Sentir la Escuela

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El porvenir siempre está por llegar, pero qué duda cabe que hay que sembrar y después recolectar. Y en la Escuela, se sembró y parece que hoy día se está recolectando. Pero, ¿quién sembró? Y ¿con qué objetivo se sembró? Porque una escuela de equitación clásica no es tener como único objetivo las Olimpiadas.

Una escuela de equitación clásica debe responder a los cánones clásicos del Arte Ecuestre, porque si estos se olvidan, solamente tiene como objetivo unas pruebas de Doma a nivel internacional, que todos sabemos que se sostienen por unos criterios bien distintos del Arte Ecuestre, en sus reglamentos, financiación y otras ideas nacidas del actual sistema deportivo que no tienen nada que ver con el Arte Ecuestre en sí, ni con su enseñanza.

Una escuela es donde se enseña y teóricamente se aprende.

Una escuela es un taller de oficios donde los jóvenes aprenden una profesión para buscarse su vida en un futuro.

Una escuela es donde puede haber un espectáculo como el mostrador o el escaparate de una tienda, para mostrar al público lo que se amasa allí dentro.

Pero una Escuela del Arte Ecuestre no puede estar solamente proyectada de cara a unos Juegos Olímpicos, sobre todo si los resultados obtenidos hasta ahora no han sido tan brillantes.

Sentir la escuela como se nos quiere hacer ver, y con caballos y jinetes criados y formados en épocas anteriores. Habría que recordarles o enseñarles a los dirigentes de la actual Escuela, que no se puede ni se debe romper con el pasado, entre otras muchas cosas, porque no existe un presente, sin arrastrar un pasado y sin una visión de futuro. Habría que enseñarles a los profesores de la Escuela de hoy, que los ejercicios del Arte Ecuestre están basados en los aires de la Danza: APUYER, ALLONGER, PIAFFER, PIROUTE, CABRIOLE, LEVADE, BALLOTADE, PAS DE DEUX, RASSEMBLER, PLACER.

Figuras y aires de la Danza, donde está basado el Arte Ecuestre porque, en definitiva, de lo que se trata es de que los caballos bailen en una coreografía con música incluida.

Habría que recordarles a estos señores que en el espectáculo ecuestre de la Escuela los caballos bailan y bailan…

Habría que enseñarles a los “dirigentes” que hoy día dirigen la Escuela que han perdido las señas de identidad de Andalucía, porque resulta que los caballos ni bailan, ni se llaman andaluces: “Cómo bailan los caballos andaluces”.

Al querer romper con el pasado han caído en errores garrafales ecuestres y perdiendo las señas de identidad de Andalucía. Pero esto es muy clásico de los andaluces atípicos, sin cultura ni amor a su tierra, ni a sus tradiciones. Ya perdimos el nombre de nuestro Caballo Andaluz, que hoy día se conoce por unas siglas: PRE, pero en el extranjero sigue denominándose y conociéndose como Caballo Andaluz.

Habría que preguntarse seriamente y en una profunda reflexión histórica, si la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre hubiera tenido su origen en Cataluña, en Castilla o en el País Vasco, con los caballos originarios de su tierra, ¿cómo se llamaría esta escuela, y cómo se llamaría el espectáculo? No me extrañaría en modo alguno que algún día dejáramos de pronunciar Andalucía, para llamarle simplemente el Sur, y que la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre pasara a denominarse Real Escuela del Sur de no se sabe qué arte con caballos, que ya no se llaman andaluces sino PRE y que no bailan, sino que hacen “fantasías” de cara a un milenio que por supuesto está por llegar, pero hay un presente que ha roto con el pasado y con las señas de identidad de nuestra tierra.

Por supuesto que se puede hacer un presente, y sin duda alguna proyectarlo hacia un futuro, pero ni el presente ni el futuro tienen sentido sin el pasado. No se puede prescindir de la Historia, aunque nos encandile el presente. Aunque los actuales “dirigentes” de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre no les alcance la vista ni la sensibilidad ni conozcan datos de la Escuela.

Dijo Machado: “¿Tu verdad? No. ¡La verdad! Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.

A pesar de todo esto, sigo sintiendo en mi interior un profundo respeto y amor por la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre.

Texto y Foto: Luis Ramos Paúl – In Memoriam

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