La Asociación de Alta Escuela Española se disolvió por acuerdo unánime en su III Asamblea Extraordinaria

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Siendo las 18:00 Horas del 19 de junio de 2017, en las instalaciones de Grupo Lettera S.L. (sede de la Asociación de Alta Escuela Española) en Alcalá de Guadaira, Sevilla, la mesa compuesta por el presidente, vicepresidente, secretaria, tesorero y asesor jurídico, está preparada para tratar los distintos puntos de las actas tanto de la X Asamblea General Ordinaria como de la III Asamblea Extraordinaria de la Asociación de Alta Escuela Española.

El presidente, D. Álvaro Domecq, agradece a Lettera por haber cedido sus instalaciones así como a los asistentes por haber acudido en un día de inmenso calor en la capital hispalense, y pasa la palabra al vicepresidente Joaquín Fernández, el que después de leer el informe de actuaciones de 2016 y escuchar el informe de tesorería, manifiesta: “Tras reunión celebrada el 22 de mayo de 2017 con Álvaro Domecq, llegamos a la conclusión de que se lleve a cabo el proceso oportuno para dar salida al planteamiento de no continuidad de esta Asociación, por la dificultad que representa en estos tiempos tan difíciles para el caballo, pidíendome también que se explicara bien esta decisión en carta dirigida a los socios, y buscáramos el asesoramiento oportuno y convocar asamblea”.

Seguidamente, se le pasa la palabra al letrado Fernando Acedo Lluch para que explique el proceso necesario para la disolución de la AAEE, comenzando la III Asamblea Extraordinaria y su intervención: “Yo hice los estatutos de la Asociación, he asistido a Asambleas y puedo acreditar que la AAEE está inmaculada. Se ha llevado con total exactitud. Si hay algo que se puede decir, es que se han hecho las cosas bien desde el principio hasta el final, que no es lo normal”.

Según el letrado, en una asociación como esta, para disolverse, “tiene que haber un acuerdo de la Asamblea General, que tiene que ser por un 60% de los asociados, que son los pasos que se han dado. Y nombrar a un liquidador. Una vez que se realicen los pagos de todas las facturas pendientes y esté a cero, el sobrante que pudiera haber se tiene que destinar a una entidad benéfica, y comunicar al Ministerio del Interior la certificación de los acuerdos que ha habido”.

Después de explicar todo el procedimiento que se llevará a cabo hasta la liquidación total, se redactaron las actas correspondientes, que se enviarán a todos los asociados y el certificado adjunto que fueron firmados tanto por el presidente como por la secretaria.

Terminando ambas Asambleas, con todos sus puntos aprobados por unanimidad, a las 20:30 horas.

Una vez conocido el destino de la Asociación de Alta Escuela Española, algunos de sus protagonistas no dudaron en mostrar su pesar sobre una decisión que, por otra parte, era la más sensata.

“A mí no me gusta disolver las cosas, pero todo es muy complicado. Espero que esto no sea para siempre. Yo soy un enamorado de la Alta Escuela y creo que la labor que se ha hecho estos años es buena. Hay que ir un poco con las grandes instituciones, pero si no ayudan es muy difícil ir para delante”, expresó sin tapujos su histórico presidente, Álvaro Domecq.

El emblemático ganadero Jaime Guardiola, socio muy activo durante los 13 años de trayectoria de esta institución, comentó que sentía “una gran pena, porque esto es la doma básica del caballo. Recuerdo de chico ir a los pueblos y ver a los caballos hacer el paso español, el piaffé, el passage… Esto ha cogido una perspectiva que ya nos hemos ido a la Doma Clásica, y todo lo antiguo se está perdiendo, desgraciadamente. Yo creo que hay muchos aficionados a la Monta Española. Si llegase un equipo nuevo, y si también se le dieran facilidades…”

13 años de una ilusión que no pudo ser

Este es el último capítulo de la AAEE, al menos para quienes han luchado casi siempre contracorriente, por la Alta Escuela Española. Para aquellos enamorados del caballo que, en 2005, decidieron aunar fuerzas para potenciar esa disciplina en la que la belleza, la nobleza, la predisposición al trabajo y las portentosas elevaciones del Caballo Español encontraban su máximo esplendor.

Aquel emblemático grupo de trabajo, la primera (y poco cambiante Junta Directiva) estuvo integrada Álvaro Domecq Romero (presidente), Joaquín Fernández Cepedello (vicepresidente), Rafael Lemos Santos (secretario), Pedro García Cordero (tesorero), Luis Mahillo García (vocal adjunto de relación con federaciones), Ángel Peralta Pineda (posteriormente Socio de Honor), Francisco Acedo Trujillo, Jaime Guardiola Domínguez, Carlos Montijano y Carbonell y José Fuentes Montaño.

Entre los objetivos acordados figuraba el no perseguir el lucro, sino la difusión de la disciplina; recuperar y potenciar nuestra Alta Escuela Española, de la que fue precursor Pignatelli en la Nápoles española; potenciar las exhibiciones y pretender que en los picaderos se utilizase un método idóneo para la práctica de la Alta Escuela Española, aceptando el decálogo de conducta FEI; viajar conjuntamente con las federaciones y otras asociaciones con el fin de difundir su competición y/o exhibición; hacer que el caballo español fuera más asequible, pretendiendo de los ganaderos que, con una correcta y justa valoración, se pudiera difundir más la necesidad de su uso y elección; hacer de esta asociación una organización a nivel nacional e internacional con representantes afines a nuestras pretensiones e ideología, unificando criterios, denominaciones y conceptos…

No hay mejor resumen que el que hizo Fernández Cepedello en esa última Asamblea de la AAEE: “Todo ha sido muy bonito, pero igual que empieza, un día se cuestiona si puede seguir. Y si no seguimos, entre otras cosas, es por el respaldo insuficiente de la Asociación más importante del caballo característico para la Alta Escuela, de los cambios en la institución organizadora de nuestros Campeonatos de España y por la guerra personalizada del vocal federativo de la disciplina. Amén de la falta de valentía de algunos. Menos palmaditas y más colaboración”.

Texto y foto: Redacción.

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