Jean Bemelmans o la vida de un entrenador nacional

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Bemelmans, de origen belga y afincado desde hace más de 40 años en Alemania, es uno de los entrenadores punteros en el mundo de la élite de Doma Clásica. Su entrada en el mercado español llegó a través de una alumna particular española que había salido en busca de un entrenador internacional al extranjero.

Jean Bemelmanns nació el 3 de septiembre 1949 en Hasselt, Bélgica. Desde allí “emigró” a Alemania, el país puntero en la equitación, con tan solo 17 años para realizar su aprendizaje como jinete primero y luego como maestro. Entre otros, llegó a entrenar con Harry Boldt, en su momento entrenador nacional del equipo alemán, con quien llegó a estar además pre-seleccionado para el equipo en más de una ocasión. Desde hace más de 15 años es el entrenador adjunto de Doma Clásica en el DOKR (Centro de Entrenamiento Olímpico en Alemania), donde habitualmente imparte clinics dentro del programa oficial de Warendorf. En España lo conocemos mucho más como el entrenador del equipo nacional de España, concretamente desde 1994, un año antes de los Juegos Olímpicos de Atlanta, cuando tomó el relevo de su predecesor Jürgen Koschel.

Desde entonces Jean Bemelmans está al mando del equipo nacional en España y ha sido co-artífice de 2 medallas por equipos: en los Juegos Olímpicos de Atenas, la medalla de plata por equipos, y en los Juegos Mundiales de Jerez, la medalla de bronce por equipos.

En la actualidad lucha por formar un nuevo equipo español de Doma Clásica competitivo y con opciones a medallas, algo nada fácil debido, entre otras cosas, a la falta de una cantera nacional abundante y sólida que genere animales y jinetes como para tener recambios y opciones.

Krefeld
Las instalaciones donde se aloja este profesional del caballo con sus clientes en Alemania se llaman Gut Aurich y se encuentran entre Düsseldorf y Colonia, en el pueblo de Krefeld, en el centro de Alemania. El lugar es casi bucólico en verano, y es un sitio excelente para llevar a cabo un entrenamiento al más alto nivel, con pistas cubiertas y exteriores y mucho campo para poder salir de paseo. Prados y paddocks que permiten libertad para los caballos. Ahí se congrega el equipo nacional cada año ante los eventos más importantes. En Gut Aurich se entrena intensamente y se pulen los ejercicios de cara a las grandes competiciones anuales, este año tocará la concentración ante los JEM de Kentucky en septiembre. Es realmente el lugar, en medio de todo el día a día de la Doma Clásica, lo suficientemente aislado como para poder trabajar a gusto.

Los inicios
Jean Bemelmans empezó a montar de niño en su tiempo libre. Tuvo su propio caballo y saltaba y participaba en competiciones de Doma Clásica. Poco a poco se dio cuenta de que los caballos le gustaban tanto como para querer trabajar con ellos. En un principio no tuvo aún la inclinación hacía la Doma Clásica, algo habitual porque en el norte de Europa no existe como en España una especialización temprana. Cualquier alumno de hípica aprende en un inicio tanto a hacer un cambio de pie o una espalda adentro como a saltar un pequeño recorrido o salir al campo. Y lo mismo ocurre en la formación profesional reglamentada, el aprendiz salta y practica la Doma durante 2-3 años con un profesional que le va enseñando todo.

El joven Bemelmans no contó con un apoyo de sus padres en el sector, ellos no tenían nada que ver con los caballos; sin embargo, apoyaron su deseo de convertirse en jinete profesional. Jean nos comenta que esta fue una decisión de la que nunca se ha arrepentido. Y eso que no ha sido un camino fácil. Sin tapujos nos habla de sus peripecias a la hora de buscar un centro donde le admitieran como alumno, porque entonces, al igual que hoy día, hacía falta persistencia e ingenio para salir adelante en esta profesión.

Los primeros consejos de amigos le llevaron a Warendorf, sede de la escuela nacional alemana y a la ENE de Saumur, en Francia sede del Cadre Noir, la escuela de equitación nacional francesa. En Warendorf le recomendaron que se dirigiera a una de las escuelas nacionales de equitación (Landesreitschulen). Jean al recordarlo nos comenta entre risas: “Tan solo 14 días me aguantaron”. Porque por entonces Jean no sabía el idioma y él no podía siquiera entender lo que se decía y mucho menos escribir ni redactar en alemán los trabajos semanales exigidos por la escuela.

De vuelta en Bélgica se puso a trabajar en una hípica y estudió alemán mientras. En la cuadra donde trabajaba cuidando caballos le dejaban montar y la suerte quiso que en aquél sitio hubiera un gran profesional que le iba ayudar mucho, no solo al insistir en la necesidad de una formación sólida y profesional, sino también en encontrar para él un primer profesor-entrenador capaz, un jinete de Doma Clásica que le introdujera en el conocimiento de la disciplina.

Jean comenta que, si echa la vista atrás, él es sin duda una persona afortunada, y más al haberse podido dedicar durante tantos años a hacer lo que le gusta y que encima haya habido siempre quien le pagara por ello. Convertir una pasión, los caballos y el mundo de la competición, en su profesión lo ha sido todo en su vida profesional.

¿Por qué en Alemania?
El deporte es competición con uno mismo o con los demás y tener un conjunto de reglas perfectamente definidas, algo que apasiona a Bemelmans y que le hace insistir que Doma Clásica es aún hoy sinónimo de Alemania, el lugar donde uno se puede impregnar del espíritu del deporte de la Doma. Para Jean la clave del éxito de los alemanes se basa en su mentalidad y también en un sistema perfecto de preparación de los caballos. La larga tradición sumada a una cría organizada es la clave de la hegemonía germana en este deporte durante casi seis décadas seguidas.

El mundo de la competición ayuda a que los jinetes y los caballos desde muy temprana edad puedan coger experiencia y rutina a la hora de montar cada vez mejor. Cada fin de semana se compite en toda Alemania, tanto a nivel regional, supra-regional como internacional. Hay muchas competiciones para caballos jóvenes y hay también muchas para jinetes menores. No hay que confundir los términos deporte y actividad física, porque en realidad no significan exactamente lo mismo. La diferencia radica en el carácter competitivo del primero, en contra del mero hecho de la práctica del segundo. Y sin competición es muy difícil que se mejore y optimice el rendimiento.

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