Todo lo que el jinete debe saber para hundirse más en la montura y sentarse más profundamente
En la primera parte de este artículo, publicada la pasada semana, se recalcaba que pocas veces se analiza la biomecánica del asiento del jinete. El asiento es el punto de apoyo del jinete, la base de todas las interacciones entre jinete y caballo. Una vez analizados los sentidos que informan de la posición del cuerpo, el siguiente paso es estudiar la implicación del aparato locomotor en el equilibrio.
Biomecánica de la posición del jinete II Parte
Para amortiguar los efectos del movimiento del caballo sobre el jinete y poder conservar el equilibrio, juega un papel primordial la flexibilidad de la columna vertebral. Para su comprensión conviene observar cómo se retrae y extiende un guepardo en plena carrera. Obsérvese cómo pasa su columna vertebral de una posición cóncava a una convexa en cada tranco de la carrera.
El peso del jinete es soportado y equilibrado por el aparato locomotor, que está formado por dos conjuntos de elementos: una parte rígida, el esqueleto, y una parte elástica, el sistema muscular.
El esqueleto está formado por huesos que rotan unos con relación a otros en las articulaciones.
Al sentarse el jinete sobre la silla de montar, necesita un punto de apoyo fijo que le sirva de soporte para guardar el equilibrio. Este punto de apoyo deben ser los dos isquiones, que constituyen la parte más baja de la pelvis. El punto de apoyo no debe separarse en ningún momento de la montura, ni variar su posición en la silla de montar, que debe ser exactamente la parte más baja del punto de ensilladura. Las dos piernas deben colgar de este punto de apoyo, cuanto más bajas mejor, a modo de estabilizadores, para hacer descender el centro de gravedad del jinete y mantener el equilibrio.
Se debe procurar llevar las rodillas lo más bajas posibles, con naturalidad, con los talones verticalmente bajo el asiento. Una ligera rotación de toda la pierna desde la cadera hasta el pie, sacando los talones un poco hacia fuera y girando la punta de los dedos hacia dentro, aumentará la abertura interior de la entrepierna, permitiendo hundirse más en la montura y sentarse más profundamente. Este gesto, en las primeras lecciones, dará estabilidad al jinete, aumentando su confianza y flexibilidad. Para mantener el equilibrio sin esfuerzo, el jinete no se debe inclinar ni hacia delante ni hacia detrás, procurando que su centro de gravedad se sitúe verticalmente sobre el punto de apoyo de los isquiones.
La pelvis es un conjunto de huesos que forman una unidad rígida, unida también de forma rígida a la columna vertebral. Son las vértebras las que pueden rotar unas sobre otras para absorber el movimiento del caballo. La columna vertebral tiene forma de “S”, con dos zonas curvadas en sentido contrario: la curva torácica y la curva lumbar.
Para absorber el movimiento de subida y bajada del caballo al trote, el jinete debe realizar una extensión y retracción de su columna vertebral, en la zona de la curva lumbar, similar a la observada en el guepardo. Al subir la silla de montar, empujada hacia arriba por el caballo, el jinete debe mover sus vértebras lumbares hacia adelante, y al bajar la silla de montar debe moverlas hacia detrás. De esta forma, el movimiento de subida y bajada de la montura se convierte en una pivotación de la pelvis en la montura, evitando que las vértebras golpeteen unas contra otras y se dañen los discos intervertebrales.
Todas las posiciones de los huesos son controladas por los músculos, que actúan como bandas elásticas, es decir, traccionando solo en una dirección. Cada músculo ejerce una tracción del hueso en el que se inserta, pero nunca lo “empuja” en el sentido contrario. Por esta razón, para controlar con precisión la rotación en una articulación, son necesarios dos músculos antagonistas; uno que tracciona en una dirección y otro en la contraria. El equilibrio de la tensión entre estos dos músculos antagónicos determinará la posición relativa de los huesos.
En concreto, el movimiento de pivotación de la pelvis se consigue mediante la relajación y contracción alternativa de dos parejas de músculos antagónicos, que son precisamente los mismos que mantienen al hombre erguido cuando camina: los “psoas ilíacos” y los “glúteos mayores”. Los psoas ilíacos se insertan por un extremo en la parte interior del fémur y por el otro extremo en las partes laterales de las vértebras lumbares, realizando una tracción de estas vértebras hacia delante y lateralmente. Los glúteos mayores realizan una tracción hacia detrás del cóccix y del hueso sacro en su parte posterior, provocando el retroceso de las vértebras lumbares. En resumen, la pivotación de la pelvis depende de la tensión y relajación alternativa de estas dos parejas de músculos.
El jinete debe de concentrarse en sentir y controlar la tensión y relajación de estos músculos, verdaderos artífices del equilibrio. El balanceo de la pelvis será más elástico y agradable cuanto mayor sea la relajación de todos los músculos que controlan los movimientos de la parte lumbar de la columna vertebral.
Si algún músculo y su antagónico se ponen rígidos, se producirá el mismo efecto que con un balón excesivamente inflado. El jinete comenzará a rebotar sobre la silla de montar, golpeando violentamente sus discos intervertebrales y provocando una lesión permanente. En cambio, si los músculos se relajan, será como un balón medio vacío que absorbe el movimiento y permanece pegado a su punto de apoyo, sin que un observador pueda notarlo.
El relajamiento de los glúteos produce adicionalmente el efecto de suavizar el contacto de los isquiones con la silla de montar, ejerciendo la función de una almohadilla amortiguadora.
El primer objetivo que tiene que conseguir el nuevo jinete es relajar psoas y glúteos hasta que los movimientos de sus vértebras lumbares sean totalmente elásticos y adaptados a los movimientos del caballo, de tal forma que montar a caballo en cualquiera de sus aires se convierta en un placer y no en un suplicio. La mejor forma de conseguirlo es mediante clases de asiento a la cuerda, que permitan al jinete concentrarse en relajar sus músculos y conservar el equilibrio sin tenerse que ocupar de dirigir y controlar al caballo. Incluso los jinetes veteranos deben volver periódicamente a las clases de asiento a la cuerda, para corregir cualquier pequeño vicio que pueda surgir sin darse cuenta.
La misma relajación que en glúteos y psoas se debe conseguir en los músculos trapecios y dorsales del jinete, para que absorban el movimiento en la zona superior de la columna del jinete y no transmitan brusquedad a sus brazos que, por las riendas, terminaría molestando en la boca del caballo. Es imposible tener un contacto ligero con el caballo si el jinete no relaja su cuello y su espalda.
Se analizará, por último, la posición de los brazos.
Para eliminar las tensiones en los brazos, que impedirían la acción de las riendas, el jinete debe comenzar por relajar y bajar sus hombros todo lo posible, como intentando hundirse profundamente en la silla. La parte del brazo entre el hombro y el codo debe caer libremente, vertical y paralela al cuerpo, de forma natural y elástica, sin tensiones ni rigideces. El antebrazo, desde el codo hasta la mano, debe formar una línea continua con las riendas. El contacto debe ser ligero y continuo, para lo cual las manos deben permanecer lo más quietas posibles, sin transmitir a la boca del caballo brusquedades del movimiento del jinete sobre la silla.
Fotografía de inicio: Javier Cantos a caballo con actitud muy correcta
Texto y fotos: Javier Cantos Ruiz
Juez y Jinete de Doma Clásica
jc678714923@gmail.com
Muy interesante
Muy interesante el análisis músculo-esquelético presentado. Gracias.