El caballo y el jinete, dos seres que viven en planetas distintos
Los caballos son animales grandes y pesados. Un caballo de silla de un tamaño medio (con aproximadamente 170 cm de altura de la cruz), sin jinete, ya tiene que llevar un peso propio de unos 600 kg, algo así como el peso total de unos ocho hombres. Los huesos, tendones, músculos y articulaciones deben estar bien formados, no solo para llevar su propio peso, sino también el peso del jinete, especialmente si es para llevarlo por encima de los obstáculos.
Fundamentos anatómicos
El Esqueleto
Una gran parte del peso del caballo se compone del tronco y la cavidad abdominal, que cuelga “libremente” de la columna vertebral. Por ende, se puede comparar la estructura del esqueleto de un caballo con la de un puente: las extremidades anteriores y posteriores actúan como pilares y la espina torácica y la lumbar forma el puente en sí.
La cabeza está unida a la columna vertebral a través de una conexión ósea. La protuberancia occipital externa, o nuca, que se encuentra encima de la articulación es atlanto-occipital, es el lugar en el que se adhiere el ligamento nucal. El cráneo acomoda la embocadura de la brida en la parte de las barras mandibulares. De esta manera, la cabeza con su movimiento dinámico controlado por el jinete, tiene una función importante como palanca que acorta o alarga la musculatura y las adherencias tendinosas a lo largo de la espina cervical. La longitud de la cabeza (y en consecuencia, su peso y posición) juega un papel importante en esta acción.
La columna vertebral cervical consta de siete vértebras relativamente grandes. La manera en la que están unidas entre sí dicta el grado de movilidad del cuello. Describe un recorrido en forma de S desde la nuca (articulación atlanto-occipital) hacia abajo, y pasa más o menos a un palmo por encima de la articulación de la cruz, entre las escapulas. En un caballo nunca tocado por un jinete y en aquellos entrenados correctamente, este tramo de la columna vertebral describe unas curvas que discurren de manera uniforme. La línea superior del cuello «rota» entre la segunda y la tercera vertebra, y es un serial de una equitación dominada por la mano.
La columna vertebral torácica, que se extiende desde la espina cervical hasta la última costilla, consta de 18 vertebras torácicas, sustancialmente más cortas y unidas entre sí con menos movilidad que las vértebras de la columna vertebral cervical.
Este tramo de la columna vertebral alberga lateralmente las 18 costillas a través de uniones articulares transversales. Sobre los cuerpos vertebrales se encuentran las protuberancias llamadas procesos espinosos. La cruz está formada por los procesos espinosos del segundo al décimo cuerpo vertebral (estos procesos son significativamente más grandes que los demás).
Las ocho primeras costillas también se denominan costillas «autenticas» o costillas de soporte. Se articulan directamente con el esternón y le proporcionan estabilidad a la caja torácica, con las extremidades anteriores suspendidas a cada lado.
Las siguientes diez costillas solo están unidas al esternón mediante cartílagos, y permiten que se expanda la caja torácica al respirar. La parte de las costillas más cercana a la columna vertebral discurre prácticamente en horizontal y constituye el sobrelecho del conjunto muscular dorsal largo. Cada una de las vértebras torácicas están estrechamente unidas entre si mediante diversos procesos articulares, lo cual explica la gran rigidez de este tramo de la columna vertebral. Con esta construcción se consigue una gran estabilidad, puesto que recibe el soporte de la enorme caja torácica y su correspondiente musculatura, aportando todavía más estabilidad a la espina torácica.
La columna vertebral lumbar se conecta directamente con la columna vertebral torácica y generalmente consta de seis cuerpos vertebrales, más grandes que los de la columna vertebral torácica. (La mayoría de los caballos tiene seis vértebras lumbares, excepto los árabes, los caballos de Przewalski, asnos, burros, mulas y ocasionalmente otras razas que solo tienen cinco). En cada uno de sus lados se proyectan horizontalmente los procesos transversales óseos e inmóviles, de hasta 20 cm de longitud. Estos sirven de elementos de soporte y como base de inserción para el músculo dorsal largo y la musculatura del psoas. Puesto que en esta zona no hay costillas, este tramo de la columna vertebral presenta algo más de movilidad que la columna vertebral torácica. Está cubierto por la parte más fuerte del músculo dorsal largo y con el se estabiliza en mayor o menor medida, dependiendo de su estado de entrenamiento.
La columna vertebral lumbar se une al sacro, que consta de cinco vertebras sacras fusionadas entre sí. La articulación sacroilíaca se conecta a la cintura a través de los huesos ilíacos de la pelvis. Es una articulación relativamente pequeña, pero a la vez muy fuerte. El conjunto de la fuerza de empuje y la capacidad de carga del caballo que se genera en los posteriores llega a la columna vertebral, y con ello al tronco, a través de esta articulación. Dicha articulación encuentra su estabilidad en una compacta unión ligamentosa entre los huesos de la pelvis y el sacro.
El sacro se une a la columna vertebral caudal o coccigea. Forma la base ósea de la cola y consta de entre 18 y 21 segmentos. En un caballo en movimiento funciona como contrapeso y permite extraer conclusiones acerca del grado de relajación del dorso de un caballo bajo la silla (véanse las fotos).
Los procesos espinosos se extienden desde la parte central de cada vertebra a lo largo de toda la columna vertebral torácica y lumbar. Son muy largos en la zona de la cruz y sobrepasan considerablemente los procesos espinosos de las vértebras torácicas y lumbares, mucho mas retrasados. Además, los procesos espinosos del tercio anterior del caballo miran hacia atrás, mientras que los procesos espinosos del tercio posterior miran hacia adelante. Únicamente el pro-
ceso espinoso anticlinal, el de la vértebra torácica 16, está en posición vertical. La inclinación de los procesos espinosos representa una fuerza opuesta a la de la tracción muscular dominante, y permite que los músculos creen tensión para extender o flexionar el dorso y así funcione como una unidad móvil y flexible.
La inclinación de los procesos espinosos refleja el efecto de tracción activo y hacia adelante que ejerce el sistema ligamentoso de la línea superior del caballo (nos referiremos a ella como el sistema de contracción superior) y de la correspondiente musculatura cervical superior que se extiende hasta el dorso, así como la consiguiente fuerza antagonista creada por la parte posterior del ligamento dorsal supraespinoso (que se extiende desde la cruz hasta el sacro) y el efecto que ejercen los respectivos músculos de la grupa y del tercio posterior sobre el dorso.
Foto de Inicio: Foxtrott circula por la sala de recepción de la Escuela Alemana de Equitación de Warendorf como uno de los “materiales didácticos” más importantes para la formación de jóvenes técnicos de equitación.
Texto y fotografías: Del libro «El dedo en la Llaga», del Dr. Med. Vet. Gerd Heuschmann y publicado por Picobello Publishing