Un gran descubrimiento en la historia del caballo lo constituyen el estribo, la silla de montar y la herradura. Comparemos un jinete que debe montar sin ayuda del estribo, con manta en lugar de silla; además debe luchar contra otro caballero o contra un infante, armado con la espada, lanza o hacha. Ese jinete no podrá nunca atacar cómodamente a su adversario pues en el choque, y sin el apoyo de la silla ni los estribos, será derribado. Tampoco podrá encontrarse a gusto en un choque con la espada, pues deberá estar pendiente de no perder el equilibrio.
Si a ese mismo jinete lo montamos en un caballo con silla y estribos, todos los choques antes citados podrá ejecutarlos con suma facilidad. El jinete, que antes solo se limitaba al disparo de flechas con su arco, se convierte en un temible guerrero ofensivo y, si, además, va protegido por una coraza será casi invencible.
Leovigildo (573)
La silla de montar
La silla de montar, al igual que el estribo, se introduce en Europa hacia el siglo IX, no está determinado exactamente. Con toda esta revolución en la técnica del arte de la caballería, podemos comprender la aparición de un nuevo orden social de los vasallos de fortuna: el guerrero a caballo o caballero.
La herradura
Se ignora quién y cuándo se inventó. La herradura ha transformado al caballo en fuente de energía viva y duradera. Se ha podido comprobar que los celtas no la clavaban al casco, al igual que los romanos, la única protección que conocían era la “solea” o hiposandalia, zapato de hierro atado al casco por bucles de metal o cuero.
En la literatura anterior al siglo X no se mencionó jamás la herradura fijada con clavos. Muchas herraduras, como las llamadas de olas, llevan el nombre de herraduras célticas. San Eloy, patrón de los herreros en Francia y la Camarga protagoniza una leyenda del siglo XIII donde se cuenta su habilidad como herrero. El herrero era honorable y muy buscado durante la Edad Media, no era considerado siervo, era un hombre libre y su habilidad era muy apreciada.
La herradura clavada es posiblemente una invención adjudicable a la Edad Media
El estribo
Fue inventado en Asia, igual que la silla, pero no se conoce en Europa hasta el siglo XVI. El estribo es un elemento más del equipo moderno y, tan obvio, que siempre se suele considerar incluido. Sin embargo, pasaron muchos años antes de que se inventara este dispositivo.
Mucho después de que el hombre hubiese domado y enganchado caballos, aún se montaba sin estribos y no fue hasta finales del siglo X cuando el estribo pasó a formar parte del equipo básico.
Si a finales del siglo VII el ejército franco estaba aún compuesto de hombres de a pie, a partir del siglo VIII la caballería ocupó un lugar preponderante y bien cualificado. De manera paralela al aumento de combatientes montados produjo la rápida difusión del estribo en la comunidad franca.
Algunos historiadores creen que el estribo fue inventado por los diestros jinetes orientales: las primeras evidencias arqueológicas son del 301 d. C., algunos cuadros antiguos muestran unos sencillos bucles de cuero que sujetan los pies de los guerreros mongoles y turcos, mejorando su equilibrio sobre los caballos.
No conocido por los grecorromanos, los primeros estribos datan del siglo VII en China, aunque están atestiguados desde el siglo V en Irán y por los ávaros a finales del VII. A partir del siglo IX llegan a Bizancio y Occidente, traídos desde oriente por los pueblos bárbaros que asolaron los viejos reinos occidentales.
La primera vez que los caballeros europeos descubrieron esta nueva pieza, su actitud fue un tanto recelosa, ya que durante siglos habían montado eficazmente sin ellos. Al principio se consideraron como un signo de debilidad, pero, con el tiempo, las actitudes fueron cambiando y los jinetes se dieron cuenta de las ventajas de su uso. Algunas culturas consideraban los estribos como meramente funcionales, en otras se convirtieron en un símbolo externo de riqueza y poder.
“Un caballero armado con la espada o hacha. No cabe imaginar que pudiera situar la lanza hacia atrás bajo su brazo, lanzándose hacia el adversario, ya que, careciendo de silla y de estribo, sería él el desmontado en el choque. Tampoco podría descargar tremendos golpes de espada contra su adversario, ya que al verse obligado a conservar su equilibrio sobre su caballo, apenas podría golpear con fuerza. Sin embargo, imaginemos a este mismo caballero provisto de estribos y de una silla. Todo lo que en otras condiciones era imposible ahora se convierte en fácil”. DHONDT, J.,“Le haut Moyen Age” (VIII-XI siècles), París, 1976, 35.
Batalla de San Romano por Paolo Uccello (1451-1457). Panel de los Uffizi, Florencia
No sabemos cuándo se generalizó el uso de la silla y el estribo en Occidente pero es seguro que fue a finales del siglo IX. Durante la Edad Media los caballeros ya habían adoptado el estribo como una pieza fundamental del equipo de monta, gozando de una gran aceptación tanto en Oriente como en Occidente. A partir de aquel momento cada cual fue adaptándolo a sus propias necesidades y decorándolo a su gusto.
La originalidad militar de la Edad Media Occidental reside en la preponderancia de una caballería pesada muy experimentada, disponiendo de monturas muy costosas, de estribos, de una armadura completa y sillas que sujetan bien. Cada combatiente poseía su equipo. Estos caballeros consideraban la actividad guerrera como una forma normal de su existencia.
La armadura
Desde que el caballo es domesticado y se deja montar, los hombres se convierten en guerreros a caballo. No es, solamente, por afecto que los hombres revestían a sus caballos con pesadas armaduras. Su protección garantizaba la del jinete. Los caballos llevaban una armadura de hierro y su cabeza se protegía con una testera, algunas eran verdaderas obras maestras.
Armadura completa de caballo conocida como el Jaez de Borgoña. Presente del Emperador Maximiliano I de Alemania a Enrique VIII (1515)
Las batallas
Un combate de caballería lanzaba una contra otra a dos masas de guerreros montados a caballo, cargando al galope. La caballería se dedica únicamente a atacar, no sirve en defensa. Sus cargas son de poca duración.
Los caballeros armados eran poco móviles, debido al peso de sus armaduras, pero también invencibles en una carga contra orientales protegidos solo por sus escudos circulares. Estos últimos esquivaban fácilmente los golpes y hostigaban al adversario con ataques relámpago seguidos de rápidas retiradas.
Nobleza y caballería
A partir del primer tercio del siglo XI cae en desuso la palabra “nobilis”, que determina la clase señorial, para imponerse el término “miles” o caballero, lo cual va unido a transformaciones de técnicas y mentalidad, que hacen que la caballería sea la reina de las batallas y los caballeros pasen a ser la élite de la sociedad.
Documentos de los siglos XI y XII nos demuestran la existencia de una auténtica nobleza, no la de antiguos linajes, sino de sangre.
En Francia la caballería se extiende con gran rapidez.
Hacia el 1060 el término “miles” sustituye ya a los demás términos. En Germania y Lotaringa, reino de la gente de Lotario, actual Lorena, la evolución se hizo más lentamente, ya existía una caballería servil y la distinción entre caballeros y nobles llega hasta el siglo XII.
En España existen dos tipos de caballería: la de los “ricos hombres” y la de los “caballeros villanos” o campesinos libres. La inacabable guerra y la necesidad de caballeros hacen que la nobleza sea una clase cerrada. La aristocracia, nobles o caballeros, vive en castillos, ya en las antiguas construcciones de madera del siglo X fortificadas, ya en las nuevas fortalezas de los siglos XI y XII que controlan caminos y valles tras las murallas de piedra. Poseer un castillo era fuente de poder, mientras el trabajo queda a cargo de la servidumbre, el noble se dedica a la caza o al combate. A partir del siglo XIII esta nobleza reconoce la soberanía real que podrá empezar a reconstruir los Estados.
El éxito de la palabra caballero se explicaría primero por razones técnicas. La introducción del estribo en Occidente permite que el vestido del caballero sea más pesado: loriga o cota de mallas, yelmo o casco cónico, adarga o escudo.
También se usa una forma nueva de combate, ya no se arroja la lanza, ahora se usa como arma de choque. La práctica de esta “nueva esgrima con lanza” y el peso de los arreos precisan de una fuerza física que se consigue solo con un duro entrenamiento que debe iniciarse en la adolescencia; caza, prueba del “bohordo” (maniquí relleno de paja que el caballero debía traspasar con su lanza), “estafermo” (panoplia situada sobre una rama de árbol que el caballero, lanzado al galope, tenía que descolgar) y torneos.
El cambio de mentalidad distingue a quienes sirven por las armas o la oración de los que trabajan la tierra y no poseen armas (teoría de los “ordines”), o sea ricos “popolo grosso” y pobres “popolo minuto”.
La Iglesia propone a los “bellatores” (combatientes) que usen las armas por la “Paz de Dios” y sean los milicianos de Cristo. Los caballeros no deben pagar tributo al señor, solo los pobres. Así quedan separados los caballeros del pueblo. Hacia el siglo XII los diferentes niveles sociales se basan en la caballería. Sus miembros tienen en común toda una forma de vida.
En Inglaterra para ser armado caballero se debía poseer una determinada cantidad de tierras, por las que se debía el servicio de armas.
Foto de inicio: El ejército de Saladino contra las huestes cristianas. Siglo XIV.
Texto y Fotos: Julia García Rafols – Experta en Historia del caballo