La montura vaquera

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La Monta a la Vaquera y todo lo que la rodea, guarnicionería, vestimentas, ayudas… nace como una necesidad y un requerimiento del trabajo de campo. El origen pues de este tipo de montura es la necesidad de crear una silla de montar ad hoc para las faenas de campo, para trabajar con el ganado, para pasar largas jornadas montando, careando las reses… Históricamente podríamos situar el nacimiento de la montura vaquera en el mismo tiempo en que se comenzó a seleccionar el toro bravo. Y nace como una evolución natural de la albarda, aparejo tradicional de las caballerías de carga, al que se le añadieron una perilla y una concha, que proporcionarían estabilidad y fijeza al jinete vaquero.

Lo que ha primado siempre en la fabricación de este tipo de montura ha sido la funcionalidad, el hacerla lo más cómoda posible para la función que tiene encomendada, las faenas camperas: el pasar largas jornadas en grandes fincas de ganado bravo, con intenso frío en invierno, calor sofocante en verano, lluvia, nieve…
El acompañamiento perfecto, un caballo fuerte, resistente, muy equilibrado mentalmente y plenamente sometido a su jinete.

Todo en la montura vaquera tiene un porqué, nada es meramente ornamental. Elegancia natural, sobriedad y tradición son los rasgos que han de definir el equipamiento del jinete vaquero y su jaca.

Materiales y partes.

Son muchas las monturas vaqueras que en el mundo existen, cada cual con sus particularidades en virtud de la idiosincrasia del lugar de procedencia y del jinete que la monta (gaucho, cowboy…), pero hay una serie de rasgos comunes a todas ellas, aquellos que las hacen adecuadas para el duro trabajo en el campo cuidando del ganado: han de ser cómodas, tanto para el jinete como para el animal, y amplias, permitiendo así un excepcional reparto del peso del jinete sobre el animal.

La elaboración tradicional del armazón con piel de ganado vacuno en crudo y paja de centeno otorgan a esta silla unas cotas elevadísimas de resistencia y confortabilidad.

La montura tradicional vaquera tiene como principal elemento definitorio la zalea de borreguillo natural que con su almohadilla rellena de pelo es la principal responsable de la comodidad del asiento. Esta se amarra con agujetas de cuero y deja al descubierto la perilla y la concha, que son partes fundamentales de esta silla, y que pueden ser lisas o moteadas, de cuero o de seda.

El baste se hace con lona de algodón y se rellena de pelo y cerdas de caballo o cabra.

De todo ello resulta un armazón único en adaptabilidad y flexibilidad que proporciona tanto al jinete como al caballo altas dosis de confort aun con movimientos tan bruscos y violentos como los que en ocasiones caracterizan la Monta a la Vaquera. Tanto es así que podemos incluso llegar a calificar a este tipo de montura como una silla “anatómica”.

Aunque el color más tradicional y el reglamentario es el negro, es frecuente también el avellana, que se oscurecerá con el uso.

En la parte delantera de la silla, entre las piernas del jinete y la perilla se coloca la manta estribera, doblada a lo largo y sujeta mediante dos agujetas. Una buena manta estribera debe llegar hasta la altura de los estribos. Debería ser de lana, de colores sufridos y con flecos a cada lado. En el centro tiene un corte longitudinal para que el jinete pueda meter la cabeza. La tan popularizada manta de loneta con rayas no es válida para cumplir las necesidades de abrigo del jinete o, en caso de necesidad, para servir como sudadero al caballo para librarlo de alguna rozadura.

La cabezada será la tradicional con mosquero, de cuero, de cerda o de seda, con un bocado de hierro pavonado en negro y con embocadura también de hierro y cadenilla barbada o morcillón; con ahogadero o sin él según se trate de una cabezada sevillana o jerezana: la primera lo lleva, la segunda no. Un elemento más es la serreta, forrada o no de cuero, a la que van hebilladas las falsas riendas cuando estas se usan.

La baticola evita el desplazamiento hacia delante de la montura, es pues un elemento necesario dada la cantidad de movimientos bruscos que el jinete ha de realizar sobre el caballo y los terrenos que ha de pasear y galopar, en muchas ocasiones, sobre todo cuando se trashuma con ganado, subiendo y bajando importantes pendientes.

Esta montura se acompaña siempre de grandes estribos de hierro pavonado; sus dimensiones tienen como función proteger al jinete en el supuesto de la embestida de una res o en el caso de que se produzca algún golpe, evita así mismo las tan temidas estribaciones en las caídas. Las acciones de los estribos se definen por tener tres vueltas; esto les proporciona, entre otras ventajas, mayor durabilidad; al tiempo que garantizan una mayor seguridad para el jinete.

La cincha, independiente de la montura, se caracteriza por un sistema doble de hebilla que multiplica nuestra fuerza al apretarla y asegura más la silla en un tipo de monta donde no faltan los ajetreos.

Las riendas, siempre de cuero, van cosidas y anudadas en su extremo.

Otra característica de la montura vaquera es que todos los correajes van tapados por la zalea.

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