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Diario de un domador (Parte I)

Para este Diario de Doma hemos elegido un potro de tres años. Hijo de una yegua Anglo-árabe con un 75% de inglés y un semental Pura Sangre Inglés.

Es alto y agalgado, cuando se muscule puede tener una conformación bastante buena. Parece que va a ser un poco lejos de tierra; el cuello y la cabeza los tiene bien colocados; el dorso y los riñones, correctos; la grupa un poco oblicua, sin exageración; las articulaciones buenas, los tendones separados, las cuartillas regulares y los cascos correctos.

Primer día: del campo al box

Con mi ayudante meto al potro en un corral con dos yeguas, con las que tiene querencia. Apartamos las yeguas, echándolas fuera del corral.

Enlazo al potro por el cuello con una soga que uso de cáñamo suave al tacto porque está usada, tiene en un extremo una argolla de hierro de siete centímetros de diámetro para que corra bien. El potro tira, procuro hacerlo con suavidad, con paciencia y empleando el tiempo necesario, para más seguridad iniciamos la doma del potro entre mi ayudante y yo. Sin dar voces ni aspavientos, tenso la cuerda despacio, el potro tira, pero yo no cedo por lo que el animal da un paso atrás descompuesto hasta dar con la grupa en la pared del picadero y cuando se para, aprovecho para aflojar.

Me adelanto sin soltar la cuerda, el potro da otro tirón, lo aguanto, otra vez recula hasta la pared, se para y aflojo. Hay que tener precaución para que no se asfixie, pues se tiraría al suelo con violencia y se puede hacer daño.

Poco a poco deja que me acerque. Ya se ha dado cuenta de que si tira se hace daño, está, como es natural, muy desconfiado.

Cuando estoy a dos metros más o menos, mi ayudante me trae dos cubos de agua que le echo con la mano, procurando que caiga en el pecho y en el antebrazo, al principio se asusta, pero cede enseguida y acepta el agua con agrado.

Dos tirones más y se deja acercar hasta que le toco con mi mano izquierda en la paleta izquierda, aún tira pero muy poco. Me arrimo y lo acaricio con la mano derecha y con la izquierda le aflojo el lazo.
Seguimos en el tira y afloja. El potro está rendido y casi no se defiende, es ahora cuando aprovecho, y con mucho cuidado, le pongo el serretón que está bien forrado con un trapo. Le engancho a la argolla del centro una cuerda de tres metros. El lazo sigue con su misión, si tira se aprieta y si no tira, se afloja. Lo va comprendiendo, pero se asusta todavía y tira, aunque no demasiado.

Hago que entre en el picadero un caballo domado, con cabezón de cuadra, lo arrimamos al potro y los dejamos un rato juntos. Otra persona que me ayuda lleva del cabestro al caballo, andando, como dos metros por delante del potro. El potro sigue al caballo domado, de vez en cuando da un arreón, pero lo domino con el serretón. Si se para, mi ayudante le da con el látigo suavemente. Al principio va a tirones y se para, pero con paciencia insistimos. Con dos vueltas al picadero aprende a cabestrear detrás de mí, damos varias vueltas más siempre a la izquierda por ser la mano más fácil para nosotros. A continuación, le desengancho la cuerda del serretón, al lazo le hago un nudo para que no se salga, o si se enreda que no se asfixie.

Por hoy hemos terminado, mi ayudante saca al caballo domado y al potro lo deja en el picadero, que no trabajará más hasta mañana, y le pongo un poco de heno en el suelo.

Segundo día

Empiezo temprano. El potro se resiste un poco, aún así, hago la misma operación que el día anterior y cuando intento ponerle el serretón se defiende, pero termina cediendo. Le dejo el lazo corredizo, le acaricio hablando con tono suave. Como con la pelea de ayer está sediento le doy medio cubo de agua que se bebe con gusto. Entra el caballo domado y sigo trabajando lo mismo que el primer día durante media hora más o menos. El potro va cediendo, y al final de la media hora cabestrea sin problemas, lo acaricio, aún desconfía, pero al final se deja. Sigo detrás del caballo domado hasta la cuadra y el potro va sin ningún problema. Le cambio el serretón por un cabezón de cuadra con un ramal de tres metros, paso el ramal por la argolla que hay encima de su pesebre y lo ato a la argolla del pesebre de al lado. Este sistema da espacio para cualquier emergencia. Le doy un cubo de agua, tiene heno en el pesebre y le quito el lazo. El potro parece manso y aprende muy rápido.

Tercer día

En la cuadra le pongo el serretón, voy con cuidado pero se deja y detrás del caballo domado lo llevo al picadero. Doy dos vueltas detrás del caballo domado y lo dejo solo en el picadero.

Empiezo a enseñarle a dar cuerda a la izquierda por ser su lado más fácil. Lo llevo de cabestro y mi ayudante va con el látigo un poco más atrás, al no ver al caballo domado, duda, poco a poco consigo que cabestree. Después de una vuelta lo voy arrimando a la pared dejándole dos metros de cuerda, va más despacio, mi ayudante impulsa al potro, que pasa entre la pared y yo hasta que se acaban los dos metros de cuerda, lo traigo hacia la izquierda y mi ayudante sigue impulsando hacia delante. Lo sigo, haciendo un ángulo (nariz del potro-cuerda). Con mucha suavidad procuramos que el potro dé una vuelta, siendo yo el eje, no estoy quieto y sigo al potro en la posición del ángulo. Le tuerzo la cara poco a poco hacia la izquierda, al principio el potro duda y se atraviesa, pero aprende rápido. Intentamos hacerlo a la derecha con el mismo método, notamos que tarda más y no cede a la presión del serretón porque tiene el cuello rígido hacia la derecha y en cuanto intento doblárselo, se atraviesa. Lo sigo intentando, pero con poco resultado.

Después de una vuelta más o menos incorrecta, lo llevo al centro, mi ayudante impulsa con el látigo muy despacio, le recojo cuerda y a un metro del potro me paro, con mucha suavidad intento acariciarlo y aunque se resiste, se deja. Mi ayudante trae un cubo de agua que se toma el potro y en vez de ir a la cuadra lo llevamos a un box.

Empiezo las flexiones con el serretón, al principio son muy rudimentarias. A la izquierda aprende enseguida, a la derecha le cuesta, insisto durante 10 minutos de flexiones, le cambio el serretón por el cabezón de cuadra y lo ato para que coma. De vez en cuando durante el día, le voy a echar un vistazo y le hablo. Por la tarde solo le hago 10 minutos de flexiones, a la derecha sigue totalmente rígido. Le pongo una cama abundante, le doy agua, y lo suelto con el ramal de tres metros.

Cuarto día

Cabestrea muy bien y ha conseguido ir al picadero sin el caballo manso.

Empiezo con 10 minutos de flexiones, a la derecha cede un poco, a la izquierda sin problemas. Las flexiones procuro dárselas con la cara alta, además de laterales a izquierda y derecha. Le hago la flexión directa, tiro del serretón hacia arriba subiéndole el hocico, después lo bajo hasta la vertical, procuro que no baje el cuello y como le cuesta llegar a la vertical le empujo con la mano despacio pero firme y el potro cede un poco.

Empiezo la cuerda a la izquierda, va bastante correcto pero a la derecha mal, insisto.

Quinto día

Trabajaremos igual que el cuarto día.

Sexto día

Otra vez repito lo del día anterior, empieza a ceder la flexión a la derecha, la cuerda a la derecha mejora despacio.

Séptimo día

Descanso, el potro se queda suelto en el box y le quito el ramal al cabezón de cuadra.

Octavo día

Cabestrea muy bien, se deja tocar sin problemas el cuello y la cara. Las flexiones se las hago en el box, a la izquierda bien, a la derecha bastante mejor que el día anterior. Empiezo a levantarle las manos, correcto, las patas se las echamos hacia delante, protesta un poco pero lo hace. Al pasarle el cepillo de raíces por todo el cuerpo desconfía pero se deja.

CONTINUARÁ…

Texto: Gregorio Moreno Pidal – Libro editado por Lettera «Doma de Campo» / Fotos: Redacción

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