a la frustración. Todos hemos oído la frase: “de los errores se aprende”. Pues yo voy un poco más allá. Para mí, son indispensables para mejorar. Formarán parte de nuestros mapas mentales y estarán dentro de nuestra esencia para toda la vida, pero debemos saber convertirlos en un elemento propulsor para lograr nuestras metas. Si en alguna ocasión habéis entrado en el cuadrilongo antes del toque de campana y os han descalificado o bien descontado en vuestra puntuación eso formará parte de vuestras vivencias. Y pondréis en el futuro mucha más atención para que eso no se vuelva a repetir. Se equivoca quien se arriesga y solo llega lejos el que arriesga para lograr sus metas. La palabra error podría ser equivalente a aprendizaje, es obligatorio aprender para mejorar, es decir, es obligatorio equivocarse para mejorar. Cuantos más errores tengamos más rápidamente mejoraremos en nuestro aprendizaje deportivo.
De los errores debemos sacar su espíritu de enseñanza, su valor que hará que el deportista siga creciendo como tal. Si acatamos los errores como fracasos no vamos a poder andar por el camino del crecimiento, la mejora y la evolución.
Los mapas mentales de cada uno están llenos de errores, ellos nos permiten analizar cada situación para que no se repita, nos permite avanzar a ellos para evitarlos en la pista de competición, nos acercan más rápidamente al éxito. Sin errores no realizamos análisis, sin análisis no hay mejoras, con ellos desarrollamos una mayor capacidad de aprendizaje, desarrollamos nuestra memoria y nos permite seguir creciendo y aprendiendo. Se producen nuevas conexiones neuronales, nuevos mapas mentales y mejoramos nuestra capacidad de resistencia al error aceptándolo como parte necesaria para llegar a consolidar un nuevo aprendizaje, un nuevo ejercicio.
No es nada fácil para el ser humano aceptar el error, algo que hemos hecho mal en un concurso, en un ejercicio, en un planteamiento que nos ha sacado de la tabla de los ganadores. Por ello, es bueno aceptar los errores como un reajuste técnico, como una nueva experiencia que nos ayudará en las próximas.
La clave de todo está en cómo interpretar nuestros errores, algunos los interpretan como fracasos y eso hace que nuestro aprendizaje, nuestra energía y motivación caigan en picado. Tampoco debemos atribuirlos a agentes externos o culpabilizar a entrenadores o acompañantes. ¡Esta actitud nunca suma en positivo! Hay que aprender a relativizarlos y a asumirlos como normales, como parte intrínseca del aprendizaje, ¡el error más grande no es cometerlo, es no aprender de él para que no se repita!
Por este motivo lo primero que debemos hacer ante el error es aceptarlo, y aceptar también el dolor que en ocasiones conlleva el error como algo natural en el proceso de nuestro aprendizaje, eso lo hace todo mucho más sencillo y llevadero y nos permite conseguir en menos tiempo mejores resultados.
Nuestros aciertos se graban en positivo en nuestro mapa mental, si bien es cierto que se nos pueden subir los éxitos a la cabeza y tampoco sería bueno, ¡no hay que perder nunca la humildad por muy alto que hayas llegado!
Texto: Maya Pou Batlle. Subdirectora y fundadora del CAVA. Coach de equipos de competición. Máster en Liderazgo Femenino – @mayapou / Fotos: Ariadna Álvarez