El antiguo Oriente Medio (I)

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En general, se tiene la idea equivocada de que la civilización mesopotámica fue una y unificada. No obstante, la evolución de esta zona geográfica que se corresponde con los valles del Tigris y el Éufrates y se extiende hasta la península anatólica ha sido siempre a lo largo de toda su historia un mosaico de pueblos de procedencia diversa cuyas tradiciones y culturas se han ido asimilando y sobreponiendo unas a otras.

Aunque desde el neolítico algunos équidos formaban parte del patrimonio zootécnico de esta región, el onagro o asno salvaje era el animal domesticado por excelencia. A mediados del II milenio a.C., el caballo hizo su entrada en el ámbito de estas civilizaciones, propagándose en un corto espacio de tiempo hasta Egipto. Se usaba para tirar de un carro ligero dotado de dos ruedas con radios, construido por una selección de maderas duras. Su ligereza permitía que tan solo un par de caballos uncidos tirasen de un carro con dos personas a una velocidad considerable. El origen de este carro, como más adelante veremos detalladamente, es de ámbito iranio, hecho que se ve corroborado porque el vocabulario de esta doma incluye términos y frases de esa procedencia.

Bajorrelieves del palacio de Persépolis (siglo VI a. C.). Dignatarios, posiblemente escitas, ofreciendo obsequios al soberano

Caballos y carros ligeros se utilizaron también para la caza, y aunque poseían un importante valor simbólico, su aplicación principal fue la bélica: muchas batallas de finales de la Edad de Bronce se decidieron por la formación del cuerpo de carristas.

Albores mesopotámicos

Las tres grandes culturas o periodos de Mesopotamia son: Sumer, Asur y Babilonia. Los grabados nos ofrecen noticia de la presencia del caballo en esta región desde el neolítico, principalmente en Mesopotamia y el Golfo Pérsico.

Originariamente (a finales del IV milenio a. C.) fueron el asno y el buey los animales empleados en la agricultura como herramientas de trabajo. En el II milenio a. C., el caballo fue reintroducido en la región para tirar de los carros de guerra y hasta el I milenio a. C. no se destinaría a las tropas montadas.

En el IV milenio a. C., el arado fue utilizado por primera vez en Oriente Medio (en el periodo de Uruk). Viene representado en sellos y tablillas, aunque también se han encontrado marcas en el suelo procedentes del período de Susa I.

Imperios paralelos

A finales del III milenio, un pueblo procedente de Zagros entró en Mesopotamia. Compuesto principalmente por luchadores de élite, eran expertos en el arte de la cría y la doma del caballo e importaron un carro muy manejable que se convertiría en un arma muy efectiva y que, durante mucho tiempo, les garantizó la supremacía en el campo de batalla.

Otra oleada que asoló el territorio en este periodo fue la del pueblo hitita (1.600-1.300 a. C.) cuyos orígenes son inciertos, aunque parecen remontarse a los Hatti, el pueblo más antiguo de Anatolia. Eran guerreros que luchaban ya con corazas de bronce y en carros ligeros, y que, tras la correspondiente conquista territorial, se constituyeron en un imperio unificado con capital en Hattusa (actual Turquía).



El nervio principal del ejército hitita lo constituían los carros ligeros de guerra, tirados por dos caballos, con ruedas de seis radios y tres hombres como tripulación: conductor, escudero y arquero/lancero. La táctica preferida de los hititas era el ataque en masa, a diferencia de la más ligera de mitannios y egipcios. Sin embargo, parece que fueron los mitannios los que enseñaron a los hititas el adiestramiento de los caballos. Como vimos, fue un caballerizo del país de Mitanni, Kikuli, quien dejó un método de adiestramiento y tácticas. Pero la meseta de Anatolia no poseía buenos caballos y perdido Mitanni, Hattusili III, solicitaría al cassita Kadasman-Enlil el envío de caballos de gran alzada porque los de su país eran pequeños.

El imperio de Mitanni (1.550- 1.300 a. C.) es un producto de la fusión de dos pueblos: por un lado los hurritas, procedentes probablemente de Asia Central y, por otro, de un grupo no escaso de indoarios componentes de la gran marcha aria hacia la India. Los conocimientos sobre el caballo y su uso que tenían los indoarios serían pronto asimilados por los hurritas y la cultura del caballo se extendió entre ellos.

Para la nación mitannia, el carro de guerra y los caballos suponían mucho más que un arma de guerra. Significaban un rasgo esencial de su propia cultura difundida por sus guerreros, los maryanni, por Siria y Palestina. Los carros mitannios, con ruedas de cuatro radios, eran extraordinariamente ligeros. Su construcción minuciosa requería diferentes tipos de madera, cuero y metales.

Los tratadistas suelen conceder que, aunque el carro y el caballo eran conocidos en Mesopotamia desde tiempo atrás, fueron los hurritas y sus compañeros indoarios los que desarrollaron el verdadero carro ligero de guerra y dominaron el adiestramiento especial que los caballos precisaban.

Los textos llaman márya al joven guerrero que, generalmente, no era de procedencia noble, y cuyo armamento era costoso. En la última época de la historia mitannia los carros eran propiedad del Estado; según una tablilla de Nuzi, la dotación de armas de un carro mitannio con los tripulantes y dos caballos, consistía en: dos armaduras de placas de bronce para la tripulación, dos armaduras semejantes para los caballos, un arco y dos aljabas con treinta y siete flechas cada una, dos espadas, una lanza, un escudo, un látigo, un juego de riendas de asalto y dos gualdrapas.

En el periodo opulento del dominio Mitanni disponía de unidades de carros en las ciudades más importantes y en los lugares más expuestos. Se organizaban en escuadrones de 10, 50 y más. La forma de combate predilecta de los carristas mitannios debió de ser el ataque veloz, rápido, castigando con los disparos de sus arcos y retirándose en despliegue, también en combate singular. Los hititas, aunque inferiores en táctica y conocimiento, terminaron venciéndoles por la simple masa de carros empleada.

Fragmento de una pintura mural del palacio de Till Barsip Tell Ahmar

Las armas que dieron fama a los mitannios, además de los carros y caballos, fueron las corazas de placas de bronce, los cascos con cubrenucas y penachos de plumas y los arcos compuestos, de evidente origen centro asiático.

Los mitannios establecieron su hegemonía en el Próximo Oriente durante tres siglos, en los cuales, además de unificar, el elemento hurrita hizo aportaciones importantes a la región, aunque la falta de documentación nos impida conocerlas a fondo. Es obvio que influyeron tanto en la adopción del carro y del caballo -que pronto se convirtieron en un patrimonio común en la región- como en la formación de esta aristocracia militar de los mryannu y, finalmente, en la organización política del territorio. Hasta entonces, carros y caballos habían sido elementos de intercambio, pero a partir de los mitannios se constituyen como elementos propios de una geografía y de una clase social.

Fue también a finales de la Edad de Bronce cuando se empieza a usar el caballo de silla, primero por los casitas, más tarde para el transporte rápido de mensajeros. Este uso se generaliza en la Edad de Hierro, dando lugar una nueva especialización y técnica de combate mientras decrece el uso del carro de guerra (a. 1.000 a. C.).

Texto y Fotos: Julia García Rafols – Experta en Historia del caballo

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