Sin ser animalistas exagerados, ¿estamos de verdad cómodos con lo que vemos diariamente?
Lucy Rees descubre que, tras leer el polémico Proyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de Animales, que en sus 49 páginas no menciona los caballos. Normal. Hasta ahora, el caballo tiene poca protección por ley excepto lo mínimo aplicable a cualquier animal. No es animal de producción ni uno de compañía, entonces que las normas de bienestar para estos grupos no se apliquen ¿es correcto? El proyecto no aclara si esto cambiará o no
El espíritu de la Ley
Tras leer el polémico Proyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de Animales, que en sus 49 páginas no menciona los caballos. Normal. Hasta ahora, el caballo tiene poca protección por ley excepto lo mínimo aplicable a cualquier animal. No es animal de producción ni uno de compañía, entonces que las normas de bienestar para estos grupos no se apliquen. El proyecto no aclara si esto cambiará o no.
Esto no nos impide preguntarnos si lo que vemos como el trato normal del caballo está de acuerdo con el espíritu de esta ley. Aquí no me dirijo a los registros y procedimientos puramente legales: lo que me preocupo es, aceptando que la gran mayoría de gente quiere evitar que sus caballos sufren, si sus criterios son los adecuados.
El prólogo pone claro que comparte la visión moderna científica del bienestar animal (véase el diagrama). No se trata solo con la prohibición de los malos tratos etc., sino también afirma que un animal sentiente y consciente, como el caballo, tiene un derecho de una vida digna que le permite estar en armonía física y mental con su entorno, completando sus necesidades fisiológicos y etológicos.
Por desgracia, muchos caballos no disfrutan de estas condiciones. El mundo ecuestre ha normalizado prácticas hoy día no aceptables según estos criterios ni a la “creciente sensibilización de la ciudadanía”. Sin ser animalistas exagerados, ¿estamos de verdad cómodos con lo que vemos diariamente? Los caballos ¿tienen “experiencia afectiva positiva” en nuestras manos? Nos toca examinar nuestras prácticas y enseñanzas con un ojo autocritico y ver cómo aproximarnos a las en que sus necesidades fisiológicos y etológicos sean cumplidas. Vamos por partes, con unas sugerencias mínimas para abrir los ojos a cómo podemos mejorar.
De verdad ¿consideramos que estas condiciones son aceptables para un animal que siente y es consciente?
La nutrición. Muchos caballos son malnutridos incluso aunque no lo parecen. Su comida natural es una variedad amplia de plantas. Estas mantienen la microbiota o flora intestinal rica y equilibrada, la llave a su salud física como mental. En cambio, se suele darles paja, que no es digerible ni nutritiva, añadiendo los cereales para darles más energía, un camino tramposo: el caballo tiene una necesidad vital para ciertos nutrientes que faltan a los cereales si no están equilibrados, dando la impresión de que necesita grandes cuantidades para mantenerle en buena forma. Esta sobrealimentación desequilibrada perjudica la digestión y la microbiota, dando lugar a la obesidad, la laminitis, la intolerancia a la insulina, los cólicos, los problemas articulares, las alergias, la deficiencia inmunológica, la depresión y el mal humor: es decir, su salud en general. Los probióticos no compensan para la nutrición inadecuada; cuando son útiles es después del uso de antibióticos. Tampoco podemos añadir los suplementos a azar, los que pueden incluso causar más desequilibrio. El caballo es más sano en pasto permanente bien cuidado, sobre todo donde hay setos ricos, y con heno de tal pasto. Donde es imposible, podemos por lo menos cultivar hierbas medicinales y plantas nativas o pasear el caballo del ramal en los caminos y bosques, viendo lo que escoge. Pero deberemos considerar si estamos justificados al mantenerles en condiciones inadecuadas solo porque nos conviene.
El caballo tiene una necesidad fisiológica de evitar las ayunas, ya que su producción del ácido gástrico es continua; no es como la nuestra, que se inicia cuando hay comida. Muchos caballos en cuadra o corral comen su ración y heno en 2 horas, pasando la noche generando úlceras por el ácido atacando su estómago. De los caballos de deporte entre 60 y 90%, según su disciplina, tienen úlceras. El problema disminuye por el uso de los “slow feeders” incluso en la cuadra.
Los slow feeders consiguen que el caballo coma de manera adecuada y no genera úlceras
El entorno (Art. 44 a)….los cerramientos o alojamientos donde vivan o estén albergados deberán reunir condiciones para que puedan desarrollar adecuadamente sus necesidades fisiológicas, etológicas y ecológicas básicas.
La cuadra como alojamiento permanente, no cumple estos criterios. El caballo tiene una necesidad fisiológica de moverse casi continuamente, lo que le facilita la motilidad del sistema digestivo, la circulación y su comodidad musculo-esqueleto, además de la necesidad etológica de hacerlo. El caballo salvaje anda unos 20km. diarios, el caballo en prado, por norma 5 – 7 km. En corral o cuadra, 1 km. La deficiencia no se recompensa por su ejercicio: en la pista, anda 1 o 2 km., no más, e incluso los caballos de carrera no andan más que 2 o 3. Todos los caballos, los de deporte quizás más que otros por la exigencia que se les impone, necesitan mínimo 4, mejor 8, horas de libertad a diario, preferiblemente en pasto. A menudo se queja de las limitaciones del espacio, pero se sorprende el espacio muerto que hay en muchas instalaciones hípicas. Utilizamos la imaginación para convertirlo en espacios vivos que animan al caballo a moverse. Introducimos cosas para investigar: troncos, ramas de fresno, ropa vieja, nabos. Podemos hacer sistemas de “tracks” o “estabulación dinámica”; canalizamos el agua de la ducha para irrigar un poco de hierba o árboles.
Si queremos que nuestros caballos sepan vivir en paz juntos, no deberemos enseñarles malos actitudes por premiar la agresión
Les afecta también la falta de revolcarse, lo que estira las articulaciones y restaura la propiocepción. Para el caballo estabulado durante la noche, mantenemos un corralito con arena profunda para llevarle allí antes y después de su ejercicio, lo que debe de empezar con 10 a 15 minutos de calentamiento.
La salud. Mientras cualquier persona responsable sabe cuidar los dientes y cascos y trata un problema de salud en seguida, uno en común es la ignorancia de las señales del dolor, lo que suele manifestarse como pereza o “resistencia”. Debido a varios estudios excelentes, se encuentra en internet buenas explicaciones ilustradas que nos ayudan a detectar el dolor y no atribuirlo al comportamiento malo, acordándonos que una fuente de mucha incomodidad es una montura no adecuada.
El caballo privado del sueño por sentirse inseguro y estresado, puede llegar a colapsar dormido sin aviso
Social. El caballo tiene una necesidad etológica para una vida social, conversando con amigos. El factor más potente en la generación de las estereotipias, la conducta desequilibrada y la depresión es el aislamiento social. El caballo busca su seguridad en la compañía de otros; su humor y su cooperación en la doma mejoran cuando vive en grupo. Incluso en cuadra durante la noche, la vista, el olor y el contacto con otros son imprescindibles. Sacamos la maza, bajamos las paredes, dejémoslos conversar.
Por desgracia, hay caballos que no se comportan bien con otros por falta de la educación social. En la vida natural, crecen entre su padre, madre, otras yeguas, potros y hermanos, una variedad de relaciones que les aporta una destreza social impresionante. El potro criado en un grupo de yeguas, capados y otros potros tampoco tiene problemas sociales; el criado solo con su madre y luego en cuadra, sí. Notablemente, no respetan nuestro espacio, por ignorancia. Los estudios científicos acumulan cada vez más evidencia de que la vida temprana del potro le afecta durante toda su vida adulta, lo que llama la atención a las prácticas asociadas con los caballos jóvenes. El manejo forzado del recién nacido perjudica su relación con las personas posteriormente. El cartílago del potrillo no desarrolla bien sin movimiento libre en el exterior desde su nacimiento. El destete presenta una posibilidad de estrés agudo con secuelas permanentes. La sobrealimentación de los jóvenes, exagerada en los de concursos de morfología, da lugar al OCD, sobrecañas que señalan problemas con la densidad o sea, y la laminitis. La falta del juego con otros perjudica su comunicación. Su inteligencia no se estimula en entornos empobrecidos como los corrales vacíos: necesita los retos, la investigación, la experimentación con objetos puestos en su recinto y cambiados a menudo. La llave al bienestar como adulto yace en su vida temprana.
El caballo encuentra su confianza si le proponemos un reto y le dejamos encontrar como coordinarse
Otra razón para la agresión a menudo vista en los grupos domésticos es el hábito común de poner la comida en montes o cubos que fomentan la competencia, cosa que el caballo salvaje no experimenta. Los agresivos se premian con la comida, convenciéndose que la agresión es una manera ganadora de tratar con otros. Con el forraje puesto en varios comideros lentos, la agresión disminuye. El problema es de nuestra creación. La mejor manera de eliminarlo es la de no dejarlo surgir para nunca crear la competencia antinatural.
Nuestra interacción con el caballo necesita una revisión seria. No es una competición para el control a base de ponerle incómodo cuando no coopera sino una conversación respetuosa entre dos seres igualmente sentientes y conscientes para entenderse durante las actividades juntos. En cambio:
- se acostumbra a ver los caballos sometidos a la prohibida (Art. 25 a) práctica que les pueda producir sufrimientos, daños físicos o psicológicos u ocasionar su muerte:
daños y sufrimientos como las estereotipias, las lesiones por trabajo y los cólicos.
- se utilizan cada día (Art. 25 b) métodos y herramientas invasivas que causen daños y sufrimientos:
como la embocadura metálica en las manos inexpertas, la serreta, la fusta, la espuela, la muserola apretada; las posiciones forzadas, la rienda alemana…una lista interminable de las maneras en que se impone las exigencias humanas por la coerción, impulsado por la ignorancia de la naturaleza del caballo.
Los caballos no se imponen unos en otros. A veces protestan a la falta de respeto del otro y le alejan, pero nunca obligan al otro a hacer algo. Se acercan con respeto, se huelen y se tocan con respeto, experimentando al ver lo que el otro encuentra aceptable o placentero. Una vez amigos, se sincronizan sus movimientos y actividades juntos con voluntad.
En cambio, “¿Cómo se obliga al caballo a…”? es una pregunta frecuente. Mientras el caballo no quiere estar con nosotros, ir de A a B juntos implica la obligación.
Entender la naturaleza del caballo, que quiere sentirse seguro con nosotros y no presionado, dolido o confuso; hacerle amigo y no intentar comprarle con chuches; seducirle recordando que Solo Sí es Sí; entender que le gusta aprender y que quiere quitarse de su miedo, pero tenemos que aprender cómo ayudarle: tenemos trabajo aquí.
Algunos crecen siendo torturados
El bienestar mental. El caballo está adaptado a una vida dirigida por sí mismo, lleno de elecciones y decisiones, investigaciones y hallazgos que le aportan la sabiduría y la confianza. En cambio, se encuentra deprimido. Se controla cuándo come, donde vive, con quien, cuándo se mueve y cómo. La obsesión por el control (y el miedo de perderlo) excluye la cooperación voluntaria: se somete para no entrar en conflicto, o sufrir más presión. Esta imposición continua le aplasta el alma, produciendo los zombis mecanizados que satisfacen algunos egos; pero no es bienestar (ni arte ecuestre, dice Nuno Oliveira). El caballo quiere estar ágil y fuerte, para escapar los depredadores; entonces ¿por qué no le damos su ejercicio en sitios interesantes que exigen su agilidad y fuerza así como dejarle descubrir cómo usarlas? Quiere investigar y aprender por sí mismo y tiene placer por hacerlo ¿Por qué no inventamos las situaciones en que pueda hacerlo? En fin, ¿por qué no nos dedicamos a ayudarle a ser caballo que desfrute de su vida usando sus capacidades? Eso es el verdadero bienestar.
En las hípicas debemos enseñarles a exigir sin arte ni empatía
La ley promueve la educación de los dueños de los animales y los profesionales que trabajan con ellos, sobre todo los que enseñan a otros. La formación hípica, formulada en tiempos muy distintos que el presente, necesita actualizarse, con énfasis en las necesidades fisiológicos y etológicos del caballo, la teoría del aprendizaje y el reconocimiento del dolor y los estados anímicos negativos. Las clases deben de empezar con la introducción del principiante al caballo y su etología, la observación de sus expresiones y las actividades interesantes pie a tierra antes de enseñar la monta, usando métodos que no perjudican el caballo como hacen las clases hoy día: el buen asiento y el acoplamiento fluido del jinete al caballo antes de intentar controlarlo. Más que todo, las hípicas deben de ser donde uno aprende los modelos del bienestar equino, tal y como los concursos deben de ser donde admiramos los atletas felices.
Accede ahora al nuevo proyecto de Lucy Rees, pinchando en la imagen
Cuando pensamos del caballo como un ser sentiente y consciente, no un muñeco que hay que pulir y manipular, nos damos cuenta de que tenemos trabajo. Manos a la obra.
Foto de Inicio: El ejercicio de preparar un caballo para las terapias, puede adaptarse a formar parte de una clase interesante de trabajo pie a tierra.
Texto y Fotos: Lucy Rees | Etóloga | lucyrees5@gmail.com