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Descubrimos la herencia de caballos y atalajes en la Península Ibérica

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Entre las tropas profesionales, el casco de hierro sencillo y la cota de malla se popularizaron. Sin embargo, entre la mayoría de las tropas de leva que complementaban el núcleo profesional, las protecciones de cuero acolchadas o de fieltro, más o menos elaboradas, debieron ser mucho más comunes que las protecciones metálicas.

Aunque al principio los musulmanes tenían una escasa caballería, en la Península Ibérica, en poco tiempo aumentó y tendió a ser más ligera que su contemporánea en Europa Central y Próximo Oriente: los arqueros de a caballo perduraron durante bastante tiempo mientras que la caballería de choque con lanza larga tardó más en imponerse.

Asimismo, protagonizaron algunas innovaciones técnicas, tales como la silla de arzón alto o la cotidianeidad de los estribos. La infantería siguió siendo una fuerza significativa, aunque era muy estática en combate y se caracterizaba por formaciones cerradas, con grandes escudos apoyados en el suelo y lanzas a modo de picas, en algunas ocasiones había apoyo de arqueros a pie.

Los reinos cristianos

En cuanto a los reinos cristianos se refiere, a partir del siglo IX se dio una fuerte influencia de elementos europeos tales como la cota de malla con capucha; en Cataluña se introduce el escudo en forma de cometa, apto para la caballería que iría aumentando de tamaño.

Entrada de los Reyes Católicos en Granada. Bajorrelieve de Felipe Bigarny, Granada

Como consecuencia de la adopción de la silla con arzones, los jinetes cambiaron de asiento con las piernas más estiradas más apta para el combate de choque.

Durante la reconquista, tanto reyes como nobles y caballeros usaban dos clases de caballos: palafrenes y caballos de armas.

Los palafrenes eran caballos de camino y de lujo, usados en los viajes o para acercarse al lugar de la contienda. Eran de contextura fuerte y carácter tranquilo, seguramente percherones, asturcones o navarros.

Los caballos de armas eran los usados durante las batallas. Eran de tamaño grande y seleccionados por su fuerza, resistencia y velocidad en la carrera. Seguramente eran de origen árabe, pues durante muchos siglos el mejor botín de un cristiano era la apropiación del caballo del árabe enemigo. También era el mejor regalo que un caballero podía hacerle a su señor.

Cabe pues decir que todos los caballos de la reconquista eran de origen árabe y que es durante estos siglos cuando nace el pura sangre hispano-árabe, dadas las continuas mezclas y cruces entre las razas del Sur y del Norte.

La silla de montar usada por los “castellanos” tenía algo de respaldo en su parte posterior y una especie de agarradera alta en la delantera, lo cual hacía que las posaderas del jinete quedaran bien ajustadas y firmes.

Por su parte, Almanzor, el gran caudillo de los árabes en España y uno de los más importantes generales de esta historia, dedica su vida a los hechos de armas y siente una especial pasión por los caballos y la caballería.

Su infancia transcurre en la hacienda de sus progenitores al sur de Al-Andalus, donde estuvo siempre rodeado de caballos. Su gran pasión consistía en imitar el “arte ecuestre” de los jinetes bereberes y con su subida al poder ordenó una gran reforma militar basada en dicha caballería. Este cuerpo militar, bajo su mando, llegó a ser casi invencible no solo por su número: 200.000 jinetes, sino por su conocimiento ecuestre. En su época, las yeguadas del bajo Guadalquivir (Al-Madain) fueron la cuna de los mejores caballos árabes y también compraban caballos en la costa Atlántica de Marruecos y se efectuaban requisas anuales en todo Al-Andalus.

Desde la segunda mitad y finales del siglo X, llevan su marca los mejores caballos montados por los reyes y señores europeos. Sin duda, las yeguadas de las marismas son el verdadero origen de los pura sangre hispano-árabes.

Marcado de un caballo, primera mitad del siglo XIII. Miniatura de las mejores sentencias y los más bellos refranes de Al-Mubasu

En el siglo XII, el Papa Inocencio III hace que el Obispo de Toledo organice otra cruzada. Entre todo el mundo Occidental se recluta un gran ejército conducido por los reyes de Castilla, Aragón y Navarra, que se enfrenta a los invasores que fueron derrotados en 1212, en la batalla de las Navas de Tolosa, y asimismo son rechazados hacia el sur peninsular, donde crearon el último reducto, el reino de Granada, en el que se asentarán hasta el 1492.

Foto de portada: Batalla de Navarra. Jinetes árabes a la jineta. Biblioteca Nacional de París.

Texto y Fotos: Julia García Rafols – Experta en Historia del caballo

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