Ser caballo por Luis Ramos-Paúl

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Muchas noches mirando al fuego de la chimenea, observando los rescoldos, las cenizas y las llamas vivas, he pensado en si me gustaría reencarnarme en un caballo. Pues en verdad que no lo sé a ciencia cierta. Para algunos casos, sí. Pero en otros, no.

Me gustaría ser caballo, para vivir en libertad en la inmensidad de una marisma en primavera. Porque la vida sin libertad, es como morir en vida, o vivir medio muerto. El caballo en sus principios era un ser en libertad y no un animal. Luego más tarde, el hombre empezó a servirse de él. Primero como cazador de otros animales, luego como elemento de transporte, acortando distancias entre núcleos de hombres. Más tarde como elemento guerrero, como animal de labranza, como postas, como animal de servicio. Es entonces cuando se dice que el caballo es domesticado por el hombre, cuando en realidad lo que hace el hombre es esclavizarlo y ponerlo a su servicio. Le priva de su libertad, de desarrollar y ejecutar sus aires naturales en plena naturaleza y a su antojo. Su paso, trote y galope en sus distintas fases de reunión, medio o largo, ya son medidos por el hombre, ya no forman parte de ese acontecer natural dentro del orden natural del cosmos. Me pregunto si el hombre domestica al caballo o esclaviza al animal. Pero actualmente no se puede dar libertad a un caballo después de tantos siglos al servicio del hombre. Ni el caballo podría vivir sin el hombre, ni el hombre sin el caballo. Cierto es, que hoy día los servicios que el caballo prestó al hombre a través de la historia, guerrear, cazar, postar, transportes, etc., afortunadamente han dejado de estar en uso. Pero en la medida que el caballo de vapor fue ganando terreno al caballo de sangre, el hombre, que no podía prescindir del caballo después de tanto tiempo, inventó el deporte, la equitación artística, la equitación de ocio y otras maneras de servirse del caballo. De entre estas formas por encima de todas está o se encuentra la DOMA, porque sin ella, en mayor o menor grado, no se puede ejecutar o hacer el tipo de ejercicio a que queramos someterle.

Imagen de Susann Mielke

Libertad

DOMA viene de DOMINIO, y domar a un caballo supone privarle de su libertad. Supone encerrarlo en una cuadra, someterlo a un horario tanto de trabajo como de alimentación, de limpieza, etc. Ahora me pregunto si el caballo “quiere” tanto régimen alimenticio, tantos “champús”, tanta grasa para sus cascos, tanto brillo de su pelo y crin, tantas mantas, tantas vitaminas, tanto cuido veterinario. Pero de lo que sí estoy muy seguro es que el caballo ya no puede prescindir del hombre, porque entre otras muchas cosas no podría subsistir sin sus cuidados, su amor y sin sus ganas humanas de convertirlo en un atleta olímpico.

Actualmente, ser caballo puede ser muy cómodo. Pero al mismo tiempo, el hombre le exige el mismo esfuerzo que cuando se servía de él como guerrero, postas, transporte o cazador. El hombre lo beneficia de su pérdida de libertad, pero sigue esclavizándolo.

Por todo esto, me pregunto: ¿Me gustaría ser caballo?

Texto y Fotos: Luis Ramos Paúl in memoriam

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