Los hechos se han convertido en noticia porque los caballos han salido de sus cuadras en presencia de su propietario, pues otro vecino de Palau (Burriana, Castellón) presentó una denuncia en la Guardia Civil alegando que los animales eran suyos.
La Guardia Civil, según estas mismas fuentes, se presentó en la finca del ganadero danés realizando una detención “del todo irregular, saltándose las pruebas más básicas y sencillas para determinar quién era el auténtico dueño de los caballos, llevándoselos y entregándoselos al denunciante sin más”.
Desde entonces, los animales permanecen estabulados en las instalaciones del denunciante, donde, según estas fuentes, carecen de los cuidados más básicos. “Los caballos se encuentran en un estado deplorable, desatendidos, maltratados, llenos de heridas, roces y magulladuras, con falta de agua y de comida”.
Ciertamente, es posible falsificar la documentación que identifica a un caballo. A pesar de que la tarjeta sanitaria (de color verde) no es un documento que garantiza de manera fidedigna la propiedad de un caballo, lo cierto es que para las autoridades es un papel que arroja credibilidad. Para demostrar la propiedad de estos caballos, el denunciante presentó ante la Guardia Civil unas tarjetas sanitarias supuestamente falsificadas.
Aunque no siempre es así, una persona puede pedir a un veterinario que genere una tarjeta a su nombre como propietario de un caballo. El veterinario, en principio, no va a exigir una factura del pago del animal y se limitará a hacer una simple reseña, indicar el nombre y la raza que le digan.
De esta manera, en las tarjetas que el denunciante presentó a la Guardia Civil se indicaban unos nombres de los caballos: ‘Relámpago’, ‘Negrita’, ‘Rubia’ y ‘Marfil’ como ejemplares de raza Quarter Horse y Appaloosa.
Quienes conocen bien el mundo de la monta western saben de sobra que a los caballos de razas americanas no se les bautizan con tales nombres.
Por su parte, el ciudadano danés que defiende ser el auténtico propietario de los caballos tiene en su poder los certificados de registro, con detalles precisos, fotografías y número de ADN de cada uno de los animales, extendidos a su nombre por las asociaciones americanas correspondientes.
Lo que desde luego resulta increíble es que el denunciante, que ahora tiene en posesión al grupo de caballos, mantenga a los animales en semejante estado de salud, mientras que las asociaciones y los aficionados de la zona en general se preguntan por qué los organismos pertinentes “no actúan consecuentemente ante el maltrato de estos animales”. Pero también llama la atención que las autoridades hayan aceptado unos documentos, supuestamente falsificados y sin valor, como prueba de propiedad para incautar los caballos a quien asegura ser su legítimo dueño.
Este ciudadano danés subraya que este “proceder de la justicia es del todo inaceptable y digno de rechazo”, mientras que la afición a la monta western se ha unido para pedir que “se examinen cuidadosamente las pruebas y se rectifique, devolviendo los caballos a su auténtico propietario cuanto antes”.
Las asociaciones americanas AQHA (American Quarter Horse Association) y APHC (Appaloosa Horse Club), a cuyas razas pertenecen estos caballos, están al corriente de estos hechos. En la base de datos de ambos organismos consta como verdadero propietario a M. J., por lo que a priori parece difícil que otra persona pueda hacerse con los auténticos certificados de registro de los caballos en el caso que fueran vendidos.