Grupo Lettera lanza 20 guías de Equitación sobre el Estudio Evolutivo de la Doma

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A la larga trayectoria de Grupo Lettera, en su ámbito editorial, se le suma una de sus apuestas más formativas. Un compendio de 20 guías prácticas muy útiles tanto para la enseñanza del jinete como para la preparación y entrenamiento del caballo.

Con las pautas que conforman cada una de estas guías, el aficionado de cualquier disciplina hípica aprenderá a llevar a cabo un correcto entrenamiento conociendo todos los puntos de vista que en su quehacer diario se puede encontrar.

Cada una de las guías explica, detenidamente, cada uno de los ejercicios que actualmente se usan para la preparación de la práctica hípica, ya sea Doma, Vaquera, Salto o Alta Escuela: El paso; El trote; El galope; El círculo; Las transiciones; Los cambios de mano; La cesión a la pierna; La espalda adentro; La media parada; La parada; El paso atrás; Grupa al muro y grupa adentro; El apoyo; El galope en trocado; Los cambios de pie; La media pirueta y la pirueta; El piaffé; El passage.

Estos textos son imprescindibles tanto para principiantes como para expertos jinetes, ya que nunca está de más volver a repasar los conceptos más importantes para saber comunicarnos mejor con nuestro caballo. Esta filosofía hace hincapié en conocer profundamente las normas adecuadas de relación entre jinete y caballo, para que el jinete sepa indicar correctamente, y en todo momento, las peticiones a su caballo y este, a su vez, las entienda claramente.

Además, cada guía está estructurada de una manera sencilla y muy didáctica para su fácil comprensión: Definición; El ejercicio para el jinete; El ejercicio para el caballo; Las ayudas; Ejecución a ambas manos; Conseguir un ejercicio correcto; Finalidad del ejercicio; Beneficios; Faltas comunes; Preguntas frecuentes; Lo que se debe y no se debe hacer. Incluye, también, la opinión de los clásicos como Jean Fillis, Alois Podhajsky o La Guérinière, entre otros, en cada ejercicio y un diccionario internacional de términos muy útil para cualquier situación.

Un valiosísimo legado fue el que nos dejó el comandante Jean Licart, uno de los estudiosos más importantes sobre la construcción de la máquina animal. Nuestro amigo y colaborador José Manuel Sales Pons, un seguidor acérrimo del trabajo de Licart, ha traducido y comentado para nosotros las enseñanzas del francés nacido en Landes en el siglo XIX, perteneciente a la Escuela de Saumur y a su “Cadre Noir”. Y que ahora vienen incluidas en cada una de las guías que aquí os presentamos.

Jean Licart

A principios de octubre de 1928, Licart (que será nombrado caballero de la Legión de honor en diciembre de 1931) sigue en Saumur el curso de tenientes de instrucción, tras lo cual, es destinado al 2º de spahis y después al 20º de dragones. Es destinado a la escuela de caballería y asignado al 4º grupo de caballeros de la escuela (19 de abril de 1930).

La casaca negra del “Cadre” reemplazó a la casaca roja. La conservará siete años, durante los cuales será ascendido a capitán (25 de diciembre de 1933).
En 1930, Licart publicó en París su primer libro “Le Cheval barbe et son redressage” redactado a partir de notas tomadas desde 1921; entre ellos, el prefacio escrito en 1923 en Tlemcen. El libro está ilustrado con fotos y croquis de caballos argelinos y marroquíes, algunas de ellas tomadas en el Rif, principalmente a Targuist, ex residencia de Abd el-Krim. El autor retrata al caballo Berberisco en comparación con el caballo Árabe. Describe las capacidades, arneses, los bocados, etc. Respecto a la equitación practicada por las tribus del Maghreb, discrepa del dicho sobre el árabe, jinete y hombre de caballo completo. Hay que sustituir, dice él, este dicho por la realidad: “el árabe, excelente jinete en potencia, pero por instruir”.

De 1930 a 1937, en Saumur, Licart tendrá como jefes al coronel Danloux, al comandante Wallon, y al teniente coronel Lesage. Estos son algunos recuerdos que su hija Mme Branger ha confiado tiempo después a un amigo: “Un día, al entrar en su oficina, sin llamar a la puerta, vi, de espaldas a su superior, al coronel Danloux, a cuatro patas, con mi padre de jinete, los dos discutían con grandes gestos a propósito del efecto de las ayudas en el empuje de los pies del caballo. A pesar de la comicidad de la situación, me fui seriamente”. “Otro día, colgando de una ventana en el vacío, sostenido por una correa, él (Licart) estudiaba el juego de la columna vertebral de los caballos en los diferentes aires”.

Entre las invenciones de Licart, había un estribo compensado, que fue adoptado oficialmente por la caballería brasileña y reproducido en el mundo entero, porque este fecundo inventor no hacía patentes. El general comandante de la escuela en Saumur le había prometido enviarlo a París, al servicio de investigación e invención del ejército.
El general propuso, y el jefe de escuadrón dispuso, y Licart se quedó en el “Cadre”.

Fue bajo las enseñanzas de maestros como Danloux, Wallon y Lesage que el joven jinete pudo adquirir el dominio que se refleja en su obra de la doctrina teórica y práctica. Tanto en Saumur como en Tarbes, practicó el concurso hípico y, en África, el Polo.

Tras la Segunda Guerra Mundial se establece en Landes y se instala en Moulleau, cerca de Arcachón, donde morirá el 9 de agosto del 1965.

Equitación Razonada
Sin hablar del libro de 1930 sobre el caballo berberisco y de dos trabajos de segunda importancia sobre las ayudas, el comandante Licart dejó una obra escrita muy gruesa que le posiciona en el pelotón de cabeza de los autores ecuestres contemporáneos.

En 1939, las ediciones Delmas, en Burdeos, publicaron “Equitación Razonada”, obra que quedará, a pesar de las críticas, como su obra maestra, como lo había sido, 100 años antes, el “Diccionario razonado de la Equitación”, primer libro de Baucher. Ilustrado con numerosos dibujos, constituyendo una especie de cinematografía ralentizada, este gran inoctavo era el fruto de varios años de trabajo (iniciado en Saumur en 1930, recuperado en Tarbes en 1937).

Jean Licart perteneció al Cadre Noir de la Escuela de Saumur

El autor, que tiene el secreto de las formulaciones, pone como principio que la equitación, “arte científico”, es la aplicación más o menos hábil de ciencias diversas, y que el único medio de hacerla progresar reside en la reducción “a la teoría, de la parte de habilidad que incluye”. Añade que “los medios de investigación actuales no permiten contentarse solo con el empirismo. El cinematógrafo ralentizado, además, nos da la posibilidad de especificar los conocimientos transmitidos por nuestros antecesores y sobre todo alejarnos de la estática que en equitación, donde todo es movimiento, nos da la mayoría de veces unas ideas falsas”.

El plan de la obra se compone de cinco partes: Construcción de la máquina animal; Movimiento y equilibrio; Conducta del caballo; Aires; y Asiento y salto. Las ilustraciones son pequeñas obras maestras de precisión, exactitud y claridad. Las descripciones no dejan pasar nada; se completan, si es necesario, con numerosas notas a pie de página. El autor establece unas comparaciones con las rupturas de equilibrio del jiu-jitsu; cita abundantemente a sus antecesores y a sus contemporáneos.

El comandante Licart con su caballo Curbaint en Arcachon en 1948

Una nota insólita y justa: “[…] En el plano horizontal constatamos que la columna vertebral (del caballo) es animada, durante la locomoción, de un movimiento en ondulación comparable al de un reptil”. “Este movimiento de reptación, modo de progresión más elemental, subsiste en los animales más evolucionados, tengan o no miembros y que anden con cuatro o dos patas”.

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