Casi veinte caballos mueren de hambre en León

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De la noche a la mañana su dueño dejó de darles de comer, y desde entonces los servicios veterinarios han registrado la muerte de 18 ejemplares.

El último de los equinos ha fallecido este martes. El cuarto en tres días. Y la situación sigue siendo extrema para el resto de animales, que están a la espera de que una resolución judicial ponga fin a esta dramática situación.

En total son casi 170 caballos. Casi 40 están sin salir del establo -son los sementales y los que se encuentran en peor situación-. Otros 20 'corren' sueltos por los picaderos.

No hay luz, ni agua, es como un campo de concentración
Y el resto, un centenar, 'campan' a sus anchas por los prados comunales anexos a la finca, donde "no hay luz, ni agua, es como un campo de concentración", denuncia a RTVE.es Carmen Caríssimo, presidenta de la Asociación Protectora de Animales y Plantas de León.

El primer equino falleció en mayo, y la protectora presentó la primera denuncia con la que consiguieron, "que el municipio de la localidad alimentase a los caballos", señala su presidenta.

Un mes después, la maltrecha economía del consistorio de Boñar impidió que se pudiera seguir dándoles de comer a diario. Entonces, un juez decidió traspasar la obligación a la Junta de Castilla y León, que se hizo cargo de los equinos.

Sin embargo, otra resolución judicial, que achacaba la situación a la crisis económica, "hizo que se desestimara la demanda" relata Carísimmo, porque no se apreciaba delito de maltrato animal ya que no había ensañamiento.

Desde entonces, los animales han estado 17 días sin comer, hasta que esta misma mañana y por 'motu proprio' la Junta ha llevado un camión cargado de comida para alimentar a los caballos.
"La situación era trágica en agosto, pero ahora, con el frío del invierno, la situación es insostenible", exclama la presidenta de la asociación.

En principio, durante la jornada del martes se puede aclarar el futuro de los equinos, y de la finca, porque está prevista una nueva sentencia. "¡A ver qué dice el juez!", concluye Caríssimo.

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