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¿Cuál debe ser la posición del jinete para conseguir un asiento perfecto? 

Es conveniente que el nuevo jinete, al mismo tiempo que aprende a guardar el equilibrio, se concentre en sentir al caballo

La mayoría de los tratados de equitación incluyen un exhaustivo análisis de los aires naturales del caballo, pero pocas veces analizan la biomecánica del asiento del jinete. El asiento es el punto de apoyo del jinete. Es la base de todas las interacciones entre jinete y caballo. No puede existir comunicación entre ambos sin un buen asiento. Es por ello por lo que todo el que aspire a ser un buen jinete tiene que comenzar por conseguir un asiento perfecto y comprender su mecánica. A partir de ahí podrá construir todo el edificio del buen hacer ecuestre.

Biomecánica de la posición del jinete. Parte I

La postura del jinete sobre el caballo es la más natural de todas las que adopta el ser humano para controlar su medio de transporte. Quizás esta sea la razón por la que dicha posición no ha variado sensiblemente desde que se consolidó hace 1.700 años, tras el invento del estribo. Numerosas esculturas y pinturas del mundo clásico testimonian que guerreros y nobles ya adoptaban en la antigüedad la misma postura sobre el caballo que hoy se postula como correcta en las actuales escuelas de equitación.

El hecho de que la postura sobre el caballo sea natural, no quiere decir que se adquiera fácilmente. También caminar erguido es una postura natural para el ser humano, y ello no quiere decir que el niño no tenga que superar serias dificultades para lograr un caminar equilibrado y elástico.

Postura sobre caballo

El objetivo es conseguir una postura del jinete relajada y equilibrada, que permita acompañar al caballo en sus movimientos sin molestarlo y comunicarse con él de forma fluida, con ayudas libres y precisas de asiento, de piernas y de brazos. Jamás se debe olvidar que ese es el doble objetivo de una buena posición sobre el caballo: No entorpecer sus movimientos y comunicarse con él con ayudas eficaces. Adicionalmente, la postura equilibrada, por su naturalidad y simetría, es también la más elegante que puede adoptar el jinete sobre la silla y la que ofrece el mejor cuadro estético. Pero nunca olvidemos que la estética es un valor añadido, no el objetivo principal de una buena posición.

Al analizar la biomecánica, se debe comenzar por el estudio de los elementos que informan a nuestro Sistema Nervioso Central (SNC) sobre la posición que ocupa cada parte del cuerpo en cada momento. Se deben analizar como servomecanismos o sensores que informan continuamente al cerebro de dónde se encuentra cada parte del jinete. A partir de esta información, el SNC ordena a algunos músculos que modifiquen la posición de determinadas partes del cuerpo para conseguir el equilibrio. Los mismos sensores vuelven a informar de la nueva posición, provocando nuevamente las órdenes necesarias para mover los músculos y continuar conservando el equilibrio. Es decir, se trata de un mecanismo retroalimentado, en el que cíclicamente los sentidos informan de la posición de las distintas partes del cuerpo; el SNC procesa esta información ordenando a los músculos modificar la posición, y los sentidos vuelven a informar de la nueva posición. Este mecanismo del cuerpo humano que permite conservar el equilibrio, recibiendo y emitiendo señales nerviosas, se denomina “homeostasis locomotora”.

El jinete debe conocer cómo determinan los sentidos la posición de cada parte de su cuerpo y qué músculos la modifican. Los sentidos que informan al SNC para poder conservar el equilibrio, son básicamente tres:

  • La vista. Mediante un sistema de telemetría binocular, el sistema visual humano calcula la distancia de los objetos, informando al cerebro sobre la posición relativa de aquellas partes del propio cuerpo que el ojo ve.
  • El sistema vestibular del oído. Mediante el líquido contenido en los canales semicirculares del oído interno, el SNC es capaz de detectar el campo gravitatorio terrestre y determinar la verticalidad del cuerpo. Este mismo órgano es también el que permite detectar la aceleración en una dirección determinada, provocando en el jinete la reacción necesaria para compensar cualquier movimiento brusco del caballo.
  • El sistema propioceptivo, detecta los puntos de apoyo del cuerpo en cada momento. Está compuesto por miles de terminaciones nerviosas sobre la superficie de la piel, que informan al SNC del contacto y presión ejercida sobre todas y cada una de las partes del cuerpo humano.

Estos mismos sentidos que permiten guardar el equilibrio al caminar, son también los que permiten mantener una posición correcta y guardar el equilibrio cuando se monta a caballo.

Tanto la vista como el sentido del equilibrio, ubicado en el oído interno, son más eficaces en su funcionamiento cuando la cabeza se mantiene ligeramente erguida, con la mirada fija en el horizonte. Es por esta razón por la que cuando se monta a caballo se debe mirar hacia donde se avanza, evitando esas posturas de jinetes con la cabeza baja, que miran hacia sus manos, perdiendo la noción de la verticalidad de su figura y de todo lo que les rodea.

Postura correcta del jinete

En cuanto al sistema propioceptivo, es importante destacar que las palmas de las manos y las plantas de los pies son las partes del cuerpo que contienen el mayor número de terminaciones nerviosas y la mayor sensibilidad en dichas terminaciones, principalmente en lo que a sentir los cambios de presión se refiere. Detectar los cambios de presión que ejerce el peso del cuerpo sobre las plantas de los pies, diferenciando cuando el apoyo es mayor sobre el talón y cuando es mayor sobre los dedos, o cuando el peso recae más sobre un pie que sobre el otro, permite al SNC corregir la posición cuando se camina para conservar el equilibrio. El niño, tras un largo periodo de prácticas, consigue automatizar el mecanismo de conservación del equilibrio a partir de la información suministrada por el sistema propioceptivo, de tal forma que se convierte en un acto reflejo automático en el que no interviene el cerebro conscientemente. Cuanto más se ejercite el equilibrio del niño, mayores serán sus habilidades psicomotrices para el ejercicio de cualquier deporte o actividad física.

Cuando se monta a caballo se cambia el punto de apoyo. Ya el apoyo no se realiza sobre las plantas de los pies como al caminar, sino directamente sobre nalgas y entrepierna, una parte del cuerpo no tan sensible como las plantas de los pies a los cambios de presión. Las terminaciones nerviosas de la zona del asiento y de la parte interior de las piernas, en contacto con la silla de montar, tienen que aprender a obtener y procesar la información que permita corregir la posición y guardar el equilibrio. Este aprendizaje es lento, requiriendo tiempo y observación por parte del jinete para asimilarlo. Los profesores de equitación han de ser pacientes con los futuros jinetes y concederles tiempo para que asimilen su nueva forma de equilibrarse. Es conveniente que el nuevo jinete, simultáneamente que aprende a guardar el equilibrio, se concentre en sentir al caballo, percibiendo los cambios de actividad y de ritmo que se vayan produciendo.

Aprender a montar a caballo

Es buena praxis comenzar las primeras lecciones colocando la silla sobre una barra horizontal y pedir al aspirante a jinete que realice movimientos con sus brazos y torso, apoyándose alternativamente en uno u otra nalga, para que ejercite su equilibrio y sensibilidad propioceptiva, sin miedo a las reacciones del caballo. Una vez que adquiera naturalidad en estos movimientos, se podrá pasar a las clases a la cuerda, con riendas fijas y sin estribos, hasta conseguir paulatinamente que el jinete mantenga una postura totalmente relajada al paso, trote y galope.

Conviene insistir sobre el hecho de que los mecanismos que permiten guardar el equilibrio, tanto la información recibida por los distintos sentidos y su coordinación, como las órdenes emitidas por el SNC, son actos reflejos procesados de forma inconsciente por el cerebro. Esto quiere decir que cualquier cambio implica un largo aprendizaje hasta que la reacción se convierta en una rutina que el nuevo jinete realice de forma automática y precisa, casi sin darse cuenta de ello.

Gimnastas y acróbatas tienen que repetir muchas veces los nuevos ejercicios hasta que consiguen controlar con absoluta precisión el equilibrio de su cuerpo. Guardar el equilibrio sobre un caballo que se mueve libremente no deja de ser una acrobacia, comparado con el caminar, para el nuevo jinete.

 

En el próximo número: Biomecánica de la posición del jinete. Parte II

Texto y fotografías: Javier Cantos Ruiz

Juez y Jinete de Doma Clásica

jc678714923@gmail.com

 

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