Estudio de Jean Licart sobre los aires del caballo

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Solo la disociación de los bípedos diagonales, que hace que los aires sean basculantes (Fig. 53), permite que el caballo utilice con el máximo de eficacia los gestos del cuello para una mejor economía de fuerzas (por eso, el caballo, aplicando el instinto del mínimo esfuerzo tiende, incluso al trote, hacia esta disociación de bases diagonales. Hay que dejar cierta libertad de juego al cuello, particularmente en los aires basculantes). A causa de las similitudes que conllevan, sería ventajoso en el examen de la locomoción, comparar los dos aires basculantes: el paso y el galope. Velocidad aparte, la diferencia de funcionamiento que los distingue reside en que el paso es un aire simétrico como el trote, es decir, un aire donde las ondulaciones vertebrales son idénticas en una y otra parte del eje longitudinal del caballo, mientras que en el galope las ondulaciones vertebrales son asimétricas y las dos mitades laterales del caballo no funcionan de manera semejante.

Fig. 53: La disociación de los bípedos diagonales permite al caballo servirse de su balancín cuello-cabeza

Puede que sea el primero en hablar de este tema, como de unos cuantos más. Yo no tomé conciencia de ello hasta hace 18 años, gracias a unas fotos de Hilda Gurney en la revista Practical Horseman. Y no cabe duda de que hoy tiene su importancia tener en cuenta dicha disociación. Precisamente, por la razón que da Licart: la ley de la economía del esfuerzo. El problema que nos plantea su conocimiento es que solo es posible tomar conciencia de ella a través de las fotos: es tan breve el instante de un apoyo diagonal que el ojo no puede captar si apoya ambos miembros a la vez o uno por delante del otro. Cuando la mano apoya antes que el pie, se dice que la disociación es negativa: el caballo está sobre las espaldas. Cuando es el pie el que apoya antes que la mano, entonces la disociación es positiva: el caballo está sobre los pies. Hay que buscar esta disociación positiva en el trabajo diario incluso, o sobre todo, cuando se le trabaja “bajo y lejos”.

El trote
El trote es un aire en el que la cruz y la grupa se elevan (o descienden) al mismo tiempo (Fig. 54). Estos movimientos (tercer término de Marey) son más penosos para el caballo al trote que en los aires basculantes, pues el cuello, al no poder actuar normalmente a la vez y en el mismo sentido sobre las espaldas y sobre la grupa, no puede intervenir para facilitar con sus gestos estos movimientos de elevación y de descenso (El caballo remete menos los posteriores de forma natural al trote que en los otros aires. El trote rápido lo único que hace es arruinar rápidamente los caballos no deformados por esta práctica especial).

Fig. 54: El trote (movimientos exagerados en el dibujo)

En el plano horizontal, las ondulaciones vertebrales son simétricas, pero, naturalmente, menos acentuadas que al paso. Están limitadas por el hecho de que las acciones de los músculos tractores de los bípedos diagonales son muy similares y el cuello debe ponerse rígido a intervalos cortos de tiempo para fijar el punto de inserción anterior de estos músculos en el momento de su esfuerzo (Fig. 55). Es pues, más por su tensión que por sus gestos por lo que en el trote ordinario el cuello puede favorecer la propulsión (El caso extremo es el “flying trot” (tensión máxima), donde el caballo mantiene la cabeza en extensión sobre un cuello alto y rígido: “disposición de extensión=disposición de velocidad”, Comandante Chamorin).

Fig. 55: Braquiocefálico derecho e ilio-espinal izquierdo tiran hacia delante la diagonal derecha e inversamente

Los desplazamientos laterales de la “masa inerte” quedan también limitados. Las oscilaciones del vientre se coordinan con las de la punta de la nariz para dirigir el peso del caballo de una diagonal a la otra (Fig. 56). En el trote es donde los miembros intervienen más como balancines. Se desplazan por parejas y así acumulan sus efectos, compensando en cierta medida la ausencia de juego del cuello. En razón de la estabilidad proporcionada, por la sucesión de bases diagonales y de que el caballo puede fácilmente actuar sobre sus miembros que se encuentran por parejas en suspensión, el trote es el aire en el que caballo y jinete pueden disponer del equilibrio con mayor facilidad (“Todas las transformaciones del aire se hacen durante las bases diagonales”, Lenoble Du Teil).

Fig. 56: Oscilaciones de la cabeza y del vientre al trote (calco del film)

El “trote tipo” saltado de una diagonal a la otra con tiempo de suspensión intercalado no es el trote habitual del caballo montado. El trote habitual es un trote más marchado que saltado, donde falta el tiempo de suspensión y donde los bípedos diagonales están a menudo ligeramente disociados (instinto del mínimo esfuerzo). Aumentar la amplitud de las ondulaciones vertebrales alternas permite ralentizar y cadenciar el trote, y acentuar el remetimiento alterno de los posteriores. En el pasagge y en el piaffé, por ejemplo (caso extremo), la ralentización de los movimientos hacia delante de los miembros, la prolongación de su apoyo, el tiempo de suspensión intercalado entre las bases diagonales, las contracciones musculares más espaciadas, permiten al caballo utilizar su cuello en provecho de la economía de fuerzas. Estos dos aires se hacen más costosos para el caballo por el hecho de que aumenta el remetimiento y por la sobrecarga que se produce en el miembro posterior en la reunión. En razón de la concentración que existe en la reunión, la palanca articulada que representa la columna vertebral puede, tomando apoyo en la grupa, facilitar los movimientos periódicos de elevación del cuerpo del caballo. Estos movimientos son más acentuados en el tercio anterior que en el posterior, el cual en la reunión, está siempre más bajo y más recogido. Asimismo, los gestos del cuello tienen, en el passage y en el piaffé, una importancia muy grande (descensos de manos). Hay que resaltar que en el pasagge son sobre todo los gestos laterales del cuello los que facilitan el movimiento, mientras que en el piaffé son los gestos verticales los que predominan (restricción de las incurvaciones, mantenimiento de un “estado de abombamiento” del dorso-riñones).

Licart cita a Marey en varias ocasiones. Yo añado acerca de él la frase de Barroil: “el método cronofotográfico de Marey ha permitido suplir a nuestros sentidos allí donde ellos no llegan. Dicho método hace que cuando el ojo deja de ver y el oído de oír, nos descubre de una manera precisa los fenómenos que se nos escapan”. Para Marey, los sentidos no solo nos ocultan lo esencial, sino lo que es peor, muchas veces nos conducen al error. Me recuerda a “las sensaciones engañosas de los sentidos” de Parménides. Marey finalizó su discurso de 1887 en la Academia de las Ciencias de París diciendo: “termino queriendo resaltar que la tendencia a la economía del esfuerzo que se constata, en diversa medida, en todas las máquinas animales, parece alcanzar en el caballo la mayor perfección”.

Traducido y comentado por José Manuel Sales “El Cura”

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