Conoce todos los detalles que se generan en una prueba de doma
Joaquín Olivera Peña era, sin lugar a dudas, un jinete culto. Estudió a los clásicos contemporáneos (Podhasjky, Decarpentry y Nuno Oliveira entre otros), y vivió con la máxima de llevar a cabo las enseñanzas que aprendió de ellos. Un hombre de a caballo que supo incluir la Equitación Clásica en la Doma Vaquera. A día de hoy es el jinete más galardonado de nuestra disciplina hípica más campera. Siguiendo en la línea de los anteriores artículos sobre el Arte Ecuestre, profundizamos con el maestro de Coria del Rio (Sevilla) en los conceptos del entrenamiento y la competición.
«Como ya se sabe de mi debilidad por la teoría de Podhajsky y la práctica que de ella se deriva, no podían ser otras mis opiniones sobre el tema que a continuación tocamos en este artículo. El conocimiento del reglamento y su definición son de gran importancia para la preparación de caballo y jinete, para una prueba de doma, y es una parte vital para el estudio teórico de la materia.
Por un entrenamiento gimnástico correcto se llegan a realizar vueltas y giros con facilidad y armonía, sumisión, calmado y obedeciendo diligentemente a las ayudas. Esta sumisión da la estampa de un jinete que piensa y un caballo que ejecuta, haciendo de la equitación un verdadero placer. Sin duda es muy conveniente que caballo y jinete conozcan con anterioridad la prueba. Por otro lado, tiene la dificultad de insistir una y otra vez sobre la prueba, haciendo que el caballo se mentalice y lo haga automáticamente, y esto es lo contrario a una prueba de doma.
Lo mismo que un mosaico, una prueba de doma tiene diversos y múltiples detalles, que se van completando unos a otros hasta tener completa la obra. De la misma manera el jinete va practicando partes del programa hasta llegar un día que domina la prueba por completo.
El jinete debe montar sin rigideces, atento y con sus músculos relajados, se debe preparar mentalmente, concentrándose completamente en la ejecución.
Jinete y jurados en el Campeonato de España. Real Club Pineda 1996
La mejor forma de entrenar es empezar a un paso tranquilo con las riendas flojas, moviéndose alrededor del picadero para que el caballo se familiarice con todos los objetos de su alrededor. Cuando se ha estado un rato con trancos largos y el cuello adelante se recogen las riendas y se rompe al trote. Para empezar lo hará a un trote de trabajo con las riendas lo más flojas posibles. Los pies entrarán debajo de la masa enérgicamente. El caballo tomará el contacto con el bocado, con la cabeza baja y cuello estirado.
Cuando el contacto sea continuado y se mueva cadenciado y con regularidad en el trote ordinario y reunido, a la inglesa y sentado. Si, a pesar de todo, el caballo sigue nervioso, resistiendo el contacto y con un paso irregular, se introducen periodos al paso, desde el cual se rompe nuevamente al trote, repitiendo el ejercicio hasta que se calme y vaya cadenciado. Cuando pierde la impulsión, cambios de cadencias y transiciones al galope son muy recomendables. Después de un periodo al galope suele tenerse más impulsión en el trote. Si sigue excitado en el galope, que es el caso frecuente en un sitio extraño, se recurre nuevamente al paso y al trote para conseguir el equilibrio mental.
En concurso
Hasta en los bien organizados, la puntualidad no existe y habrá de tenerse en cuenta a la hora del calentamiento, que no será ni corto ni largo, siendo recomendable calcular el tiempo más bien un poco generoso que no corto. En el primer caso y cuando hay retraso, se introducen periodos al paso con las riendas sueltas, para que el caballo no pierda la brillantez en sus movimientos. Es más incómodo cuando el jinete es llamado a participar y no ha tenido tiempo suficiente para el calentamiento: el caballo no está relajado y no se concentra, estando nervioso, y estos nervios se los transmite a su jinete, siendo muy difícil causar buena impresión a un jurado de esta forma.
Recomiendo a los jinetes no repetir la hoja de ejercicios completa frecuentemente. Un caballo con buena memoria intentará anticiparse a su jinete y no tardará en ejecutar los movimientos incorrectamente. Cambios constantes en el orden de los ejercicios evita esta posibilidad durante la preparación.
Jinetes y jurados
Jinetes y jurados son dos segmentos que a primera vista deben estar íntimamente compenetrados. En los años pasados esta relación existía en la mayor parte de las competiciones. Los jinetes estaban obligados a ejecutar los ejercicios con su mayor habilidad y obediencia al reglamento. Los jurados, por su parte, a justificar sus apreciaciones por sus conocimientos ecuestres, tanto teóricos como prácticos, siendo ecuánimes en sus veredictos, tanto del mejor como del peor concursante.
La posición de un jurado de doma está basada en sus sólidos conocimientos y no es puesta en duda, ni criticada, sino en rarísimos casos. Los jinetes deben tener un autocontrol, desarrollado por el deporte de la equitación, y someterse a la autoridad del jurado, aceptando su veredicto sin argumentos y mucho menos protestando.
La autoridad del jurado no se basa en su posición, sino en sus cualidades, carácter, personalidad y conocimientos. Estoy plenamente convencido, de haber tocado un tema muy delicado, al afirmar que la relación jinete-jurado ha cambiado mucho en los últimos años. Hoy día, la mayoría de jinetes y sus profesores tienen cientos de argumentos contra la decisión de los jurados, pero nunca piensan en sus faltas y sus propias responsabilidades. Este lamentable fenómeno tan contrario al clima de una competición ha creado un ambiente de fieras, yendo unas contra otras, haciendo depender la participación en un concurso del favor del jurado.
Esto da la impresión de que los jinetes van por un lado y los jurados por otro, mientras debieran estar animados de la misma forma de pensar, para conservar y promocionar el deporte hípico.
Un profesor de equitación con experiencia está capacitado para ser jurado y dar un veredicto correcto y preciso. Un jurado consciente es complaciente, después del ejercicio para contestar a cualquier pregunta cuando hay una duda sobre los comentarios hechos sobre algún competidor.
La disciplina y el autocontrol ganados en la práctica de la equitación ayudan a aceptar las decisiones del jurado sin comentarios. Este capítulo ayuda a la comprensión de jinetes y jurados, cosa muy importante, si las pruebas siguen en aumento, así como el número de participantes.
Quiero recordar los elementos básicos para participar en los concursos de doma:
- El caballo debe ir adelante, derecho y con impulsión.
- La pureza absoluta en los movimientos y la regularidad y cadencia mantenida en todos los ejercicios. Esta regularidad es la que da belleza a la Doma, y con razón es llamada la música de la equitación.
- El caballo debe aceptar el bocado confiado y calmado, obedeciendo al jinete con sumisión y diligencia. El jinete jamás debe abusar de las riendas para forzar la cabeza en una posición determinada. La pérdida visible de libertad en los movimientos, inmediatamente denuncia la incorrecta reunión.
- Por una gimnasia apropiada, el caballo se hace ágil y flexible, cosa imprescindible para la suavidad del movimiento, fluencia en las transiciones y absoluto equilibrio. Este equilibrio es posible cuando el tercio posterior es lo suficiente fuerte para cargar la mayor parte del peso.
- La eficacia física del caballo, que es la consecuencia natural de la agilidad, basada en el control muscular y en la presencia de un perfecto equilibrio, se refleja en la corrección de los ejercicios, en su exacta ejecución y en la más pura secuencia de movimientos.
- La obediencia del caballo, que nace de la confianza en su jinete, que nunca debe pedir más de lo que el caballo físicamente pueda realizar.
Estas reglas básicas deben ser claras para jinetes y jurados, ya que la claridad del concepto es fundamental para cualquier deporte. El entrenamiento de un caballo no debe tener misterios. El veredicto tampoco debe tener misterios, cosa no siempre frecuente en los últimos años.
D. Antonio Perez Luna, Jinete y Jurado. Jerez, año 1980
El deber de los jurados no es solamente calificar la ejecución del competidor y situarlo en atención a su nivel, sino que también se espera de él que dé recomendaciones a los jinetes sobre el trabajo más conveniente en un futuro. La calificación de los jurados juega un papel muy importante.
Se debe tener como garantía que el jurado en un concurso de doma es o fue capaz de realizar el ejercicio que él está juzgando, como en otras clases de deportes. Esto no quiere decir que un buen jinete sea un buen jurado, ni siquiera un buen profesor. Muchos buenos jinetes, con sensibilidad y habilidad y una categoría elevada no son capaces de transmitir sus conocimientos a un alumno, o hacer uso de su juicio para calificar a otros jinetes. ¡Prefiero no hacer mención a los jurados que jamás se han visto a caballo!»
Texto y fotografías: Joaquín Olivera Peña In Memoriam
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