Recuerdo con nostalgia, y a su vez con alegría, una frase que escuchaba en mi juventud cuando paseaba algún potro por mi pueblo (Coria del Río). Me gustaba pasar por allí, sentado siempre en el mismo lugar, un anciano con su bastón, un hombre de campo, y día tras día lo mismo “suéltale la cara “pa” que tranquee”.
Después, pasados algunos años, tuve la oportunidad de participar en el espectáculo de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, de lo cual me siento orgulloso, y todavía retumban en mis oídos aquella voz grave, solemne, majestuosa, que decía al comenzar mi actuación “las veredas del campo andaluz no tienen prisas, las recorre un jinete en su caballo como si estuviese sentado en su sillón”.
Pero pasemos a desgranar los distintos pasos, su actitud, su amplitud y utilidad para los que estaban destinados en el campo.
El paso
En el caballo de vaquera se distinguen tres clases de paso, pero debemos partir de la base de que la distinción que debemos apreciar entre ellos no debe alterar, en ningún caso, la esencia del buen paso, es decir, los cuatro tiempos. Para el potro que en sus inicios de doma ronda los tres años de edad y que no solo anda torpe con el peso del jinete, sino que este le molesta, no debemos exigir al principio reunión alguna.
Debemos dejarlo como se suele decir “casi a todo lo largo”. Este en los primeros meses, con soportar el peso del jinete sin cansarse demasiado, será suficiente. Lo que sí es necesario desde los principios es la búsqueda de la actividad, que se mantenga con decisión de ir adelante. No quiero que se entienda con esta búsqueda de actividad, la precipitación, porque entonces caeríamos en la aceleración del ritmo, que en un potro joven pronto provocarían el deseo del retrote, y más aún cuando el contacto no está asegurado y su equilibrio comprometido por el peso del jinete.
Desde estos principios, mantener la regularidad en las pisadas es importante para conseguir un paso franco en el futuro, virtud que los jueces valoraran en los concursos. Para esto, nos serviremos de ese mínimo de contacto que desde la cuerda con las riendas fijas (laterales) hemos ido intentando obtener.
En estos primeros meses es cuando el potro debe hacer un paso largo. Su cuello aparecerá extendido y su cabeza casi en libertad, su dorso en horizontal, sin acortamiento ni contracciones de ningún tipo. Las pisadas de los posteriores deberán pasar sobradamente cuando se trate de un caballo de morfología y físico aceptable (cosa indispensable para dedicarlo a la doma). Su cuello oscilante, con un ligero movimiento de arriba-abajo-adelante como muestra del empuje de los posteriores. Porque de todos es sabido, que el caballo que al avanzar tambalea su cuello lateralmente (sobre todo al trote en libertad) es por falta de empuje de los posteriores, estilizando así los anteriores que provocan dicho movimiento. Tampoco este es apropiado para doma.
Sus pisadas se sucederán de la siguiente forma: mano derecha, pie izquierdo, mano izquierda, pie derecho. Lógicamente estamos hablando, que se escucharan cuatro pisadas. Este paso nunca debe parecer adormecido, sino activo, aunque relajado. Cuidado con el abuso del contacto, que podríamos caer en el recorte de las pisadas, en amplitud y regularidad. Y aunque esta amplitud en el futuro no es lo esencial en Doma Vaquera, sí es importantísima para el desarrollo físico del potro joven, al que no debemos comprometer en esfuerzos a lo que no está acostumbrado todavía. Sí, esfuerzo aunque no lo parezca, tensiones musculares que les provocarían molestias y éstas, desórdenes en las pisadas.
Caballo sin reunión, riendas largas
Paso reunido y activo
Es por excelencia el paso característico del caballo de campo. He querido apostillar lo de activo porque es así como debe aparecer ante el espectador. La expresión del caballo en todo su cuerpo mostrará una atención especial, la mirada será viva, la colocación del cuello erguida y redondeada. La unión de la mano del jinete, aunque ligera, será constante. La presión de las piernas del jinete sobre los costados, suave. El caballo aparecerá más corto en su longitud, acercando el tercio trasero al delantero, que con cuello y cabeza recogidos harán más ligero a este. Pisadas rítmicas e impulso, ganas de avanzar que el jinete retiene dando una imagen que en ninguna disciplina se consigue: a unos porque les falta decisión, a otros porque les falta reunión y a las que más porque no tienen ese “empaque” que nos distingue.
Aquí se mostrará el perfil de su cabeza en la vertical y con el ritmo alegre, el mosquero irá de oreja a oreja sin arremolinarse, porque este sería el signo de la precipitación.
El caballo estará pendiente a la más mínima orden de su jinete. Tendrá un equilibrio perfecto para desplazarse lateralmente. En las medias vueltas se encontrará en la actitud ideal para remeterse un poco más, porque el impulso y la reunión están asegurados.
Es este paso el que le da la capacidad de volverse y desplazarse correctamente en el menor sitio posible.
En nuestra tierra, hay muchos caballos que andan así. En los concursos también. Sin embargo, parece que algunos jueces valoran solamente si cumplen en la huella. Tengo que decir, que en mi opinión valoro más la actitud, colocación, reunión, regularidad, etc.
Paso medio o tranqueo
Si como hemos visto en el paso reunido, la presión de las ayudas es más acentuada para comprometer al caballo a una atención permanente, que va unida a la tensión de todos sus músculos y articulaciones (sin caer en la tensión psíquica), en el paso medio el jinete podría, y de hecho así sucede, conceder al caballo una relajación media.
Por la pérdida de la reunión absoluta, el caballo parece más largo de nuevo, sus pisadas más amplias, no en vano, el dorso y las caderas están menos comprometidos que en el paso reunido, el caballo pierde capacidad para girar con prontitud.
Este paso en el campo está destinado para otros menesteres. El caballo, sin embargo, no estará en el abandono total. Se encontrará presto para la reunión a poco que su jinete acorte las riendas y lo abrigue con las piernas. Esto deberá hacerse sin sobresalto cuando entre ambos exista compenetración y confianza, en definitiva, cuando la mente del caballo no se adelante a la del jinete.
Este es un paso ideal para distancias largas. Cuando repasando el ganado no estamos comprometidos a un acercamiento a las vacas, para romerías, para las liebres, andar veredas y, en definitiva, para todo aquello que siendo parte de nuestra cultura de campo no se le exige al caballo una tensión determinada, ni física ni psíquica.
Cuando se hizo la hoja número 2, el último ejercicio decía: parada delante del jurado, inmovilidad, saludo y salida tranqueando. Este era el paso medio que yo defino aquí, y ahí estaba verdaderamente para ver si el caballo terminaba su actuación sin irritación como prueba de una presentación templada.
Caballo tranqueando
Paso corto
He querido exponer el paso corto después de describir el reunido y el tranqueo, porque creo que es un paso que tiene matices de ambos. Para mí este paso tiene mucha importancia, por ser utilizado en la ganadería en los momentos más delicados.
Digo que es resultado de ambos, porque en él se unen la reunión y atención del primero y la relajación del segundo. Puede parecer contradictorio esto, pero me explico, el paso corto es reunido porque el caballo aparece acortado, sus pisadas son cortas, hay tensión en sus músculos, el caballo está preparado, atento, el ritmo, es decir el número de batidas es regular, pero se suceden más lentas. Hay menos actividad en el movimiento por lo que el caballo está menos tenso y esto hace que también tenga en su actitud esa relajación permanente que caracteriza al paso medio.
Como en el paso reunido, el jinete lo mantiene unido a él, dejándolo avanzar menos, manteniendo relajada su mente, el caballo sabe que no se pedirá un movimiento repentino, sin embargo, está preparado para hacerlo. Esto es quizás un juego de palabras que pocos pueden entender si no han manejado ganado: si no han entrado en la “majá” a repasar las vacas sin que estas se alboroten. O si entre corrales para apartar becerros. O si no han arreado vacas paridas adoptando el paso del becerro repentino…
Caballo al paso reunido
El paso corto es importantísimo en el manejo de la ganadería, el caballo está atento, pero no transmite nerviosismo al ganado.
Paso largo y descanso
En vaquera también existe ese paso largo que todo jinete de deporte o no, debe tener en cuenta. Estoy convencido de que sin él no llegaríamos a completar bien la doma de un caballo.
El caballo consigue con este el estiramiento de todos sus músculos, después de la estancia en la cuadra y para mí lo que es más importante, la recompensa a un esfuerzo, superando a la caricia en eficacia para el entendimiento a un ejercicio bien hecho.
Debemos tener presente que el caballo que comienza su trabajo necesita de unos minutos de calentamiento. El peso del jinete, la cincha ajustada, la baticola, el bocado la barbada y la mediacaña, todo son molestias para un caballo que ha permanecido durante horas y a veces durante días en su box, cuando no en una plaza. Este calentamiento progresivo evitará desagradables sorpresas, sobre todo, en los caballos jóvenes. El caballo que durante su calentamiento de trabajo al paso largo con riendas largas, baja y alarga su cuello, está estirando su columna y esto le produce relajación. Si después de un esfuerzo hace lo mismo, es señal de que su dorso está en condiciones para un buen trabajo.
Estira su columna y sus caderas, son capaces de moverse con soltura, adelantando las pisadas de los pies. El nacimiento de la cola se balancea de lado a lado producto de la movilidad de las caderas.
Que ningún aficionado en los trabajos de adiestramiento deje de utilizar este paso con riendas largas que unido a la caricia, hacen comprender rápidamente el trabajo bien hecho.
Espero haber aclarado algunos puntos que podrían en los concursos crear confusión. Hasta un nuevo capítulo.