Lindsey Partridge, una entrenadora de caballos canadiense, probó recientemente la política de mascotas de un motel en Georgetown, Kentucky (EE.UU.), tratando de hospedar a su pura sangre de cinco años en una habitación, consiguiéndolo y por 10 dólares (8´50 euros) por noche.
Lindsey viajó recientemente al Kentucky Horse Park en Lexington, para participar en la competición anual de caballos retirados Thoroughbred Makeover. Mrs. Horse había reservado una habitación para una semana y ni se le pasaba por la cabeza alojarse junto a su caballo.
Al entrar en el vestíbulo del motel de nombre Super 8, la preparadora equina observó varios perros y le dijo a la recepcionista que no conocía la política con los animales de compañía del establecimiento, y agregó que viajaba con algunos caballos y que habría sido genial poder dormir con uno de ellos.
La empleada de la recepción pensó que era una broma y le respondió: “Oh, no importa. Claro, tráigalo“. Sorprendida por la contestación, Partridge decidió que era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar, así que descargó uno de sus caballos del remolque y lo llevó al motel.
Los trabajadores no daban crédito al ver al caballo en el vestíbulo. Y no pudieron prohibir la entrada al equino porque en sus normas no se especifica el tamaño de las mascotas que pueden hospedarse.