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Conoce las respuestas sensibles del tacto del potro a las primeras ayudas

¿Por qué no se le debe poner la embocadura a un potro antes de conocer las ayudas de girar y parar?

Lucy Rees nos explica detalladamente todo sobre las respuestas sensibles de los potros entre ellos y con los humanos. Los equinos no son animales de tacto, lo usan solo en momentos puntuales y con advertencia, señalando su intención para no ofender al otro. Por ello, hay que conocer la diferencia de reacción al tacto de la montura o el tacto de la mano. Para el caballo hay una diferencia profunda entre el tacto de un objeto y el de un individuo.

Las respuestas sensibles: el tacto

Estoy observando un par de potras jóvenes pottokas descansando en la sombra de una escoba grande. Están orientadas a un ángulo: la cabeza de una casi toca el hombro de la otra, con un centímetro o dos separándolas. Estoy en posición perfecta para ver esta separación. Pero mientras la relajación supera la primera, su cabeza baja poco a poco hasta rozar la piel de la otra, con un tacto ligero como una hoja. Enseguida, la cabeza se sacude hacia arriba, como si fuera por un choque eléctrico, hasta que la potra empieza a dormir de nuevo y la cabeza va cayendo abajo. El patrón de tocar, retirar y relajar de nuevo se repite tres veces; a la cuarta, una expresión de enojo cruza la cara de la segunda potra, que señala su desagrado brevemente con las orejas y se mueve un par de centímetros al lado, para que las dos puedan dormir sin molestias mutuas.

A diferencia de nosotros, los perros o los cochinos, los caballos no duermen tocándose ni siquiera con sus seres queridos. No expresan su afecto por acariciar, lamer o frotarse excepto en el aseo mutuo, en lo que el afecto es el que permite, más que impulsa, la intimidad. No son animales de tacto, lo usan solo en momentos puntuales y con advertencia, señalando su intención para no ofender al otro: un toque imprevisto, despreocupado o sin permiso se encuentra castigado por una amenaza. En la educación equina se deben anunciar sus intenciones (saludar, cortejar, jugar, buscar atención…) antes de tocar, para dejar al otro la oportunidad de rechazarlo.

Descansando juntos, los caballos no se tocan
Descansando juntos, los caballos no se tocan

 

Como tantas de estas pequeñas observaciones, esto me hace reflexionar. ¿Por qué se habla tanto de usar presión para comunicarnos con ellos, cuando ya evitan un toque del peso de una hoja? La idea prevalente es que tenemos que enseñar al potro a evitar la presión ligera para aumentar su fuerza hasta obtener el resultado que queremos. Luego repetimos el ejercicio empezando con la presión ligera hasta que el potro se da cuenta de que, si no la quita, aumentará hasta incomodarle o incluso dolerle. Pero la primera potra no tenía que aprender nada. Retiró la cabeza al primer contacto, con la rapidez con la que un caracol retira su antena al tocar algo. Fue la segunda potra que aprendió que la repetición del desagrado fue inevitable si no se movía, aunque dudo que la lección le enseñara a colocarse un poco más lejos de su amiga la próxima vez que duerman juntas. Los caballos disfrutan de la cercanía que permite oler al otro o sentir su aliento, aunque no de su tacto. Calcular hacia donde bajará una cabeza relajada me parece complicado.

Entonces, ¿qué hacemos mal para encontrar necesario enseñar la evitación de un toque ligero? Al reflexionar, contemplo varias razones:

Primero, no somos conscientes de cuántas presiones sin sentido les aplicamos a ellos desde que son pequeños. Lo llamamos amansar, lo de imponer nuestras manos en ellos sin advertencia ni invitación, hasta que aceptan que esta mala educación es nuestra manera rara, una cultura diferente que no implica ofensa. Con suerte, se encuentran con alguien más sensible que les deja hacer el primer contacto y luego busca tocarles de manera que puedan disfrutar. Pero para la mayoría, es cuestión de tolerar hasta ignorar el tacto nuestro, las “caricias pesadas y las palmadas”.

Esta desensibilización está vista como una parte esencial de la primera doma, con el argumento de que no queremos que el potro se asuste al tacto. Pero no se distingue muy bien entre la desensibilización, en la que imponemos presiones al potro sin dejarle evitarlas, y la habituación, en la que el potro está libre para evitarlas hasta que decida que no le molestan. Tampoco se distingue, como hace el caballo, entre los estímulos a los que le desensibilizamos. Es decir, no promocionamos una diferencia de reacción al tacto de la montura o el tacto de la mano, mientras para el caballo hay una diferencia profunda entre el tacto de un objeto y el de un individuo (incluso qué individuo). En consecuencia, se ve el domador dando palmadas al potro por todos lados y sobre todo a la barriga, enseñándole a aguantarlas sin moverse, sin preguntarse cómo el potro reaccionará cuando le toca con la pierna. Está claro que le ha enseñado a no moverse. El domador entra en un dilema: ¿Cómo uso las piernas para moverle sin asustarle? Y el potro también tiene un dilema: ¿Qué hago? ¿Me quedo quieto como siempre? Pero esta vez es diferente, tengo este peso encima, no sé qué hacer…

Son estas dudas y aprehensiones las que dan lugar a la tensión que impide el aprendizaje claro y la respuesta sensible y calmada; requieren un jinete con experiencia, confianza y paciencia para aclararse con el potro. Aún así cuesta tiempo hasta que el potro “aprenda” las ayudas y desiste de tener momentos de confusión que le ponen en pánico. Es en estos momentos, cuando las ayudas se aplican con más presión hasta incomodar o incluso doler, que el refuerzo negativo entra en juego.

El peso de la cuerda nos deja apreciar el movimiento de la mano
El peso de la cuerda nos deja apreciar el movimiento de la mano

 

Analizamos en detalle lo que le pasa al potro en la primera monta. Es normal que el domador monte por el estribo, a menudo dando saltitos en él antes de pasar la pierna. El potro tiene que mantenerse rígido para aguantar este peso unilateral. Luego hay que convencerle de avanzar. Cuando la ayuda de las piernas no funciona por consecuencia de la desensibilización, quizás anda por la orden de voz que ha aprendido, quizás por un ayudante mostrándole una tralla por detrás. Se siente que adelanta con cautela, preocupado por el cambio de equilibrio impuesto por nuestro peso. Al movernos algo, se tensa y no responde a la ayuda ligera. Concluimos que tiene que aprender a moverse para evitarla y la aumentamos. Pero la respuesta de la potra pottoka descrita arriba nos muestra con claridad que no tiene que aprender. No es ignorancia lo que impide su respuesta, es su momento de tensión y duda lo que la bloquea.

Hay maneras de hacerlo más fácil para ambos. En vez de subir desde el estribo, pedimos que el ayudante nos levante a la montura, donde quedamos apoyados sobre la barriga: así no fomentamos la rigidez que queremos evitar. Aun así, es normal que el potro se tense un poco por la rareza de la situación nueva. Para eliminar esta tensión, hablamos con el potro y pedimos que gire la cabeza hacia el estribo de un lado y luego a la otra. Es normal que se resista algo al inicio, porque su cuello está demasiado rígido, pero si jugamos y hablamos, de repente se suelta, dobla el cuello y sentimos la tensión desaparecer de toda la columna.

La relajación del cuello y columna son imprescindibles para la respuesta sensible
La relajación del cuello y columna son imprescindibles para la respuesta sensible

 

Podemos pedir que el potro avance así, con el ayudante llevándonos del ramal con nosotros apoyados sobre la barriga, o podemos encontrar el estribo izquierdo y pasar la pierna si tenemos confianza. Pero son los pasos siguientes, el aprendizaje de las ayudas, lo que quiero aclarar. El ayudante se pone al lado del potro, con el ramal suelto. Cerramos las piernas un pelín y aligeramos el asiento, la ayuda mínima que queremos usar con el caballo bien domado, y cuando el potro no avanza, pedimos al ayudante andar. El potro anda con él; le felicitamos. Después de un rato andando, pedimos al potro girar a la derecha, girando nuestros hombros y abriendo la mano, con la pierna izquierda atrasada tocándole a cada tranco mientras avanza la pierna. Sentimos al potro dudar y tensarse un poco, pero el ayudante le muestra qué hacer. Cuando queremos parar, nos sentamos más rectos y firmes y el ayudante también para.

Es decir, no estamos usando el famoso refuerzo negativo en lo que aumentamos presiones hasta incomodar al potro; estamos usando otra forma de aprendizaje, el acondicionamiento clásico o pavloviano: aplicamos el estímulo desconocido (en estos casos una combinación de ayudas) seguido por el conocido (la sincronía con el ayudante), para obtener la respuesta. En tres o cuatro repeticiones, el animal ya responde al nuevo estímulo, las ayudas ligeras que queremos usar, y podemos prescindir del ayudante. Es mucho más fácil y cómodo para el potro cuando le mostramos la respuesta deseada en vez de presionarle hasta que lo haga y luego suavizar las ayudas.

Ayudas al potro
Cuando nos parezca que el potro entiende las ayudas, lo ponemos a prueba por pedir que se separe del ayudante, para empezar solo durante un tranco o dos y luego, separándonos cada vez más antes de volver a su seguridad

 

Respecto al contacto, montar el potro con cuerdas o ramales sueltos en vez de riendas, nos da el contacto ligero por su peso sin que apliquemos presión en ellos. “La mano ligera es la que nunca siente la presión de la embocadura contra las barras”, dice de la Guérinière, mientras Nuno Oliveira dice: “No puedo controlar mi enojo cuando oigo decir que el caballo debe estar permanentemente presionado contra el bocado”. No sé cómo estas personas empezaron con el potro en las primeras montas, pero descubrí hace más años de los que quiero admitir, que montarlos con cuerdas bastante gruesas atadas a una muserola forrada me daba mejores respuestas y sin protestas, que usar riendas y un filete. Si experimentamos con un amigo agarrando una cuerda pesada suelta entre los dos, veremos que cuando movemos la mano al lado (la rienda abierta), nuestro amigo lo siente perfectamente. No es tan fácil percibir el movimiento transmitido por una rienda fina, hay que usar presión. Así es también para el potro. Y es esta presión la que le alarma, poniéndole tenso, de forma que no responde y pensamos que tenemos que aumentarla…

Ayudas caballos
Se puede usar el mismo sistema para el caballo ya montado que parece rebelde porque nunca se le ha enseñado las ayudas con claridad, solo se ha aumentado la presión hasta dolerle

 

Nuno Oliveira también dice: “Es un error grave montar a un potro la primera vez con un filete en la boca”. Incluso cuando se le ha dado cuerda con un filete, el potro se siente frenado cuando lo que queremos es que avance con soltura. Tiende a llevar el cuello rígido y la nuca abierta. Por eso, es normal en Latinoamérica montar los potros de la nariz y con cuerdas gruesas; su peso ayuda al potro a llevar la cabeza más vertical, flexionando la nuca. Hasta que el potro “tenga rienda” y entienda perfectamente las ayudas para girar y parar, no se le pone una embocadura. Al introducirlo, se usa doble riendas para que el potro nunca experimente una presión incómoda. Por eso nunca hace falta muserola para cerrarle la boca.

Un punto para anotar es que el éxito de estas técnicas depende del manejo anterior del ramal. Si el potro tiene la nariz desensibilizada porque se le lleva con una presión constante, o el uso del ramal no ha sido lo suficientemente exacto, pierde estas respuestas finas. Aún peor es la práctica de dejar el potro con cabezada y ramal a rastra, lo que solo le enseña que un tirón (cuando la pisa) no significa nada.


 

Estos son los cursos de otoño de Lucy Rees:

Sierra Norte, Madrid | cursosdecaballos@gmail.com

27 (tarde) a 29 de agosto: doma natural 1

31 de agosto a 2 de septiembre por las tardes: monta natural

3 (tarde) a 5 de septiembre: doma natural 2

Piornal, Cáceres

19 a 25 de septiembre inclusive

Introducción a la etología equina con la manada salvaje de pottokas

 

Fotografía de inicio: En la primera utilizamos las ayudas claras aunque suaves y el ayudante demuestra lo que significan

 Texto y fotografías: Lucy Rees – Especialista en Etología

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Constantino

    Genial Lucy!! Como siempre

  2. Sergio Beck

    Congratulaciones Lucy
    Pero cuando previamente se trabaja bien con embocadura y riendas largas, despues no creo que haja problemas en montar las primeiras vezes já com filete

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