Libertad, raza y viento, así es el Festival Internacional de Equitación ‘Mata Moussem’

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A hora y media en coche tras desembarcar del ferry en Tánger procedente de Algeciras en Cádiz o a una hora y media de vuelo desde Madrid, encontramos un mundo muy diferente del peninsular: Mata Moussem, el Festival Ecuestre Internacional más importante de Marruecos.

Mata Moussem

La palabra Mata significa “montar a pelo”. Pero, ¿sabían que existe una carrera de caballos en la que cientos de jinetes compiten sin montura ni bocado? Toda una realidad. Una vez al año, a mediados del mes de junio, la pequeña localidad de Zniyed, a 60 kilómetros de Tánger y a 25 de Larache, recibe durante tres días a las tribus del norte de Marruecos y sirve de escenario para una carrera que cita a los mejores caballos y jinetes del país.

Es viernes y arranca la gran fiesta, quedan dos largas jornadas ecuestres por delante. Desembarcamos en una explanada de horizontes infinitos: mucha gente, polvo, músicos danzantes e incansable historia en torno a una tradición que no quiere morir. Es la viva imagen de la libertad.

Engalanados en un acontecimiento único y singular, el gran festival ecuestre de la primavera marroquí se viste para celebrar un magnífico espectáculo, en el que más de un centenar de jinetes se baten a duelo sobre unas interminables colinas verdes rodeadas de lomas, que en pocos días amarillearán, con el fin de arrebatar con habilidad y destreza, una muñeca de cañas hecha a mano por las mujeres de Beni Arous durante el tiempo de siega, y que porta el jinete ganador de la anterior temporada.

Ganador Mata Moussem 2018

El compromiso de Mohammed VI y de la familia Baraka

Bajo el patronazgo del rey Mohammed VI, con el esfuerzo de la Asociación Alamia Laaroussia, presidida por Nabila Baraka y con la dirección de Nabil Baraka, se preserva el legado de este mágico y folclórico festival declarado de interés por la UNESCO, que une al mundo del caballo con los productos de la tierra, la artesanía y las relaciones culturales, políticas y sociales.

Nabil Baraka, director del Festival Mata Moussem

Una ancestral práctica ecuestre vinculada a las estepas de Mongolia, y que desde el año 2011, la familia marroquí Baraka lucha por extender a todos los rincones del mundo. Un evento que año tras año ha ido ganando fuerza como reclamo turístico internacional, y que va en camino de convertirse en uno de los grandes atractivos del Mediterráneo.Un festival hípico, cultural y gastronómico.

El evento, que realza el valor del caballo en la región del norte y que rinde homenaje a estos valientes y experimentados jinetes, se concentra en tres jornadas de exhibiciones marcadas por cinco momentos clave: el baile de los segadores, la ceremonia de la henna de las mujeres -impronta en la cultura árabe- , la presentación de las cuadrillas ecuestres ante la familia Baraka y las personalidades invitadas: ministros y embajadores europeos y árabes, el espectacular concierto del sábado noche -en el que el gran valle se transforma en escenario de los artistas más populares del país- y como guinda de la fiesta: la espectacular carrera de caballos a la caída de la tarde del domingo.

Danzantes bailando la danza de la siega

La carrera de jinetes sin montura, el premio: el honor.

Pero, ¿es Mata Moussem una común carrera de caballos? No; Mata Moussem es autenticidad, tradición ecuestre, valentía y libertad. Pónganse en situación y déjense seducir por la esencia de una de las tradiciones con más historia en tierras marroquíes…

El día de la carrera en nuestro país vecino, todo está listo para celebrar el momento más esperado del año. Cultura, devoción, entrega. Es lo primero que al turista se le viene a la cabeza cuando llega al recinto de Mata Moussem. Es la expresión más genuina de la hospitalidad, sin complejos, marroquí. Se palpa nerviosismo en el ambiente. Los jinetes van de un lado a otro, tensos, algunos ni se han movido de allí en días, ni siquiera han dormido. La indumentaria de las mujeres y niñas marroquíes centellea colores vivos, sombreros de paja en los que desembocan borlas de hilo en diferentes tonalidades, ya a distancia llaman la atención de los turistas que aguardan el gran momento.

Los jinetes, sin embargo, destilan sencillez: túnicas blancas de manga larga, cuello mandarín, turbantes y a veces, incluso descalzos. Apenas se les distingue entre el tumulto, si no es por la diversidad de las capas de los caballos que desfilan por la gran explanada.

Huele casi a verano, asoma la brisa, el cielo adopta un casi inexplicable tono azafranado -casi provocador- y en el aire se respira la impaciencia de los caballos. Un familiar relinche grupal se repite por la hilera de jaimas donde se han instalado las cuadras.

Los jinetes saben que ha llegado el que puede ser su gran día: el honor de su familia y de su pueblo está en juego y con tal de conseguirlo, son capaces de todo. Los turistas parecen integrados en la historia espiritual de un sultán de cuento, donde tan solo en unas horas se celebrará el acontecimiento equino más importante del año en el norte de Marruecos. Y en torno a todo este escenario, ambiente festivo enraizado en las tradiciones más fuertes de la tierra: artesanía, gastronomía, música, danza, inclusive, uno de los más fascinantes atractivos de Marruecos: turistas desfilando a lomos de imponentes camellos que visten color y tradición. La ocasión lo merece.

Pero por encima de todo este envoltorio de colores, sabores y olores, un protagonista: el caballo y su jinete. No hay nada más preciado en estas tierras que el caballo, ni mayor honra que ser jinete en Mata Moussem. Más de 200 ejemplares semidesnudos, apenas viejas bridas visten su equipación, se disponen para competir. Todo está listo, los expertos jinetes se entrelazan por la cintura para que los caballos marchen bien pegados unos contra los otros, cuerpo a cuerpo llega la conquista de la muñeca. Comienza la carrera, el espectáculo está asegurado.

Matriarcado

Entre los centenares de jinetes galopa una mujer, ella es Zohra, la única mujer jinete de Mata Moussem, una amazona árabe sumamente respetada que junto a sus compañeros lucha por llevar esta tradición fuera de las fronteras de Marruecos.

Zohra, la única amazona de la carrera

Localizados en una zona de Marruecos donde se habla de matriarcado, en este gran evento podemos apreciar que las mujeres de la región son las auténticas heroínas del encuentro. Además de ataviar todo el entorno, son las encargadas de coser a mano la codiciada muñeca de trapo por la que se enfrentarán los jinetes, y de perpetuar así la tradición.

Una leyenda hípica que revive un viejo patrimonio cultural marroquí que remonta a varios siglos, donde originalmente (siglo XII) se garantizaba a su ganador el privilegio de elegir esposa entre las miles de jóvenes de la región marroquí de Znyed, al sur de Tánger.

Autenticidad y raza

Todo un antiquísimo homenaje a la naturaleza de la región lleno de tolerancia y matices culturales que congrega a miles de personas, más de 13.000 en esta última edición, la novena, en un entorno único y muy representativo. Una ocasión perfecta para los amantes de los caballos, para disfrutar de tres días de degustaciones, música en vivo y experiencias casi desconocidas por las nuevas generaciones de españoles.

Si los sueños por querer descubrir más sobre la equitación te llevan a este mágico paraje, no les des la espalda. Date la oportunidad de descubrir las proximidades de la que dicen, es la ciudad soñada, de pasear sus calles, conocer sus gentes, respirar sus aromas. El Festival de ‘Mata Moussem’ es el fiel reflejo del alma de centenares de jinetes que cabalgan sin montura, centenares de jinetes que, con sencillez, habilidad y audacia, se baten a duelo y tocan el cielo con las manos con un único fin: preservar el lazo más puro y racial entre el hombre y el caballo.

Esto ha sido “Mata Moussem 2019”, un paseo para recordar.

Texto: David López del Moral (@davidldelmoral) / Fotos: Ramiro Sánchez Busnadiego (@miroramiro)

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