Y después del verano, ¿qué?

Después de un verano caliente en lo político, sofocante en lo climatológico y Rubializado en lo deportivo con el fútbol femenino, nos tendremos que preparar para afrontar el último tercio del año. Aunque la temperatura ambiental ha bajado, la política apunta a que se avecina un otoño caliente, revuelto y probablemente con un clima alto que sobrepase las uvas y se mantenga al iniciar 2024

En el Oeste americano cuando regía la Ley del Plomo, aparecía un pistolero bueno y decían que siempre podía aparecer otro mejor. En este país con tanto chulo por metro cuadrado, pensábamos tener ya el más grande del mundo mundial y debió de ser por lo que el pueblo lo nombro Sheriff del Condado. Miren por dónde, como dice la leyenda, nos ha salido otro, que no sé si maneja bien las pistolas, pero los naipes los maneja con gran habilidad. Este personaje de chiste que abrió la caja de los truenos, y antes de que explotara el último, se metió en el maletero de un coche (no sabemos si con respiración asistida, o los que respiraron profundamente fueron los que lo embarcaron para quitárselo de encima). A este personaje no se le arrugó el flequillo, se afincó en Waterloo viviendo la dolce vita, esperando que pasara un tonto para venderle su burra y, mira por dónde, apareció lo que buscaba.

Dejando a un lado la política, que esta no nos da de comer (si acaso nos meterán la mano en el bolsillo), podríamos comentar el qué hacer en los próximos meses con nuestra propia carga para mantener la piara. La guerra de Ucrania se alarga y los cereales siguen subiendo, la paja es artículo de lujo y mantener un caballo está empezando a ser cosa de ricos, como decían antaño.

Ya se que muchos de nuestros compañeros ganaderos no tienen, o no tenían, que tirar del silo para criar y mantener la manada, pues la dehesa da mucho de sí, pero también me temo que ogaño con la sequía lo tienen tan difícil como los demás. Esperamos que llueva pronto porque de no ser así tendremos que reducir plantillas y seleccionar por la fuerza.

Seamos optimistas que ya pasó el verano y tenemos el SICAB a la vuelta de la esquina.  Los morfológicos dan los últimos coletazos y podemos decir que, con el éxito de Andújar y Córdoba pasando la barrera de los 100 ejemplares, hemos salvado los muebles y casi se puede dar por cerrado con éxito el curso 2023. Ojalá cunda el ejemplo y los ganaderos se animen a participar.

Por otra parte, las camadas a punto de destete ya comienzan a darnos alegrías al comprobar los éxitos y los fracasos conseguidos con los cruces que llevamos a cabo; siempre pensando en mejorar, como principal misión del buen ganadero.

Tengo por costumbre el realizar cada tres o cuatro meses un testaje de las camadas hasta que cumplen el primer año.  Después prefiero dejar que se pongan feos, olvidarme de ellos y no hacer ninguna valoración hasta que pasen de los dos años. Será a partir de entonces cuando vuelvan a recuperar las formas que vimos en los primeros meses. Tengo amigos de nuestro gremio que dicen ver los potros en los primeros meses de vida y ser capaces de seleccionar, a esas edades, los mejores de la camada para dejarlos como madres o futuros sementales. Soy consciente de no ser el más listo de la clase, pero, como dije antes, hago varios testajes al año y además en cada uno de ellos hacerles varias fotos parados y en movimiento, algo que recomiendo porque el ojo humano no es capaz de separar defectos que las fotos si reflejan. A estos compañeros les recomiendo mi fórmula y les garantizo que se llevarán menos sorpresas.

Estos consejos, que me permito dar por supuesto gratis y sin más autoridad que mi experiencia, pueden ser de utilidad para aquellos ganaderos que puedan o tengan paciencia para esperar que las camadas se desarrollen y de esta forma hacer una selección natural.

La moda de los vientres de alquiler está cambiando las costumbres que nos enseñaron nuestros mayores de conservar la esencia de las ganaderías, de tal forma que solo con ver un animal ya se conocía su procedencia.

Esto rompe, además, con el dicho histórico que aseguraba que los caballos terminaban pareciéndose a sus dueños. Con esta fórmula no solo será difícil buscarle el parecido, sino que también se carga el refrán y acaba con los modelos que tanto nos costó aprender. Eso sí, luego hay quien se atreve y habla de ESTIRPES.

Estos comentarios se pueden tomar en broma o en serio, sin embargo, hay algo que está claro: cuesta muchos años potenciar una marca de cualquier producto que se ponga en el mercado. En el mundo del caballo es mucho más difícil potenciar un hierro y ganarse un nombre en un sector con tanta competencia.  Solo se consigue mejorando cada año los productos que nacen. Si cada año cubrimos con el caballo de moda, puede que hagamos caja (que tampoco), pero lo que seguro que no haremos es una “marca”.

Nos veremos en SICAB.

Foto de inicio: Si cada año cubrimos con el caballo de moda, puede que hagamos caja (que tampoco), pero lo que seguro que no haremos es una “marca”.

Texto y fotos: Pedro Conesa